Boris Johnson ha empezado su mandato amenazando con derrumbe. El jefe del Ejecutivo británico ha perdido su primera votación en la Cámara de los Comunes por 328 a 301 votos, una sonora derrota en medio de una rebelión interna que deja a su partido roto y en amplia minoría. Con esta votación, empezará a tramitarse de emergencia este miércoles el proyecto de ley que obligará al primer ministro, Boris Johnson, a solicitar una nueva prórroga del Brexit a Bruselas, hasta el 31 de enero, si no se aprueba un acuerdo de salida antes del 19 de octubre.
En respuesta a su derrota, Johnson anunció que presentará una moción para pedir elecciones anticipadas si los diputados aprueban este miércoles el proyecto de ley. "Si el Parlamento quiere otra extensión inútil, los ciudadanos deberán elegir quién quiere que vaya a la reunión del 17 de octubre a negociar", dijo. El líder de la oposición, Jeremy Corbyn, anunció que usará su poder de veto para bloquear esa convocatoria hasta que la ley sea ratificada por los Lores y firmada por la reina, e insistió en la celebración de un segundo referéndum. De momento, Johnson ha retado a Corbyn a aceptar elecciones anticipadas el 15 de octubre.
La jornada había empezado fuerte, con la marcha de un diputado 'tory' a la oposición que borraba la precaria mayoría absoluta del Gobierno, y una sesión de control en la que Johnson sufrió ataques de todas partes. Pero la otra imagen de la tarde se dio cuando llegó la hora del debate de emergencia y 16 diputados conservadores se pusieron de pie para apoyar la tramitación del proyecto que el portavoz 'tory', Jacob Rees-Mogg, tachó de "inconstitucional" y de "un ataque a la soberanía popular". Para el líder de la oposición, Jeremy Corbyn, esta jornada permitiría "devolver la dignidad" al Parlamento después de los movimientos de Johnson para cerrarlo e ignorar sus decisiones.
Los rebeldes, aplaudidos por la oposición en pleno, insistieron en la necesidad de buscar una solución intermedia y en criticar el "secuestro" de su partido por una facción de radicales 'brexiters' para los que ningún acuerdo es suficiente. Finalmente fueron 21 'tories' quienes votaron en contra del Ejecutivo. La respuesta del Gobierno fue implacable: echarlos a todos del partido. Entre ellos, gente como Ken Clarke, diputado desde 1970 y ex ministro de Hacienda, Justicia e Interior, o Nicholas Soames, nieto de Winston Churchill.
El otro giro del guión que nadie esperaba es que una veintena de diputados laboristas han propuesto rescatar la última propuesta de acuerdo de salida que la ex primera ministra Theresa May negoció con Corbyn. Ese proyecto, que no llegó a debatirse ante la oposición de su propio partido y que precipitó su caída, supondría añadir al pacto con Bruselas una unión aduanera para evitar la trampa de la frontera irlandesa y un segundo referéndum confirmatorio.
Por el momento, los 'tories' que quedan dentro del partido ya han presentado su eslogan para los próximos comicios. Rees-Mogg invocó varias veces al "pueblo" en su discurso y afirmó que la "democracia" consiste en "permitir que el primer ministro ejecute la voluntad del pueblo". La guerra entre el resultado del referéndum de 2016 y los diputados electos en 2017, a ver quién es más democrático de los dos, será el foco de cualquier elección en los próximos meses. Hasta entonces, Johnson se encuentra en una pesadilla: en minoría, con su partido roto, sin poder convocar elecciones ni gobernar, y potencialmente abocado a romper su promesa y pedir una prórroga del Brexit a Bruselas. Una tortura política nunca vista.