Hace ocho años que las bolsas europeas viven una época dorada con tres grandes correcciones que no llegaron a más: entre 2015 y 2016 por la devaluación del yuan y el desplome de las materias primas; y en diciembre de 2018 ante dudas por una recesión global. Hoy se han dado cuenta, en cambio, que los bancos centrales no pueden hacer todo lo que sea necesario para salvarlas.
"No se necesita valor para hacer una cosa cuando es lo único que puedes hacer", sentenciaba John Steinbeck en la voz de uno de sus personajes de la novela Las uvas de la ira, ambientada en los años de la gran depresión de EEUU. Igual de frustrada que la familia Joad tras el crash del 29 después de perderlo absolutamente todo se encuentran miles de inversores que poco pueden hacer más allá de esperar a que el mercado siga segando y limpie los rastrojos que darán paso a la mayor oportunidad histórica en bolsa de todos los tiempos.

Mientras eso sucede toca hacer autocrítica y balance de los daños que han provocado en las carteras estas cuatro semanas en las que el mercado pasaba de minusvalorar una gripe originada en China a contemplar una crisis, primero de oferta y de demanda después, y que hasta que no se expandió el coronavirus por Europa y EEUU no empezó a descontar un escenario de recesión. Y no ha sido hasta la presente cuando ha empezado a considerar seriamente una depresión mucho peor que la crisis financiera de 2008 y vienen a la cabeza las imágenes del 29.
¿Se ha hecho el mercado trampas al solitario al no haber sabido evaluar los potenciales daños que podría desencadenar en la economía el Covid-19? "Desde luego el mercado ha sido complaciente y llevaba demasiado tiempo pensando que las políticas monetarias todo lo curan y que las valoraciones se sostendrían eternamente en base a esa creencia? hasta que ha llegado una situación en la que la política monetaria decididamente no es suficiente", admite Gonzalo Sánchez, gestor de renta variable de Gesconsult.
Las caídas superiores al 30% en bolsa desde que arrancó la penúltima semana de febrero, cuando Wall Street y el Stoxx 600 europeo alcanzaron máximos históricos, han dejado unas valoraciones que hasta cierto punto están distorsionadas, como los potenciales y los multiplicadores de beneficio, y a los que habrá que poner en cuarentena hasta que la situación se normalice. De esta forma, el PER (veces que el beneficio está recogido en el precio de la acción) estimado a 12 meses ha caído un 27% hasta las 15 veces en el caso de EEUU, y las 11,5 veces en Europa en apenas un mes, mientras que en el Ibex el multiplicador se sitúa por debajo de las 10 veces (ver gráfico). Los potenciales se han disparado de media un 50% y también la rentabilidad por dividendo: tanto en bolsa europea como en la española se sitúa por encima del 5%.
El 'cuento' de la crisis
La narrativa histórica demuestra que ninguna de las grandes crisis financieras se ha sabido anticipar ni medir a tiempo. A mediados de febrero, cuando los inversores estaban vendiendo todo lo relacionado con el ciclo, el discurso oficial era el de pescar en aguas revueltas ante una crisis que se creía circunscrita estrictamente a China. Pero la pandemia se extendió a Europa y el contagio llegó a las bolsas a partir del 24 de febrero. "Fin de un rally y a esperar al siguiente", decía Nordea AM dos días después. Pero esa semana negra terminó por enmudecer a los analistas sin saber qué recomendar más allá de esperar y ver. Y en esas seguimos hoy, salvo para los amantes del riesgo que decidan aprovechar un mercado que, por ejemplo, solo refleja un tercio del valor contable de Santander o Repsol.
"La percepción sobre la corrección cambió cuando se empezó a ver que las medidas draconianas adoptadas en China se extenderían a escala global", planteaba Credit Suisse el 27 de febrero. Cuatro semanas después para la gestora Edmond de Rotchschild sigue siendo "muy difícil poner precio a esta crisis porque no tiene precedentes", aunque ya se empiezan a medir consecuencias. Los analistas de Fidelity creen que para más del 60% de las compañías europeas el impacto se extenderá a todo 2020, no solo el primer semestre. El mercado como lo conocemos -gobernado por ETFs, algoritmos, etc.- "va a experimentar un momento complicado", creen en Mapfre AM, y serán tiempos para retornar "al análisis" fundamental de las cotizadas.