
Las dos noches de debates consecutivos entre los precandidatos demócratas de la semana pasada dieron el pistoletazo de salida oficial a la larguísima campaña para las elecciones presidenciales de 2020 sacudiendo el escenario que había hasta entonces. El favorito con ventaja, Joe Biden, fue el que más sufrió, y su retroceso abre la puerta a una batalla a cuatro por la nominación, según las encuestas publicadas en los días posteriores.
En el primer debate, en el que solo participó una de las favoritas, la senadora Elizabeth Warren, no hubo grandes sorpresas, más allá de la consolidación de la candidata con más planes y proyectos de entre las dos docenas de aspirantes. Warren sigue rondando el 13% de apoyo, una situación bastante estable y no demasiado lejos de la cabeza.
El segundo debate, sin embargo, sí que parece haber sido un punto de inflexión: la senadora californiana (y negra) Kamala Harris arrinconó al exvicepresidente Biden con una pregunta sobre su apoyo a medidas racistas en los años 80, y sacó un fuerte provecho. Las encuestas más recientes muestran a Biden perdiendo bastante apoyo -4 puntos de media- y cayendo del 30%, en su peor dato desde que empezaron los sondeos presidenciales de este ciclo. Mientras, Harris se disparó, subiendo más de 7 puntos -ahora está en torno al 14%- y rondando la segunda posición, en lo que parece un triple empate técnico por el segundo puesto.
Más grave para Biden es su caída entre los votantes de minorías étnicas. Entre los demócratas negros, Biden cayó del 50% al 31% de apoyo a favor de Harris, que se disparó al 27%, según una encuesta de Quinnipiac. Y según el sondeo de la cadena latina Univisión, Harris se ha convertido también en la favorita de los hispanos, mientras que Biden cae al tercer puesto. Dos datos muy importantes para un partido que arrasa entre estos dos grupos de votantes y que depende de ellos para ganar elecciones.
La primera votación, en Iowa, para febrero de 2020, requerirá a los aspirantes obtener el menos un 15% de los votos
El último en contienda, el izquierdista Bernie Sanders, ronda el 15% y se mantiene estable, defendiendo por los pelos el segundo puesto tras un debate en el que no destacó especialmente, ni para bien ni para mal. Su mayor problema, según indica el analista de la cadena CNN Harry Enten, es que su nivel de apoyo firme es muy pequeño para un candidato al que conoce todo el mundo y que superó el 40% de papeletas en las primarias de hace apenas tres años. Los 'sanderistas' convencidos son suficientes para mantenerle en la competición, pero no parece estar ampliando su base.
Por detrás quedan otros que saltaron a la palestra como favoritos pero que se han hundido con el paso de los meses. El alcalde gay Pete Buttigieg, pese a su buena actuación en el debate, sigue atascado en el 6% de apoyos, con su fuerza relativa en los primeros estados en votar -un 10% de intención de voto en Iowa- como su última esperanza para despuntar. Mientras, el carismático diputado texano Beto O'Rourke parece haberse visto relegado al pelotón de aspirantes sin opción alguna tras un inicio de campaña tan fulgurante como fugaz.
Y para ese resto de candidatos las oportunidades se van acabando. El grupo de aspirantes más amplio de la historia tiene una veintena de figuras que se mueven entre el 0% y el 2% de apoyo en las encuestas y que apenas han destacado para bien en los debates. Y la primera votación, en Iowa, fijada para febrero de 2020, requerirá a los aspirantes obtener el menos un 15% de los votos para recibir delegados. Si el grupo de 'otros' no empieza a disolverse pronto, la 'masacre' electoral de Iowa puede ser legendaria.