
La noticia de que Estados Unidos se ha lanzado a por el nuevo caza de combate para sus fuerzas armadas ha añadido presión a tres potencias europeas, Alemania, Francia y España, que están desarrollando el futuro de la aviación militar del continente: el FCAS. Junto a este, hay tres proyectos militares más en marcha para desarrollar la próxima generación de cazas de combate: el MiG-41 ruso, el Tempest británico y el Shenyang J-50 chino. Como es habitual en este tipo de programas, las cifras exactas de coste se desconocen, así como los plazos concretos. Pero todos estos proyectos destacan por contar con una constelación de firmas detrás. Solo en el FCAS, participan más de una decena de compañías y están lideradas por Airbus, Dassault e Indra.
El FCAS europeo: una nube de combate
El Futuro Sistema de Combate Aéreo (FCAS, por sus siglas en inglés) quiere ser la joya de la corona de Europa. El objetivo es dotar a las fuerzas europeas de un nuevo aparato de combate aéreo. Anunciada por Emmanuel Macron, presidente de Francia, como un proyecto transeuropeo en 2018, El programa involucra a Alemania, Francia y España a través de tres socios industriales que lideran el desarrollo del avión y sus componentes: Airbus, Dassault e Indra.
A estos socios industriales, que actúan como directores del programa, se suma una constelación de firmas de defensa y aeroespaciales. Compañías de los tres países como Thales, Eumet, ITP Aero, Satnus o MBDA cuentan con un papel destacado en diferentes áreas del programa, como los motores, los sensores o la navegación. Muchas de estas empresas se nutren de proveedores especializados o han consolidado alianzas para acercarse al proyecto. Por ejemplo, Satnus es una firma española que surgió el año pasado de la unión de GMV, Sener y Tecnobit.
Hay muy poca información sobre el proyecto del FCAS más allá de sus participantes. El programa ha sufrido en los últimos años ha constantes conflictos entre las diferentes empresas, con amenazas de salida de los participantes incluidas. El objetivo desvelado por Airbus es que el programa esté terminado para 2040 y que los primeros vuelos comiencen a finales de esta década.
La principal característica del proyecto es el concepto de "nube de combate", permitirá coordinar distintas aeronaves en el cielo: un caza de combate tripulado, drones y la comunicación con otros aviones de apoyo como los Airbus A400M. Airbus ha denominado a este concepto una "nube de combate" que ha asemejado al "internet de las cosas" en el ámbito militar.

El Tempest: división británica hasta en aviones
Frente a este proyecto, se encuentra el Programa Aéreo de Combate Global (GCAP), un proyecto desarrollado por las británicas BAE Systems, MBDA y Rolls-Royce; la italiana Leonardo, y la japonesa JAIEC. El programa cerró sus detalles en 2023. Pretende tener listo el corazón del proyecto, el nuevo caza Tempest, para 2035.
Ambos proyectos europeos buscan sustituir los Eurofighter Typhoon y los Dassault Rafale por una nueva generación de cazas de combate. Sin embargo, duplicar esfuerzos ha sido visto como un derroche por varias empresas, más aún en unos tiempos en los que Europa exige más unidad en la industria militar. Guillaume Faury, CEO de Airbus, propuso en febrero unir los dos proyectos en un solo programa de cazas europeos.
Los mensajes de Faury se dirigen a dos países: Italia y Suecia, al ser ambos miembros de la Unión Europea. Por un lado, Roma podría intentar convencer a Londres y Tokio de integrar esfuerzos. No obstante, las recientes noticias de que los tres países consideran ampliar el GCAP a Arabia Saudí emborrona esta idea.
Suecia, a través de la firma SAAB, cuenta con su propio programa de cazas de combate polivalentes: los Grippen. De momento, Estocolmo está centrado en modernizar dichos aparatos, pero sus conocimientos podrían impulsar cualquiera de los dos proyectos en el futuro cercano. En el caso del FCAS, es probable que obtenga fondos directos de la UE mediante los préstamos de la Comisión Europea y las inversiones procedentes del Banco Europeo de Inversiones.
El F-47: el enjambre de Trump
La semana pasada, Donald Trump anunció el siguiente eslabón del programa de cazas aéreos de Estados Unidos: un nuevo avión furtivo de superioridad aérea que será desarrollado por Boeing en los próximos años. Al igual que el FCAS, el concepto de un sistema coordinado de aeronaves y sistemas de comunicación suponen la base del programa NGAD, que integra el F-47.
El objetivo de esta aeronave es renovar los F-22 Raptor de principios de siglo y convertirse en el rival directo de China en el Indopacífico. El programa está valorado en unos 20.000 millones de dólares (18.800 millones de euros) y espera tener listo el primer prototipo a finales de la década. Trump ha descartado exportar este avión a los aliados.

El MiG-41: Rusia despliega su arsenal
Sobre el proyecto ruso de un caza de combate de sexta generación hay más rumores que certezas. A finales de la década pasada, medios locales comenzaron a señalar que el Ministerio de Defensa había encargado un nuevo proyecto para renovar los MiG-35 y los Su-57.
La guerra de Ucrania ha hecho que la industria militar rusa se haya renovado, especialmente en el ensamblaje de vehículos terrestres y munición. El gasto militar del Kremlin supera el 10% del presupuesto público, por lo que es previsible que estos desarrollos pudieran haber adelantado programas de I+D.
La Fuerza Aérea rusa ha sufrido daños menores durante el conflicto ucraniano y gran parte de su arsenal y personal militar permanece indemne. El rápido despliegue de contramedidas occidentales, como las baterías Patriot, junto a un protagonismo de la artillería y los drones en la contienda, han reducido el movimiento de los cazas rusos. El conocimiento de campo de sus propias fuerzas puede ser uno de los principales vectores de desarrollo de las aeronaves rusas.

El programa Shenyang: China entra en la carrera
China ha empleado los últimos años en modernizar sus fuerzas aéreas para poder competir con Estados Unidos. Sus dos principales aeronaves de combate, el Chengdu J-20 y el Shenyang J-31 Gerifalte (todavía en pruebas), son cazas furtivos que nada tienen que envidiar a los F-22 Raptor y F-35 Lightning II de EEUU.
Pekín también se ha puesto las pilas para diseñar una nueva aeronave de combate de sexta generación que compita de tú a tú con el futuro F-47 estadounidense: el Shenyang J-50. La poca información disponible sobre esta aeronave son fotografías aisladas en bases aéreas y plantas industriales, que destacan por el fuselaje que recuerda vagamente a la figura de un diamante o rombo.
Durante la Guerra Fría y los primeros años del siglo XXI, China adquirió una importante cantidad de aviones a Rusia. Estas compras han sido modernizadas con su propia tecnología. Desde hace unos años, aunque parte de las aeronaves rusas constituyen un papel destacado en el Ejército Popular, paulatinamente han sido apartadas a favor de desarrollos propios. El J-50, de ejecutarse, sería el cenit de esta nueva doctrina industrial.