Esta vez sí se cumplieron las previsiones. Si hace dos años las encuestas fallaron estrepitosamente asegurando una victoria de Hillary Clinton que finalmente no se produjo, este martes dieron en el clavo adivinando que los republicanos mantendrían la mayoría en el Senado pero la perderían en la Cámara de Representantes en favor de los demócratas. Una situación que aboca a un bloqueo legislativo de todos los grandes proyectos en medio de un clima político cada vez más polarizado. | Así hemos contado la noche electoral.
Así, la reforma fiscal es uno de los temas clave con los que tendrán que lidiar los miembros de la 116ª legislatura. La rebaja impositiva que Trump logró aprobar hace menos de un año ha perdido sus efectos como impulsora de la economía, y podría ser revocada parcialmente por los demócratas, contrarios a que las empresas paguen menos impuestos. Parece imposible, por añadidura, que los republicanos puedan aprobar las nuevas rebajas fiscales que barajaban desde antes de verano.
Por otra parte, el Congreso deberá ratificar el acuerdo comercial con México y Canadá (USMCA, por sus siglas en inglés), que reemplazaría el actual TLCAN. Esta aprobación parece fuera de riesgo, pero cosa distinta serán los hipotéticos nuevos acuerdos comerciales con la Unión Europea, Japón y Reino Unido. Además, Trump ha impuesto libremente aranceles a China en los últimos meses sin pedir permiso al legislativo amparándose en la seguridad nacional, tal y como le habilita una ley de 1962, pero muchos ven en ello un abuso de poder contra el que ahora la oposición podrá luchar con más fuerza.
Por otra parte, el pueblo estadounidense asistirá a un clásico: las peleas por el techo de deuda y el gasto público. En menos de dos años con Trump en la Casa Blanca se ha cerrado la Administración Federal en tres ocasiones por falta de fondos, al no ponerse de acuerdo ambos partidos. La confrontación de mayorías no presume que el entendimiento sea más fácil en el futuro próximo.
Inmigración, sanidad y conflictos judiciales
Pero no solo las medidas eminentemente económicas se encontrarán en el limbo legislativo con la nueva composición de las cámaras que se hará efectiva en enero. También lo harán cuestiones como la política migratoria, que Trump ha endurecido en los últimos días de la campaña electoral y que constituye una de las grandes promesas que le llevaron a la Casa Blanca: construir un muro con México para evitar la llegada de inmigrantes ilegales por la frontera sur.
En la sanidad, la victoria demócrata pone fin a los planes republicanos para derogar el 'Obamacare', que el año pasado se vieron detenidos únicamente por el voto del fallecido senador John McCain. En su lugar, la líder demócrata, Nancy Pelosi, ha prometido trabajar para aprobar una reforma del sistema de asignación de precios a los medicamentos para bajar su precio, una de las promesas de campaña de Trump que nunca llevó a cabo por el rechazo de su propio partido.
Y políticamente, la pérdida del Congreso aboca a Trump y su Gobierno a soportar infinitas comisiones de investigación. Los demócratas podrán llamarle a comparecer a él y a sus ministros, pedirle documentos e incluso obligarle a publicar su declaración de la renta, al lo que él se había negado repetidamente, en un acto sin precedentes en la historia moderna del país. Lo que parece menos probable es que intenten hacerle un 'impeachment', dado el escaso margen que tendrán en el Congreso y su minoría en el Senado, que abocaría cualquier intento de cesarle al fracaso.
Pero los resultados, de por sí, dejan muchas dudas de cara a las presidenciales de 2020. Los republicanos han perdido con estrépito en el medio oeste, en los estados clave que le dieron la victoria: Michigan, Wisconsin y Pensilvania. Sin embargo, resisten en Ohio y Florida. La guerra sigue muy ajustada.