
Desde marzo, o más bien desde febrero, los datos de crecimiento económico están siendo nefastos en todo el mundo. Los peores recogidos nunca en la mayoría de casos a pesar de los esfuerzos de estados y autoridades monetarias por encajar el golpe, que la Historia juzgará si están siendo suficientes. Incluso más malos de lo que se viene previendo a medida que los expertos evalúan las consecuencias en la actividad de las medidas de hibernación económica y distanciamiento social tomadas para contener los contagios por coronavirus y el colapso de los sistemas sanitarios. Esto último es lo que reflejan los índices de sorpresas económicas de los grandes bloques, hundidos en terrenos desconocidos: un muy mal augurio para los mercados a pesar de todo lo descontado ya.
El impacto de la pandemia global de Covid-19 se está demostrando inclasificable, imprevisible y suficiente para poner en cuestión la globalización y el equilibrio económico actual. Los indicadores que calcula Citi y que miden la comparación entre los datos publicados y las expectativas muestran profundos tropiezos de las estimaciones desde marzo, llevando el índice de Estados Unidos hasta los -140 puntos, el de China hasta los -188 y hundiendo el de la eurozona en los -267 enteros, en todos los supuestos en mínimos históricos -por encima de 0 señalan sorpresas positivas, por debajo negativas-. Un escenario alarmantemente decepcionante.
Tanto, como para que un banco de inversión suizo como Julius Baer hable ya sin tapujos de que "estamos perdiendo inexorablemente el libre mercado", y afirme que "nos estamos encaminando hacia un capitalismo de estado comparable a lo que se hacía durante la guerra en los años 1940", en línea con otras nombres reconocibles pro sistema y con las peticiones de auxilio que empiezan a amontonarse desde el sector privado.
El Viejo Continente surge como una de las regiones más amenazadas por este shock inesperado por la debilidad y la asimetría con la que salió de la gran crisis financiera que originó la caída Lehman Brothers en 2008, ahora patente en las grietas que se visibilizan en la unión monetaria, después del retroceso político que supuso el Brexit. Y el índice de sorpresas económicas lo muestra sin contemplaciones.
La correlación de estos indicadores con los mercados no es exacta, porque en algunos casos su caída a negativo ha prevenido las intervenciones de los bancos centrales, dando continuidad a las subidas de las bolsas y a las compras de deuda a pesar de las decepciones económicas, como ha ocurrido en distintas ocasiones en los últimos años. Pero en el actual contexto cualquier esfuerzo parece insuficiente.
El primer batacazo sonado de las previsiones del consenso de analistas en esta crisis del coronavirus fue la contracción de un 6,8% del PIB de China en el primer trimestre, frente al 6% esperado. Siguieron el 5,6% de Francia, respecto al 3,6% estimado, el 4,1% de España, frente 3,2% calculado por los expertos, o el 4,8% de EEUU, desde el 4%.
Respecto a los PMIs -índices mensuales adelantados sobre la actividad económica-, encontrar sorpresas negativas en las lecturas de marzo y abril solo responde a excepciones marginales. Axel Botte, estratega de Ostrum AM (filial de Natixis IM), admite que la magnitud de la disminución de la actividad resultó ser "mucho mayor que las estimaciones iniciales" y advierte que "la recesión se intensificará en el segundo trimestre".
Encontrar sorpresas positivas en las lecturas de los PMIs de marzo y abril solo responde a excepciones marginales
Esty Dwek, de la misma gestora, llega a advertir que los inversores pueden haber sido "demasiado optimistas" en las últimas semanas dada la situación en la que nos encontramos, ya que "quedan muchos riesgos a los que enfrentarse a media que el progreso contra el virus da paso a las malas cifras de ganancias y a las tensiones geopolíticas".
"Hay que tener en cuenta los estímulos monetarios y fiscales sin precedentes, cerca del 4% del PIB mundial y monetario del 13%, respectivamente, dentre los cinco principales bancos centrales del mundo", argumente Luca Paolini, estratega jefe de Pictet AM, quien consiera que "hay señales de que empiezan a funcionar y estamos adoptando una visión más constructiva o menos pesimista a corto plazo respecto a EEUU, Australia, Suiza, China y resto de Asia emergente".