La noche en la que el Partido del Brexit de Nigel Farage debía llevarse todos los titulares y refrendar el apoyo de millones de votantes británicos a la salida de la UE, la mayor sorpresa vino del bando contrario: los partidos que abogan abiertamente por la permanencia a toda costa registraron los mayores avances y dominaron el escrutinio de las elecciones europeas en Reino Unido, mientras los dos grandes partidos sufrieron descalabros sin paliativos. Y los resultados no se han hecho esperar: numerosas voces laboristas han abandonado su criticada ambigüedad para anunciar su apoyo a la convocatoria de un segundo referéndum en cuestión de horas.
Farage se catapultó al primer puesto, con el 31% y 29 escaños, al frente de un partido creado hace apenas unos meses. Pero su crecimiento vino a costa del UKIP, el partido que él mismo lideró hasta 2016, y que traspasó a su nueva formación 24 puntos y otros tantos escaños. Los otros 7 puntos que ganó este año salieron de las fugas de los dos grandes partidos, que se dejaron 26 puntos entre ambos. En total, Farage y los restos del UKIP sumaron solo 5,7 millones de papeletas, frente a los casi 17,4 millones que votaron por el Brexit en 2016. "La pregunta para Nigel es, ¿dónde está el resto?", señaló el diputado conservador Sam Gyimah.
Triunfo de los liberales
Y precisamente el grueso de los cambios de voto fueron a parar a los partidos abiertamente europeístas. Los Liberal-Demócratas ganaron 16 diputados, frente la única acta que tenían hasta ahora, y quedaron segundos -la primera vez que ocurre desde 1922- con el 20% de los votos, 14 puntos más. Sumado a sus fuertes ganancias en las elecciones locales de principios de mayo, el partido cada vez está cada vez más seguro de que su postura a favor de permanecer en la UE sin complejos es su mejor baza para recuperar su histórico puesto como partido de Gobierno, que lideraron por última vez en 1910.
A ellos se sumaron los Verdes, que ganaron 4 puntos y diputados, hasta el 12% de papeletas y las 7 actas, y los nacionalistas escoceses, que arrasaron en Escocia con el 38% de los votos, casi 9 más. En total, los partidos que buscan un segundo referéndum superaron a los defensores del Brexit sin acuerdo, 40,4% a 34,9%. Y entre los defensores de un Brexit negociado, el plan 'blando' de los laboristas -que también contemplan celebrar otro referéndum- superó al más duro de los 'tories', 14% a 9%.
Los laboristas quedaron segundos en la circunscripción de su líder, Jeremy Corbyn
Precisamente, los principales perdedores en las elecciones fueron los dos que más divisiones internas han sufrido por el Brexit. Los laboristas se dejaron 11 puntos y 10 escaños hasta acabar en un 14% del voto, su peor resultado desde la introducción del sufragio universal masculino en 1918, y superados por los LD. Perdieron en grandes feudos, como Londres -quedaron segundos en la circunscripción de su líder, Jeremy Corbyn, por detrás de los LD- y casi desaparecieron de Escocia, donde hasta 2010 dominaban con puño de hierro. Este año apenas sumaron un 9% de los sufragios en el estado norteño.
La reacción a sus resultados fue inmediata: el vicelíder del partido, Tom Watson; la mano derecha de Corbyn, John McDonnell; su portavoz del Brexit, Keir Starmer; su portavoz de Interior, Diane Abott, y el líder del partido en Escocia, Richard Leonard, admitieron que su nueva prioridad debe ser la convocatoria de un segundo referéndum sobre el Brexit. Corbyn reconoció que "la única salida son unas elecciones o una votación popular" y prometió que llevará el tema al congreso de su partido en septiembre, para que la militancia -casi unánimemente proeuropea- decida.
Peor les fue a los 'tories' tras una campaña que debería pasar a los libros de historia como ejemplo de qué no hacer: sin mítines, sin programa, sin fondos y con una rebelión interna contra su líder el día antes de las votaciones, nadie daba un duro por ellos. Pero, aun así, su resultado fue catastrófico. Con un 9% a nivel nacional, perdieron 15 puntos y 15 escaños, hasta quedarse con apenas 4 eurodiputados. En Londres fueron quinta fuerza, en grandes ciudades como Liverpool fueron séptimos (con un 2%) y en Irlanda del Norte apenas sumaron 662 sufragios. Es el peor resultado de su historia desde que el país introdujo un sistema de representación democrático en 1832.
La única respuesta de la primera ministra saliente, Theresa May, fue insistir en que los resultados mostraban la necesidad de "un acuerdo negociado". Pero lo más probable es que, al igual que los laboristas ven el referéndum como la mejor opción de taponar sus fugas de votos, el sucesor de May al frente del Gobierno sea uno de los 'brexiters' que apuesten por el Brexit sin acuerdo, para reilusionar a los que se han pasado a Farage.
Así, Reino Unido puede dirigirse a una guerra entre los extremos del Brexit con consecuencias imprevisibles. Esta es la primera vez en la historia que ni conservadores ni laboristas están entre los dos primeros partidos en unas elecciones británicas. A este ritmo, quién sabe si será la última.