Industria

EEUU insta a sus aliados asiáticos a incrementar el gasto militar para responder en caso de un enfrentamiento con China

  • Washington ha exigido incrementar la inversión bélica hasta el 10% del PIB
  • Pekín ha movilizado dos portaviones alrededor de Taiwán
  • La tensión aumenta en una de las zonas más calientes del planeta

Taiwán ha organizado estas semanas las maniobras militares más grandes que se recuerdan en los últimos años. Tanques M1 Abrams dispararon fuego real, cazas se desplegaron desde múltiples bases de las montañas del país y se pudo ver a militares taiwaneses desplazando material por el metro de Taipéi en una clara demostración de fuerza ante China. Pekín ha incrementado los movimientos militares en los últimos meses: las violaciones del espacio aéreo de Taiwán son diarias, dos portaviones han navegado a través del océano, internándose cerca de Guam, y una flota china circunnavegó hace tres meses Australia.

En paralelo, Washington ha exigido a sus aliados asiáticos que aumenten el gasto militar anual entre el 3,5% y el 5% del PIB en consonancia con el incremento militar ordenado en la última cumbre de la OTAN. La Casa Blanca está presionando a Australia, Corea del Sur, Filipinas y Japón para que incrementen sus presupuestos en defensa. El principal beneficiario es la propia EEUU que, al igual que con los Abrams taiwaneses, será el proveedor destacado de algunas de estas naciones.

Países como Corea del Sur o Japón han rechazado la propuesta o han tratado en enfriarla, pero el grueso de los aliados del Pacífico han anunciado incrementos militares destacados. Nueva Zelanda, por ejemplo, quiere llegar al 2% del gasto militar, duplicando sus presupuestos en defensa. Japón lleva años trazando una estrategia de rearme que concilie con las fuertes restricciones de la Constitución nipona —redactada por los estadounidenses tras la guerra—. Corea del Sur se está consolidando como un exportador destacado con clientes tan reseñables como Polonia. Australia firmó una alianza con Reino Unido y EEUU hace cuatro años para incorporar sus propios submarinos nucleares y ha ampliado los acuerdos de mantenimiento naval.

El escudo antichino

Aunque Europa ahora tiene toda la atención puesta en las guerras de Ucrania y Oriente Medio, el resto del mundo sigue girando. Estados Unidos está aumentando sus recursos militares en el Pacífico Occidental para disuadir a su verdadero rival: China. En paralelo, Pekín no ha cesado en su empeño de mostrar a sus Fuerzas Armadas en acción.

El goteo constante de movimientos navales tienen el objetivo de probar las defensas estadounidenses y aliadas, que han dispersado una red de armas a lo largo de los diferentes archipiélagos que rodean a China: Japón, Ryukyu, Taiwán y Filipinas. Junto a Corea del Sur, representan la primera línea de defensa ante una agresión china.

Esta doctrina, denominada "la primera cadena de islas", es una estrategia desarrollada durante la guerra de Corea (1950-1953) para aislar a Corea del Norte, China y la Unión Soviética en el marco de la Guerra Fría. EEUU empezó a establecer bases militares y movilizar tropas a lo largo de estos lugares, conforme extendía su presencia en los Gobiernos asiáticos capitalistas.

Aunque la Guerra Fría terminó, el objetivo de disuasión no ha mutado en exceso. A principios del siglo XXI, Corea del Norte desarrollo sus propias cabezas nucleares, la tensión con Rusia ha ido aumentando con los años y China es ahora el principal rival estratégico para Estados Unidos. Conflictos congelados como la tensión en el estrecho de Taiwán, las reclamaciones rusojaponesas por las islas Kuriles o el armisticio entre Pionyang y Seúl podrían desencadenar nuevas guerras.

Actualmente, Washington tiene desplegados en el Indopacífico más de 375.000 solados en unas 60 bases militares, según un informe del Congreso de EEUU. Por comparación, es el triple que el conjunto de las Fuerzas Armadas Españolas. Muchas de ellas, como las situadas en Luzón (norte de Filipinas) cuentan con nuevos sistemas de defensa, previstos para detener los ataques procedentes de Pekín, que cuenta con uno de los arsenales más grandes del mundo, según el Centro para Estudios Internacionales Estratégicos.

Sus misiles balísticos compiten en efectividad con los norteamericanos y la celeridad en la inversión militar la sitúa como la segunda potencia militar del planeta, en empate con el conjunto de los estados europeos. Sus cazas Chengdu J-10C derrotaron a aviones Dassault Rafale franceses en unas escaramuzas entre las fuerzas indias y pakistaníes hace dos meses.

Taiwán, el alumno más disciplinado

Hace una semana, Taipéi anunció que su objetivo es alcanzar el 5% del PIB en gasto militar, en consonancia con el acuerdo de la OTAN. Sin embargo, esta cifra puede ser insuficiente. En marzo, el subsecretario de Defensa de EEUU, Elbridge Colby, dijo que Taiwán debería elevar al 10% del PIB su inversión en defensa si quería disuadir a China.

Pekín considera a la antigua isla de Formosa una provincia rebelde que debe ser integrada en la República Popular China y constantemente envía misiones aeronavales para presionar a las fuerzas taiwanesas. Para detener a su vecino al otro lado del estrecho, Taipéi ha comenzado a desarrollar su propia industria militar, de alta tecnología y especializada en sectores estratégicos como la fabricación de chips y componentes informáticos. No obstante, el Gobierno de la isla ha aumentado las compras de armamento a EEUU.

De todas las compras que ha realizado el Ejecutivo taiwanés, destaca la llegada de los primeros lotes de tanques M1 Abrams, ya utilizados en pruebas de fuego real. Estos carros de combate principal son la columna vertebral de las tropas acorazadas de Estados Unidos, cuya exportación a otros Estados ha sido un éxito para General Dynamics, la firma original.

Es uno de los productos militares de más éxito y se ha convertido en el tanque más popular del mundo en competición con el Leopard. El carro es pieza fundamental de los ejércitos de Egipto (el cual, también los fabrica) y de la mayoría de los países del golfo Pérsico. Su cañón de ánima lisa de 120 mm tiene un alcance de hasta 4 kilómetros y su blindaje destaca por estar reforzado con uranio empobrecido (subproducto del uranio enriquecido producido para alimentar las centrales y armas nucleares). Sus prestaciones son similares al Leopard 2 europeo, el T-90 ruso y el ZTZ-99 chino.

La doctrina militar de Taiwán, la técnica del puercoespín, es generar "un Vietnam" o "un Afganistán" para el Ejército de Liberación Popular de China. Dificultando una invasión terrestre mediante una red de defensas costeras y haciendo la vida imposible a las tropas regulares chinas con tácticas de guerrilla urbana y selvática. El uso de unidades militares avanzadas, como los M1 Abrams, quiere servir como apoyo de operaciones militares más agresivas, táctica utilizada por las tropas ucranianas con gran éxito en los primeros compases de la guerra en Europa.

Corea y Japón buscan su lugar

Desde la guerra en la península coreana, Seúl ha mantenido una estrategia militar robusta. Cuenta con uno de los ejércitos más preparados de Asia y su industria militar está comenzando a despuntar en los mercados internacionales. Sin embargo, el Gobierno coreano, azotado por la crisis y la corrupción, ha rechazado la propuesta de elevar el gasto militar al 5% del PIB. El presupuesto en defensa para 2025 de Seúl es de 61.200 billones de wones (37.800 millones de euros), alrededor del 2,4% del PIB del país.

Japón, por su parte, trata de reformar su arquitectura política ante el nuevo escenario geopolítico. Con la rendición de Tokio en la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos impuso un serio desarme al mismo tiempo que establecía bases militares en el archipiélago nipón. Las Fuerzas de Autodefensa japonesas no se consideran siquiera un ejército convencional.

La Constitución prohíbe explícitamente declarar la guerra y la capacidad militar del país es muy limitada. Para sortear eso, el Gobierno lleva años promoviendo leyes ad hoc, cambios en las políticas estratégicas y un rearme de las Fuerzas de Autodefensa por la puerta de atrás. Por ejemplo, en 2023 Japón se incorporó al programa italobritánico Tempest para desarrollar un nuevo avión de combate de sexta generación. Aun así, más tarde o más temprano, el Estado tendrá que enfrentarse a una reforma constitucional y a la opinión pública japonesa.

Oceanía, ante la presión pekinesa

Australia y Nueva Zelanda, aliados históricos de Estados Unidos, son los últimos en sumarse a la ola armamentista debido a las presiones pekinesas. Una flota china circunnavegó Australia hace tres meses y realizó maniobras con fuego real en un movimiento que fue calificado por el ministro neozelandés de Defensa como "llamada de atención". Wellington ha decidido duplicar el gasto militar hasta el 2% del PIB en un plazo de ocho años en una clara respuesta a China, según Reuters.

Australia, por su parte, mantiene una actitud más delicada hacia Trump. La victoria aplastante del partido laboralista aussie, a imagen del triunfo de Marck Carney en Canadá, ha sido analizado como una respuesta en contra de las pretensiones de Trump. La Dama de Hierro australiana, Gina Rinehart, financió una intensa campaña electoral a favor de las tesis conservadoras y fue portavoz oficiosa del Partido Liberal.

Helicóptero MH-60R Seahawk del HMAS Sydney se prepara para despegar / Royal Australia Navy.

Camberra gasta actualmente el 2% de su PIB en defensa (59.000 millones de dólares australianos, 33.000 millones de euros). Sin embargo, el secretario de Defensa de EEUU, Pete Hegseth, reclamó que el país oceánico debía aumentar su gasto al 3,5% del PIB "tan pronto como sea posible". La respuesta del primer ministro australiano, Anthony Albanese, relajó las ambiciones de Hegseth: "Lo que hay que hacer en defensa es decidir lo que se necesita, su capacidad, y luego proveerlo". Camberra ha decidido incrementar en 10.000 millones de dólares australianos (5.600 millones de euros) en los próximos cuatro años.

Filipinas, el socio más rezagado

El contexto del Gobierno de Manila es el más complicado para un rearme. La guerra comercial de Trump contra la mayoría de los países de la Asean, la alianza del sudeste asiático, ha generado tensiones en Filipinas. Su gasto militar es uno de los más bajos, equivalente en proporción al PIB al de España el año pasado. Actualmente, la Casa Blanca ha establecido un arancel del 20% al archipiélago, que Filipinas quiere reducir al 10%, el mínimo universal que ha ordenado Trump.

La tensión militar de Filipinas se concentra en el mar de la China Meridional. Pekín lleva años aumentando las patrullas y la construcción de islas artificiales que reconoce como suyas, lo que incrementa las aguas territoriales del país en detrimento de los vecinos. Al norte de Filipinas se concentra el grueso de las bases militares con presencia rotatorias de las Fuerzas Armadas estadounidenses y un punto estratégico en un hipotético enfrentamiento con el ejército chino.

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