Cuando se piensa en el rearme de Europa rápidamente la mirada de inversores y economistas se dirige a Alemania. El país germano espera una lluvia de millones sobre su industria para que se transforme de un reducido sector a un monstruo de producción que sostenga la gran maquinaria bélica de Berlín. El nuevo canciller, Friedrich Merz, ha prometido que Alemania tendrá el ejército más grande de Europa. Sin embargo, hay un país en el corazón del continente que poco a poco se ha establecido como un verdadero señor de la guerra y que llega al rearme con su industria como una de las referencias mundiales del planeta en lo que respecta a la defensa.
Aunque EEUU domina con puño de hierro las exportaciones en materia militar, con un poderoso 49% del mercado mundial, el segundo no es China ni Rusia, es Francia. El país europeo ha visto dispararse los pedidos a lo largo y ancho del mundo. Solo el año 2024 logró unas ventas al exterior de 18.000 millones de dólares, el doble que el año anterior. Su oferta hacia el mundo va desde aviones de combate hasta submarinos nucleares, pasando por helicópteros hasta artillerias, aunque también radares y todo tipo de productos de defensa aérea.
Armas galas en todos los rincones del planeta
Según los datos del Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (Sipri), que miden las exportación de armas en una unidad propia más allá del valor en dólares denominada TIVS y que compara el valor aproximado de los activos que se envían a otros países, el gigante galo ha pasado en 10 años de exportar menos de la mitad de armas que Rusia a duplicar los envíos de Moscú hacia el mundo. En millones de dólares el sorpasso arrancó en 2021 con la guerra de Ucrania. En aquel momento París pasó de vender menos de 2.000 millones de euros en armas a 11.700 millones y Rusia se mantuvo en unos escasos 4.000 millones.
A partir de entonces las ventas rusas han ido decreciendo a medida que las necesidades de su propio ejército se han hecho más acuciantes con la guerra de Ucrania. Por su parte la industria gala ha vivido una auténtica fiesta intentando llenar el vacío no solo de este país, sino de otros que han mirado más al mercado interno. En 2022, por ejemplo, las exportaciones tocaron un techo de 27.000 millones.
Pese a los importantes bailes en las cifras en función de los años con mayores conflictos militares (guerra de Gaza, por ejemplo), París ha enviado cargamentos y cargamentos de sus productos insignia a Oriente Medio, convirtiendo una de las zonas más conflictivas del mundo en uno de sus mayores campos de negocio. Catar y Egipto han sido dos de sus principales clientes, pero también Emiratos Árabes Unidos o Arabia Saudí. Por su parte la India es su cliente número 1, con su rivalidad con Pakistán y China como catalizador de compras. Esto se ha visto especialmente ahora con el conflicto por Cachemira, pues en los cielos de la región vuelan cazas rafale que luchan por imponer los intereses de Nueva Delhi. Hace escasas tres semanas, la India compró 26 Rafale a Francia por 7.400 millones de dólares.

También tiene otros clientes como Marruecos, Indonesia o Grecia. Todos estos países encuentran en Francia alta tecnología independiente de EEUU, algo clave para diversificar el suministro. Además, los contratos franceses vienen con un 'pack' de formación y mantenimiento que los ha hecho especialmente atractivo. Si bien el crecimiento por Oriente Medio y otros países están siendo la clave para explicar el crecimiento de la industria gala de la guerra en el exterior, la realidad es que unos pedidos masivos de Europa pillan justo a este pulmón bélico en pleno funcionamiento y en ascenso.
El escenario de la industria francesa ha llevado a los analistas de Capital Economics, liderados por Vicky Redwood, a reconocer que Francia será "el país que más se beneficie económicamente del rearme" en una verdadera transformación que durará una década. "En la medida en que los países europeos aumenten sus importaciones de otras partes de Europa, es probable que Francia sea la que más se beneficie. Es el segundo mayor exportador mundial de armas, después de Estados Unidos". Además, "cuenta con cinco de las 15 empresas de defensa más grandes de Europa".
De hecho Redwood insiste que si bien Europa "necesite ser autosuficiente", Francia es la clave para lograr este proceso. "Francia ya es capaz de producir casi toda la gama de armas necesarias para abastecerse, desde misiles de defensa aérea de corto alcance como los Mistral hasta los aviones de combate Rafale".
"Bae Systems se quedará en parte fuera de la competencia por el rearme europeo porque Reino Unido tendrá que negociar con Bruselas"
Si bien las dos empresas más grandes del continente no son francesas (al menos totalmente), hay dos peros que restan importancia a este hecho. La más grande es BAE System, la firma británica valorada en 51.400 millones de libras y uno de los padres del Eurofighters, los Harriers, los Tornado o los vehículos de combate… la realidad es que radicarse fuera de la UE limitará sus próximos pedidos. Desde Capital Economics indican que, a diferencia de las empresas francesas, la británica necesitará "llegar a acuerdos con la UE para beneficiarse del rearme". Por su parte Airbus pese a no ser francesa, es una empresa paneuropea cuyos pedidos y negocio se distribuye entre todo el Viejo Continente. De hecho la planta principal está precisamente en Toulouse.
Quitando esta última, Francia ha sabido construir una red de empresas fuertes que, aunque alguna vez pueden haber pasado bajo el radar, la realidad es que suponen el músculo bélico más importante de la región y que está listo desde ahora para abastecer los pedidos de toda la UE. Estas empresas fuertemente controladas por el Estado han sabido encontrar su lugar en el mundo logrando que cinco de las más importantes se encuentren en el top-15 mundial.
Uno para todos y todos para uno
¿Por qué Francia tiene un ecosistema militar tan engrasado que le ha llevado a situarse en el centro de todas las miradas? Son varias las razones que apuntan a este éxito militar. "Primero, por la organización del sector: es una industria muy articulada en todos los ámbitos, tanto lo que es política industrial de defensa, lo que la fuerzas armadas necesitan, como lo que es política industrial civil", explica Félix Arteaga, investigador principal del Real Instituto Elcano, en declaraciones a elEconomista.es.
A la amplia cartera industrial y capacidad de las empresas, se añade una política pública alineada con la industria de defensa: "Luego tienen un cliente que cuenta con una ley de programación militar estable, que le permite planificar a su industria a largo plazo. Es una ventaja comparativa importante, porque eso es lo que permite que todo el ecosistema de defensa sea competitivo".
Estos ingredientes junto a una doctrina de "seguridad económica" por parte del Elíseo en sus relaciones diplomáticas ha llevado a Francia a ser un país exportador en países tanto de su vieja órbita colonial como en otros destinos nuevos, en clara competencia con Estados Unidos, como ocurrió con los submarinos en Australia. "Otra ventaja que la diferencia de la industria norteamericana es que no genera dudas entre el usuario, porque decida cortar el suministro o impedir exportar. Estas normas que hay detrás de EEUU molestan y Francia no las aplica. Las reglas de exportación garantizan que a los clientes se les va a entregar el pedido, lo que supone una ventaja competitiva", indica Arteaga.
Los cinco 'mosqueteros' de Francia que dominan Europa
Todo este proceso se construye sobre una industria diversificada en la que no hay un gran buque insignia que se lleve todos los focos, sino que hay una red de cinco megaempresas y decenas de firmas auxiliares que sostienen un tejido diversificado. Estas firmas son Thales, Naval Group, Safran, Dassault y CEA. Cinco titanes en ámbitos muy distintos que aportan variedad.
Empezando por el primero, Thales es especialista en diversas áreas, desde sistemas de radar para las tres ramas del ejército hasta sistemas de guerra eléctrica, pasando por ciberseguridad, clave en un conflicto armado y sistemas de defensa aérea, además de equipamiento de solados con productos como visores, radios personales… etc. Sin embargo su producto estrella son tanto los sistemas para los Rafale como los drones, una solución que en Ucrania se ha demostrado como clave en las guerras modernas.
Los ingresos de la firma han pasado de 18.400 millones en 2019 hasta los 25.300 millones de 2024, en un crecimiento sostenido. Ahora la euforia sobre el rearme la ha convertido en uno de los valores estrella de Europa, con avances del 80% en lo que llevamos de año. En cualquier caso los pedidos ya son récord con una cartera de más de 50.000 millones de euros que no para de crecer. Con el rearme se perfila como una de las grandes ganadoras.
Naval Group, por su parte, es una de las firmas líderes a nivel mundial de submarinos nucleares, aunque también es un factor muy destacado en el mercado de fragatas y buques de combate. También ofrece servicios de modernización de flota para distintos países. La firma ha logrado ingresos de 4.300 millones de euros, casi un crecimiento del 50% respecto a 2019.
Dassault, por su parte, es el gran productor de aviones de combate siendo la empresa clave detrás del Rafale, aunque también tiene otros modelos muy vendidos como el Mirage 2000. En sus últimos resultados, la aeronáutica ha disparado sus ingresos hasta los 6.230 millones de euros. Esto, sumado a los nuevos pedidos y la promesa de convertirse en uno de los reyes del rearme europeo han disparado su cotización un 57% solo en lo que va de año.
CEA por su parte es experta en desarrollo de tecnología nuclear aplicada a defensa, mientras que Safran se especializa en tecnología de alta precisión para el sector aeronáutico siendo la responsable de los motores desde helicópteros hasta aviones a reacción aportando también equipamiento y otros productos complementarios.
Si bien estos 5 mosqueteros lideran Europa combinados por el alto valor de sus productos, otras empresas francesas dominan en el resto de ámbitos ofreciendo la diversidad necesaria tanto el ejército francés como a su oferta de cara al exterior. El ejemplo claro es Nexter Systems, la firma líder a nivel mundial en producción de artillería. Nexter está detrás de los obuses Caesar y TRF1, algunos de los más demandados del planeta. También son los encargados de fabricar los tanques más importantes de Francia, los Leclerc, al tiempo que producen desde munición hasta vehículos de combate y transporte blindado.
Propiedad francesa y contratos europeos
La principal característica de las cinco grandes firmas (y el resto) es el peso del Estado francés y empresarios galos en el accionariado. Empezando por Dassault Aviation, que es controlada por la familia homónima, hasta firmas como Naval Group o Thales, en las que el peso del Elíseo es mayoritario. La traducción de esta estructura de la propiedad es que los beneficios de las empresas militares francesas se quedan en casa frente a otras compañías como la alemana Rheinmetall o la británica BAE Systems, cuyos principales accionistas son fondos estadounidenses.
El estado galo tiene una parte importante del accionariado de todas, pero también la familia Dassault tiene una gran presencia en todas las grandes del sector. A parte de controlar más del 60% del capital de la firma que lleva su nombre, también cuenta con un 10% de Safran y un 24% de Thales. Por su parte la misma Safran posee un 27% de Thales. Al margen de estas relaciones cruzadas, el hecho de que unas sean clientes de otras y trabajen de forma permanente crea una red de colaboración entre todas que hace que operen como diferentes partes de un todo unificado.
"A Francia le gustaría una industria europea de defensa integrada dirigida por Francia"
Esta composición pública tiene una contrapartida: las vacas flacas afectan duramente a las firmas francesas. "Cuando la economía va mal, toda la cadena se resiente", indica Arteaga. El experto pone de ejemplo la nueva ley de programación militar, que contemplaba un calendario de entregas hasta 2030. "Toda la programación se ha tenido que demorar hasta el período 2030-2035 porque el Estado está atravesando serios inconvenientes económicos".
Este alineamiento público-privado en la industria militar francesa será el que deba enfrentarse al rearme europeo, con contratos multimillonarios en los que la nacionalidad del fabricante será más importante que nunca. "A Francia le gustaría una industria europea de defensa integrada dirigida por Francia", indica Arteaga, quien explica que los 26 miembros restantes de la UE huelen las intenciones de París.
Pero Francia tiene una gran ventaja: su competitividad. "La Comisión Europea dará el contrato al mejor licitante. Tanto Francia como Alemania tienen mucha capacidad de competir para llevarse los proyectos con más financiación. Haciendo el juego limpio, el reparto irá a los países europeos mejor preparados", explica Arteaga.