
Desde mediados de enero y con el coronavirus como epicentro de una crisis en el crecimiento mundial, el mercado ha sido testigo de un intenso debate entre aquellos que llamaban al pánico (a este lado se encuentran los movimientos de activos como el oro, los bonos y la fuerte caída que sufrieron las bolsas el pasado 27 de enero) y los que clamaban calma a la espera de saber las consecuencias económicas reales de este nuevo virus (a este otro la posterior recuperación de la renta variable).
No obstante, está claro que el deterioro económico todavía no se puede poner negro sobre blanco y, de momento, no se sabe si la caída del PIB será dramática o si será, como pasó con otras crisis similares, algo puntual que será recuperado en los meses posteriores. Desde Bank of America apuntan que "es razonable pensar que el impacto global será modesto si el virus se contiene pronto, pero más difícil de evitar si la situación persiste. Tomando al SARS como referencia, el impacto económico fue corto y la mayor parte de la actividad doméstica perdida se recuperó rápidamente". "Un problema real sería si el virus se propagara en países menos desarrollados, donde el acceso a tratamiento médico es mucho más restingido y la densidad de población más elevada", añade Adam Vettese, analista de eToro.
Otro de los puntos clave será ver si este descenso de la actividad cala en los beneficios empresariales, algo que, de momento, no se está palpando si se analizan las estimaciones del consenso de analistas que recoge FactSet. Desde el primero de enero, la previsión de BPA (beneficio por acción) para el S&P 500 de cara a 2020 se ha reducido un 0,87% mientras que en el caso del Stoxx 600 el deterioro ha sido incluso menor, del 0,35%. "Básicamente esto es una continuación de la tendencia que ya vimos el año pasado y simplemente ahora se están adaptando a las presentaciones de resultados de las compañías", explica Natalia Aguirre, directora de análisis de Renta 4. "Creo que la crisis del coronavirus todavía no ha comenzado a ser incluidas en las estimaciones, aunque es evidente que las compañías con exposición al turismo como hoteles o aerolíneas, los productos de lujo o las materias primas van a tener un primer trimestre complicado", agrega Aguirre.
"Tanto los indicadores de actividad chinos como los de algunas compañías globales expuestas al consumo y producción chinas lo notarán en los resultados del primer trimestre", advierte Chris Iggo, jefe de inversiones de Axa IM. En la misma línea, Carlos Mendoza, analista de Altair Finance AM, apunta que "el rendimiento de las empresas americanas más expuestas a las ventas en el extranjero ha sido peor que el de las domésticas, siendo el sector tecnológico el que cuenta con una mayor parte de sus ingresos en el gigante asiático, un 15%".
Los expertos de AXA IM han elaborado previsiones en base a tres posibles escenarios, en el que el más benigno, "de rápida contención el virus y escasa difusión más allá de las fronteras chinas", la reducción sería de 0,25 puntos porcentuales en el crecimiento del PIB global frente al 0,1 puntos de 2003. Si la crisis se prolonga al menos dos trimestres, "el impacto estimado sería de 0,5 puntos porcentuales, lo que socavaría las esperanzas de una recuperación tras el acuerdo comercial entre China y EEUU", añaden. Por último, en el peor escenario posible, "el de una expansión sostenida de la crisis más allá de China, el impacto global se incrementaría hasta los 4 o 5 puntos porcentuales, teniendo como resultado una recesión global", concluyen desde Axa.
Crecimiento del 7%
Precisamente durante estas semanas se está celebrando la presentación de los resultados corporativos que cierran el ejercicio 2019 en la mayoría de los casos. Un ejercicio en el que ya se han venido erosionando las previsiones de beneficios a medida que avanzaba el año, hasta el punto de que el crecimiento esperado del beneficio por acción con respecto a 2018 se ha quedado en un 3,9% en el caso de Europa y en un 1,7% en el de Estados Unidos.
De cara a 2020 también ha habido un importante deterioro continuado de las estimaciones de beneficio. Sin embargo, las primeras previsiones partían de un punto que para la mayoría de los expertos era muy optimista, apuntando a ascensos de doble dígito en el BPA de ambos lados del Atlántico. Por este, pese a esta fuerte reducción de las previsiones del consenso de analistas, todavía el incremento esperado interanual es de algo más del 6 y el 8% para Europa y Estados Unidos, respectivamente, es decir, una media del 7%.
"Se siguen esperando crecimientos interanuales muy altos, y probablemente se queden en la mitad, porque no son coherentes con el momento del ciclo en el que nos encontramos", explica Natalia Aguirre. Y por esto, concluye la experta que "no es muy razonable que las bolsas mundiales se encuentren en máximos, y ahora menos ante la aparición de este nuevo riesgo, por mucho que a largo plazo no vaya a desestabilizar el ciclo".