Economía

Los retos que afronta la industria militar española para enfilar la ingente inversión prometida a bombo y platillo

  • Está compuesto por un sector atomizado de pymes y pocos gigantes
  • Los expertos destacan que hay escasez de personal cualificado en el sector
  • Europa ha prometido un rápido rearme mediante una inyección masiva
Pieza de artillería Siac operada por el Ejército de Tierra / General Dynamics.

Las últimas semanas han estado llenas de anuncios de inversiones multimillonarias para revitalizar un sector que hasta ahora Europa había mantenido en un segundo plano: la industria militar. A principios de marzo, la Comisión Europea defendió un plan de rearme europeo para movilizar hasta 800.000 millones de euros. El Gobierno de España comunicó hace dos semanas un plan industrial con el que inyectar más de 10.000 millones de euros este mismo año y así alcanzar la meta de inversión militar del 2% del PIB, objetivo impuesto por la OTAN en 2014. Este 'bombardeo' de millones de euros del contribuyente hacia la defensa nacional deberá ser gestionado por un conjunto de empresas que nunca habían recibido tal cantidad de recursos públicos en tan poco tiempo.

Las necesidades que afronta el sector militar español hacen temer que no sea capaz de procesar la ingente cantidad de dinero que las instituciones nacionales y europeas han anunciado a bombo y platillo. Si la industria no logra vehicular la inversión en I+D+i, no capta suficiente personal y no consigue músculo financiero y crecimiento sostenible, es previsible que las promesas de militarización de los políticos se queden más cerca de un sueño que de una industria militar robusta.

El 'bombardeo' financiero aterrizará en dos áreas: las propias Fuerzas Armadas (un tercio del gasto anunciado por el Ejecutivo busca reforzar los salarios de las tropas) y el tejido industrial. A la postre, esta última es la encargada de fabricar los cohetes, tanques y balas; pero también de implementar la infraestructura tecnológica y de seguridad en el país. La cuestión que se abre es parecida a la que se vivió cuando España comenzó a recibir los fondos europeos de recuperación tras la pandemia: ¿está la industria militar española preparada para gestionar el rearme nacional? ¿Cuáles son sus principales desafíos?

Faltan ingenieros, geógrafos, físicos… y artistas

"Actualmente, no hay suficientes ingenieros ni personal técnico especializado para satisfacer la creciente demanda del sector de defensa", sentencia Begoña Rojo, ejecutiva de Desarrollo de Negocio y Relaciones Institucionales de GMV, y colaboradora de la Asociación de Ingenieros Profesionales de España (AIPE). La falta de personal técnico es una constante en España, que en el sector de la defensa tiene visos de agudizarse. "Una expansión industrial como la de que estamos hablando, requiere encontrar, formar, contratar y retener a más ingenieros y expertos", indica Rojo.

Según el Observatorio de la Ingeniería Española publicado en 2022, el país necesitará en la próxima década 200.000 ingenieros para aliviar la demanda nacional global, que en ese momento llegaba a los 700.000 ingenieros en activo. Estas proyecciones, única radiografía completa del sector hasta la fecha, se publicaron en los primeros estadios del rearme europeo vividos a partir de la guerra de Ucrania, por lo que no tiene en cuenta las últimas inversiones previstas. Pero la escasez de personal no compete solo a la ingeniería.

"En los próximos años necesitaremos una ampliación del personal especializado", indica Ángel Olivares, presidente de Feindef, la organizadora de la principal feria de defensa del sector en España. "Los perfiles más demandados incluyen ingenieros, especialistas en ciberseguridad, expertos en sistemas electrónicos y profesionales en tecnologías emergentes", añade quien fue también exsecretario de Estado de Defensa, lo que incluye expertos en IA, computación o análisis de datos, como físicos, matemáticos o informáticos.

A estos perfiles más clásicos dentro de la industria se añaden otros insospechados. Rojo explica que en los últimos años han surgido nuevas necesidades que están ampliando las perspectivas laborales del sector: "Hacen falta geógrafos, para las operaciones de observación de la Tierra o profesionales creativos especializados en el diseño de interfaces de usuario procedentes de Bellas Artes u otras disciplinas afines". Olivares cree que la relación industria-educación deberá fortalecerse para lograr la suficiente demanda de personal.

Actualmente en el sector de la industria militar, Tedae calcula que trabajan más de 95.000 empleados cualificados. La patronal del sector estima que de estos, solo unos 25.000 son trabajadores directos, mientras que el resto representa empleo indirecto e inducido. Por áreas, la división aeroespacial aglutina el 58% del empleo en defensa debido al enorme peso que tiene Airbus en el panorama nacional.

Inversión a escala masiva

Los expertos consultados son unánimes en opinar que España necesita incrementar la inversión en I+D+i. La principal incógnita es si el sector es capaz de canalizar el bombardeo de millones en programas de innovación. Según las estimaciones de Tedae, el sector de la defensa y la seguridad mueve aproximadamente 14.000 millones de euros al año.

El Ministerio de Defensa monitoriza la actividad de al menos 300 empresas que tienen relación directa con los sectores de la defensa y la seguridad. A pesar del guarismo, existen importantes desigualdades: mientras que unos pocos gigantes como Indra, Airbus (transeuropea) o Navantia aglutinan más del 70% de la producción armamentística, existe una miríada de pymes centradas en ser proveedores de estos gigantes cuya capacidad es más limitada.

O somos mejores y más rápidos, o es imposible

A esta industria atomizada se suma la inercia que nuevos sectores están adquiriendo, que demandan mayor inversión. Particularmente los sectores tecnológicos con la ciberseguridad como buque insignia. "Las amenazas evolucionan a tal velocidad que o somos mejores y más rápidos, o es imposible", asevera Alfredo Estirado, consejero delegado de TRC, firma tecnológica especializada en ciberseguridad militar.

En un contexto marcado por el riesgo de sufrir ataques cibernéticos que saboteen servicios estratégicos como la energía, las infraestructuras o las actividades más cotidianas, Estirado cree que el sector de la defensa en general y el cibernético en particular afrontan grandes desafíos: "La adaptación constante y la inversión estratégica son cruciales para mitigar estos riesgos".

El consejero delegado enumera varios de dichos retos: "La creciente sofisticación y rápida evolución de las amenazas, la necesidad de proteger infraestructuras críticas interconectadas, las vulnerabilidades en la cadena de suministro, el complejo panorama normativo, las amenazas internas (tanto por error como maliciosas) y el doble filo de la inteligencia artificial, que es tanto una herramienta de defensa como una posible fuente de ataques más avanzados; todo ello en un contexto de crecientes tensiones geopolíticas y ciberespionaje".

Para afrontar dichos escenarios, Olivares cree que en los próximos años se necesitará seguir invirtiendo a mayor ritmo en la modernización de infraestructuras, innovación tecnológica y optimización de procesos productivos. Según la Agencia Europea de Defensa, la mayor parte de la inversión se ha dedicado tradicionalmente en el Viejo Continente a las compras directas. En 2024, se gastaron 90.000 millones de euros en adquisiciones, mientras que solo 13.000 millones se destinaron a I+D+i.

Una sociedad desconfiada frente a las armas

Una de las palancas que ha abierto la Unión Europea para canalizar la inversión en defensa es justamente la financiación a través del Banco Europeo de Inversiones y otros programas que inyecten dinero en el tejido empresarial. Thijs Povel, managing partner de Dealflow en Portugal, cree que el principal beneficiario serán las empresas de doble uso militar y civil. "Tradicionalmente, los programas de financiación estándar de la UE no ofrecían apoyo financiero a las nuevas empresas de doble uso; sin embargo, los recientes cambios en los criterios de financiación permiten ahora este tipo de inversiones".

Las empresas de doble uso son la tónica habitual en el tejido militar. La división comercial de Airbus, sin ir más lejos, ofrece más ingresos a la compañía europea que el sector militar. "El sector deberá adaptarse a una realidad en la que muchas tecnologías avanzadas tienen hoy un desarrollo más rápido en el mundo civil que en el militar, lo que exigirá un esfuerzo continuo de adaptación, integración e innovación", señala Rojo.

La experta colaboradora de APIE cree que un gran desafío del sector y los Gobiernos atañe a la opinión pública. "Hay que asegurar que el actual incremento de inversión no se perciba como una medida puntual, sino como una apuesta estratégica a largo plazo para fortalecer la industria nacional de defensa". Rojo señala que dicha inversión también debe ser transversal a muchos otros sectores de la economía y sostenible en el tiempo.

Los expertos coinciden en la necesidad de que esta inversión permanente aumente la soberanía nacional y asegure las cadenas de suministros esenciales. "Para llegar a la soberanía tecnológica, lo principal es tener un pilar tecnológico nacional que genere un ecosistema robusto a su alrededor", indica Estirado. "El entorno actual de relativa urgencia, y por tanto de agilidad, obliga a formar toda una cadena de valor en nuevas tecnologías, apoyándose en las lecciones aprendidas y en los procesos productivos probados y funcionando del sector civil", señala Rojo. "La colaboración público-privada será clave para fortalecer nuestra capacidad industrial y responder eficazmente a las demandas del sector", agrega Olivares.

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