Internacional

Boris Johnson ya no tiene escapatoria: se juega su futuro político el 1 de noviembre sin más trucos para el Brexit

  • Dominic Cummings, su asesor estrella, es el principal derrotado
  • El plan de Johnson para arrasar en unas elecciones anticipadas se hunde del todo

Se acabaron los ases bajo la manga. El primer ministro británico, Boris Johnson, ya no tiene más escapatoria que enfrentarse a las promesas contradictorias e imposibles del Brexit que hizo en los últimos meses, y lo hará bajo la supervisión de un Parlamento hostil y sin elecciones a la vista hasta que pase el 31 de octubre, el 'día D' de la salida de la UE.

La sentencia del Tribunal Supremo, que declara inconstitucional la suspensión del Parlamento decretada por Johnson a principios de mes, significa que Westminster estará a pleno rendimiento durante octubre y que el primer ministro deberá someterse a todos los interrogatorios que decida la mayoría anti-Brexit duro que controla la Cámara. Exactamente lo último que deseaba cuando explicó su teoría de que "mientras Europa crea que hay una mínima posibilidad de que el parlamento decida frenar un Brexit sin acuerdo, no nos dará el pacto que queremos". Este mismo miércoles, a las 12.30 hora peninsular española, las sesiones se reanudarán como si nada hubiera ocurrido, según confirmó el presidente de la Cámara, John Bercow.

No solo eso, sino que la sentencia es la más dura imaginable para todos los expertos jurídicos, porque en la práctica crea una nueva jurisprudencia: el Gobierno solo puede ejercer sus poderes mientras se mantenga bajo la supervisión parlamentaria. Como dijo el triunfante abogado de la acusación, Lord David Pannick, y ahora queda fijado negro sobre blanco, "el Gobierno es el socio menor y el Parlamento es el socio mayor" en el sistema británico. Además, la sentencia fue por unanimidad, lo que le deja sin ningún resquicio ni margen de maniobra. Y adelanta lo que puede pasar si, como ha sugerido su equipo, Johnson intenta apelar contra la ley anti-Brexit duro aprobada por los Comunes antes del cierre ilegal.

Pero el mayor derrotado es, quizás, Dominic Cummings. El jefe de Gabinete de Johnson, jefe de campaña del Brexit durante el referéndum de 2016 y 'dictador' de Downing Street desde su llegada en julio, planeó estos movimientos para dejar a los diputados sin margen de maniobra. En realidad, su efecto fue empujar a los diputados conservadores opuestos al Brexit duro hacia la rebelión inmediata y acelerar la aprobación de la ley que obliga a Johnson a pedir una prórroga si no hay un acuerdo el 19 de octubre. Y su respuesta de amenazar con la expulsión del partido a todos esos parlamentarios no hizo más que aumentar el número de rebeldes, de 15 a 21, y dejar al Gobierno en una minoría aplastante. Hasta tal punto ha llegado el varapalo que el líder del Partido del Brexit, el populista Nigel Farage, ha pedido su dimisión antes que la de Johnson.

El efecto más inmediato es que Johnson pierde definitivamente todas sus cartas en la manga

Con esta sentencia, se anula además la posibilidad de que Johnson intente cerrar de nuevo Westminster hasta el 1 de noviembre, algo que el primer ministro no había descartado. Los jueces dejaron claro que cualquier intento de suspender el Parlamento en las mismas circunstancias sería exactamente igual de inconstitucional. Así que nadie echará ya a los diputados de sus escaños en la recta final del Brexit.

El efecto más inmediato es que Johnson pierde definitivamente todas sus cartas en la manga: ni puede ya amenazar con un Brexit sin acuerdo si la UE no cede a sus exigencias, ni puede evitar que los diputados examinen sus avances (o no avances) en la (según Bruselas, inexistente) negociación del Brexit. En otras palabras: Johnson ya no tiene dónde esconderse, cómo presionar a la UE ni la posibilidad de llegar el 20 de octubre al Parlamento y amenazar con "mi acuerdo o el caos".

Hasta ahora, el plan inicial de Johnson y Cummings era poco menos que una guerra relámpago para asustar a los diputados y forzar unas elecciones inmediatas. Primero, amenazando con una salida sin acuerdo para debilitar a los radicales del Partido del Brexit; segundo, acallando a los diputados rebeldes con el cierre del Parlamento para que no pudieran frenar sus maniobras. Y finalmente, intentando ir a unas elecciones anticipadas en octubre que le permitieran llevarse los votos de los partidarios del Brexit blando y los del duro a la vez antes de optar definitivamente por uno de los dos. Ahora, todo se va al traste: las elecciones serán solo después de que Johnson haya tomado una decisión y alienado a una buena parte de su electorado potencial, sea cual sea la que escoja. La dimisión de Johnson, por increíble que parezca, gana ahora enteros como única salida al laberinto en el que él mismo se ha metido. Jeremy Corbyn, el líder de la oposición, ya se la ha pedido.

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