
Sin mayoría, el Gobierno del Reino Unido hace equilibrios en el precipicio. En una sesión sin precedentes, el Parlamento ha declarado al Ejecutivo en desacato por primera vez en la Historia, y a continuación ha aprobado una enmienda que dejaría a Theresa May sin poder sobre el Brexit en el caso de que no logre aprobar el acuerdo para la salida que cerró con la UE hace dos semanas, en una muestra total de desaprobación a la forma en que se realizaron las negociaciones entre el Gobierno y la UE. Los efectos no serían inmediatos, pero en una semana, May quedaría reducida a escoger entre la dimisión y la irrelevancia en el tema más importante que afecta al país en estos momentos.
La clave está en una enmienda a la Ley de Salida de la UE, aprobada el pasado mes de junio. En la ley se dice que si los diputados rechazan el acuerdo entre la UE y el Reino Unido para la salida -que se votará el próximo martes 11-, el Gobierno propondrá un "plan de acción" en las siguientes semanas. Pero unos 20 diputados 'tories' -y otros tantos laboristas- han propuesto una enmienda para permitir que sea el Parlamento el que decida qué hacer, quitando ese poder de las manos a May.
Si se rechaza el acuerdo, serían los diputados los que decidirían si hay otras alternativas al acuerdo con la UE
La diferencia es clave en tanto una amplísima mayoría de todos los colores parece dispuesta a votar en contra del acuerdo cerrado por May hace una semana. El plan original de la primera ministra es dejar que el acuerdo sea rechazado en primera instancia -siempre que la derrota sea por menos de 100 votos de margen-, esperar a que los mercados entren en pánico, y luego presentarlo de nuevo como única forma de evitar el caos de una salida desordenada.
Sin embargo, ahora serán los diputados los que decidirían si presentarlo de nuevo u optar por otras alternativas, como negociar el "modelo Noruega" de mantenerse en el mercado común, convocar otro referéndum, pedir una renegociación parcial del acuerdo o incluso retirar la notifiación del Artículo 50 y anular el brexit. Así, la opción de salir sin acuerdo quedaría descartada -la mayoría no lo quiere- y permitiría a más diputados con dudas votar en contra del acuerdo de May sin tener la amenaza del caos pendiendo sobre sus cabezas.
La votación, adelantada muy por delante del horario previsto por decisión del presidente del Parlamento -también conservador-, fue rotunda: 321 a 299. Una derrota de 22 votos que demuestra la profunda debilidad de un Gobierno que ha perdido cualquier control sobre el Parlamento y, después de esto, sobre el Brexit.
Desacato
Pero antes de eso, el Ejecutivo británico ya recibió una alerta clara de la minoría parlamentaria en la que se encuentra desde hace dos semanas, cuando los unionistas norirlandeses rompieron el acuerdo de legislatura que sostenía a May por las cláusulas del acuerdo con la UE que dejarían a Irlanda del Norte 'atada' a la UE tras el brexit.
Hace una semana, gracias a una moción presentada por los laboristas, el Parlamento ordenó al Gobierno hacer públicos los análisis legales que había recibido sobre el acuerdo con la UE. Y May, en vez de hacerlos públicos como se le pedía, envió al fiscal general Geoffrey Cox a responder preguntas de los diputados.
Ante esta decisión, todos los partidos de la oposición -incluidos los unionistas norirlandeses-, que suman la mayoría absoluta de los diputados, presentaron una nueva moción para declarar en desacato a Cox y, en extensión, al Gobierno. El intento de May por detenerla y enviar el asunto a un comité parlamentario fue rechazado por cuatro votos (311 a 307). Minutos después, la moción final fue aprobada por 18 votos (311 a 293), tras una sangría de 14 diputados que ya daba malos presagios sobre la otra votación clave.
Esta decisión, sin precedentes históricos -hasta ahora solo se había declarado en desacato a diputados rasos, la última vez en el siglo XIX- deja al Ejecutivo en una situación de debilidad total y obligado a publicar los documentos que había intentado esconder.
Además, esta figura histórica tradicionalmente tenía aparejado el arresto del diputado en cuestión en la Torre del Big Ben, pero, dado que está en obras, probablemente se limitaría a ordenar el cese del fiscal y posiblemente la pérdida de su acta de diputado. Tras su dos derrotas, lo único que evita la dimisión de May es que nadie quiere unas elecciones a falta de cuatro meses del 'día D' del Brexit, pero su Gobierno ya es poco menos que un zombi sin poder.