Fue un debate tan masivo que participaron hasta los técnicos de la televisión. Fue la anécdota de la noche. La emisión tuvo que interrumpirse unos minutos porque las órdenes internas de los regidores y cámaras se colaron en medio de la primera pelea oficial de los demócratas por enfrentarse a Donald Trump en la disputa por el Despacho Oval.
Los del partido del asno tuvieron la primera parte de un debate en el que concurrirán 20 personas en dos tandas. Esta primera tanda, un tanto descafeinada al no contar con algunos de los favoritos como Biden y Sanders, sirvió sin embargo para aventurar cuáles serán los primeros descartes de los votantes.
Y es que para aquellos que son menos conocidos por el público era fundamental posicionarse. Las normas del Partido Demócrata sobre la inclusión de candidatos van ligadas a su porcentaje de voto de las encuestas y, si este es demasiado bajo, no podrán concurrir a los siguientes y desaparecerán virtualmente de la carrera por el puesto. Esta circunstancia convirtió el plató en un auténtico gallinero en algunos momentos.
Si hay una cosa que quedó clara en este primer debate a diez es que las semejanzas entre los candidatos son muchas más que las diferencias. La extensión de la cobertura sanitaria, la mayor imposición a las grandes empresas, la vuelta al acuerdo nuclear con Irán o el desmantelamiento de las propuestas fronterizas y de inmigración de Trump fueron puntos comunes en los que los candidatos apenas se diferencian en matices. Por eso, los ganadores y los perdedores de la jornada tienen más que ver con la puesta en escena que con sus propuestas.
Los ganadores
Bill de Blasio: El alcalde de Nueva York no estaba entre los principales favoritos de la noche, pero supo ganarse un hueco. Con aplomo y sin grandes voces, supo vender su gestión al frente del Ayuntamiento al tiempo que ponía el foco en "el alma y el corazón" del Partido Demócrata, pidiendo que vuelva a ser el partido de la clase trabajadora, una llamada a las bases moderadas que más tarde le copiaron algunos de sus rivales.
Julián Castro: El exministro de Obama logró tomar las riendas de toda la sección sobre inmigración. Marcó los tiempos, instó a los demás a posicionarse sobre su propuesta de abolir la sección 1325 de la ley migratoria y se enfrentó a O'Rourke. Pidió "no criminalizar la desesperación" de quienes se ven obligados a emigrar, y propuso ayudas a países como Honduras y El Salvador para que sus ciudadanos no tengan oportunidades suficientes en sus países como para que no tengan que entrar en EEUU ilegalmente. Además, fue el primero en aludir al colectivo transexual y en abogar por la aprobación de la enmienda constitucional que para la igualdad de derechos que no logró aprobarse hace 50 años.
Cory Booker: El senador por New Jersey fue, junto con Castro, uno de los más participativos. Vendió insistentemente su pertenencia a la clase baja, su cercanía a los más desfavorecidos. Empleó frases pegadizas como que "hay demasiada gente lucrándose con el dolor de los estadounidenses" o que "cuando los inmigrantes traspasen nuestra frontera no dejarán sus derechos en la frontera". Su mejor intervención fue, probablemente, la relacionada con el control de las armas de fuego, para lo que propone un programa de recompra de armas, y asegurando que deben impedir que el lobby de las armas siga liderando el debate.
Elizabeth Warren: La senadora por Massachusetts era la favorita de la noche y salió a conservar. Intervino casi exclusivamente cuando se la concedía el turno de palabra, lo que le libró de intervenir sobre la cuestión migratoria, uno de los debates más encendidos de la noche. Se limitó a insistir en sus ideas sobre la legislación que ampare el derecho al aborto, la cobertura sanitaria universal y la creación de empleos relacionados con energías renovables. En una jugada cauta, se desmarcó de proponer la prohibición o regulación de armas de fuego, alegando que se trata de "una emergencia de salud nacional" y pidiendo que se haga una investigación para encontrar la mejor solución a un problema que viene de largo.
Los perdedores
Beto O'Rourke: Nervioso y por momentos desorientado, el excongresista por Texas sigue sin estar a la altura de las expectativas que se crearon cuando intentó ganar a su rival republicano en uno de sus principales feudos en las legislativas de noviembre. Apelando de nuevo a las generaciones más jóvenes, O'Rourke veló por la lucha contra el cambio climático y la modificación de las leyes migratorias pero no logró escaparse de una pregunta sobre la sanidad y terminó admitiendo que él no prohibiría los seguros sanitarios privados, como sí quieren hacer Warren y De Blasio.
John Delaney: El excongresista por Maryland quiso vender su imagen de moderación y generador de consensos, abogando por el bipartidismo, proponiendo "soluciones, no promesas imposibles". Sin embargo, pasó a ser su propia caricatura por sus interrupciones constantes en todos los bloques temáticos para intentar que los moderadores le concedieran el turno de palabra.
Tulsi Gabbard: La congresista por Hawaii estuvo desaparecida casi todo el debate y hablaba con calma frente a sus espídicos rivales. Sólo destacó en lo referido a las intervenciones militares de EEUU, donde puso de manifiesto su condición de soldado sobre el terreno en Afganistán. Pese a todo, podría decirse que fue la única que consiguió eliminar a un rival.
Tim Ryan: El damnificado por el ataque de Gabbard. El congresista de Ohio comenzaba nervioso sus intervenciones pero mejoraba con cada segundo. Sin embargo, cometió el fatal desliz de justificar que EEUU debe seguir vinculado sobre el terreno en Oriente Medio para evitar que grupos como los talibanes puedan resurgir, y vinculó erróneamente a los talibanes con los atentados del 11-S. "Tu respuesta es inaceptable", le respondió Gabbard, en lo que se convirtió en un toma y daca donde Ryan entró en barrena. Cabe destacar que propuso intensificar la integración de los jóvenes marginados para minimizar los tiroteos en los centros escolares, y que intentó situarse como el representante de "los olvidados", de la América industrial del centro del país a la que ignoran las élites políticas de Washington.
Amy Klobuchar: La senadora de Minnesota tampoco logró destacar más allá de alguna alusión sobre la inmigración y leves alusiones a mejoras sociales. En su discurso final quiso venderse como "la candidata que no es del establishment", una frase que podrían suscribir al menos una quincena de sus rivales.
Jay Inslee: El Gobernador de Washington fue de menos a más, destacando en el bloque de la lucha contra el cambio climático, del que ha hecho el tema central de su campaña. Sin embargo, exceptuando alguna referencia en política migratoria, apenas se le concedió la palabra durante las dos horas de contienda.
Esta próxima noche será el plato fuerte. Los principales favoritos se medirán con la ventaja de ser los que más atención van a recabar y de pulsar qué ha funcionado mejor en el primer debate, pero con la desventaja de que será difícil aportar algo nuevo. Algunos, como Biden o Sanders, pueden limitarse a evitar errores gracias a su abultada ventaja en las encuestas. Otros, como Kamala Harris o Pete Buttigieg, tendrán que arriesgar algo más si quieren subirse al tren de los favoritos. El resto (Marianne Williamson, John Hickenlooper, Andrew Yang, Kirsten Gillibrand, Michael Bennet y Eric Swalwell) se jugarán su supervivencia en la campaña en el corto y medio plazo. La carrera ya ha comenzado.