Economía

El gran rearme de Alemania ha comenzado: Berlín dispara su gasto en defensa ante la amenaza de Rusia

  • El país llega después de décadas al 2% del PIB en defensa que pide la OTAN
  • Desde la invasión rusa de Ucrania, Scholz ha impulsado un cambio de paradigma
  • Pero los expertos ven problemas para sostener este gasto en defensa en el futuro
Una unidad Puma alemana. Foto: iStock

El Gobierno de Alemania lleva desde 2022 avisando de que su gasto en defensa se va a incrementar ante la creciente amenaza de Rusia. Esta promesa ya se ha hecho casi realidad: el gran rearme alemán ha comenzado. El país gastará al menos 72.000 millones de euros en defensa este año, más que nunca en la historia de la Bundeswehr (como se conoce a las fuerzas armadas de Alemania). El gasto total se desconoce al haber partidas clasificadas, pero llega después de décadas al 2% del Producto Interior Bruto (PIB) que marca como objetivo la OTAN (la Alianza Atlántica que vincula la defensa de EEUU con la de los países europeos). De toda esta inversión, unos 52.000 millones de euros procederán del presupuesto ordinario y 19.800 millones de euros del fondo de inversión especial para defensa, enseña del cambio de paradigma de Berlín en la materia.

El canciller Olaf Scholz dio el pistoletazo de salida a esta gran inversión en defensa anunciando el fondo especial de 100.000 millones apenas tres días después de que las tropas rusas entraran en Ucrania. Fue en el ya famoso discurso ante el Bundestag en el que el socialdemócrata describió el contexto actual como un Zeitenwende (punto de inflexión decisivo) en la historia moderna de Alemania. Ese compromiso se sustanciaba en la promesa clave de dedicar el 2% del PIB a defensa, un objetivo de la OTAN que firmó en 2014 y que, hasta este año, no había logrado.

En economías muy grandes (Alemania es la tercera mayor del mundo), un 2% de PIB dedicado a defensa supone un gasto más que notable. Para dotar de contexto a este gasto, Rusia, en plena guerra con Ucrania y disparando su gasto en defensa, invirtió en 2023 prácticamente la misma cantidad en dólares que gastará Alemania en 2024. Obviamente, esa cantidad supone una porción mucho mayor del PIB de Rusia, un país que no se puede considerar desarrollado.

La confirmación por parte de Alemania de esta inversión es clave y llega justo cuando el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, se reúne en Bruselas con los ministros de Defensa de la Alianza Atlántica. El noruego ha manifestado su deseo de que la mayoría de los miembros alcancen el 2% del PIB ante una reunión que se produce tras las polémicas declaraciones criticando el gasto que supone para EEUU la Alianza del expresidente Donald Trump, que podría volver a la Casa Blanca tras las presidenciales de noviembre.

Un ejército con 'zapatos nuevos'

Este gasto de Alemania se va a transformar en nuevo equipamiento. Una porción de la partida está clasificada, pero otra es pública y ya se ve reflejada en compras o pedidos de armamento. Desde el FT ponen un ejemplo paradigmático: la base militar de Holzdorf, que en su día fue el orgullo de la Alemania del Este y eje estratégico para los países del Pacto de Varsovia que se oponían a la OTAN, se está transformando para convertirse en uno de los mayores baluartes de la Alianza en su plan de defensa contra la creciente amenaza que supone Rusia.

La pista de la base se está ampliando para que cualquier avión del arsenal de la OTAN pueda aterrizar allí. Pronto llegarán 60 nuevos helicópteros Chinook de carga pesada y el sistema de defensa aérea Arrow de Israel, capaz de derribar misiles balísticos intercontinentales antes de que entren en la atmósfera terrestre. "Aquí se gastarán más de 500 millones de euros en nueva infraestructura: hangares, bahías de mantenimiento y nuevas áreas de operaciones de vuelo", comenta el coronel Christian Guntsch, oficial del estado mayor alemán a cargo del plan de expansión, en declaraciones al diario británico.

Pero la llegada de los Chinook será la solo la 'coronación' de la transformación, afirma. Reemplazarán a los pesados helicópteros alemanes Sikorsky CH-53 que han estado en uso desde 1972 y son tan viejos que el ejército ha tenido dificultades para encontrar repuestos cuando se estropeaban. Los interceptores Chinook y Arrow se comprarán con el fondo de 100.000 millones de euros para la Bundeswehr.

Alemania despierta del letargo

La invasión rusa de Ucrania ha sido una especie de despertar para Alemania tras décadas de letargo en defensa. El hecho de que esta misma semana el propio ministerio de defensa haya certificado que el gasto en defensa alcanza el 2,01% del PIB supone un hito en la medida en la que Alemania no llegaba a ese objetivo marcado por la OTAN desde comienzos de los años 90, cuando la Guerra Fría llegaba a su fin.

En este final de la Guerra Fría, la Bundeswehr contaba con medio millón de efectivos en sus tropas, lo que la convertía en una de las fuerzas de combate más considerables de Europa. Pero entre 1990 y 2019, los efectivos cayeron un 60%. En un nuevo mundo sin la amenaza soviética y con otras prioridades en el gasto tras el esfuerzo de la reunificación de las dos Alemanias, el gasto militar pasó a un segundo plano, quedándose privado de fondos. El material militar fue suspendido, vendido o desguazado.

Un estudio del Instituto Económico Alemán (IW) encontró que el ejército había estado insuficientemente financiado en relación con los estándares de la OTAN en al menos 394.000 millones de euros entre 1990 y principios de la década de 2020. Prueba de esta infrafinanciación la dan episodios de falta de munición, repuestos y equipamiento básico en las fuerzas armadas. Según han publicado diversos medios alemanes, el ejército solo tendría disponible munición para dos días de combates. Aunque el gobierno no lo ha confirmado al ser un secreto de Estado, esas cifras quedarían muy lejos del umbral de munición para 30 días que estipula la Alianza Atlántica.

Muy sonada fue a finales de 2022 la noticia de que los 18 Puma -el vehículo blindado de infantería más caro del mundo- que el ejército iba a poner en ese momento a disposición de la OTAN estaban defectuosos, lo que obligó a prolongar la vida útil de los Marder, que llevan funcionando más de medio siglo. El episodio fue un auténtico 'jarro de agua fría' con la amenaza rusa a no tantos kilómetros y dejó muy tocada a la entonces ministra de Defensa, la socialdemócrata Christine Lambrecht, que acabó dimitiendo en enero del año pasado. Scholz la sustituyó entonces por el también miembro del SDP Boris Pistorius, quien parece haber conectado mejor con el discurso del canciller sobre el 'cambio de era'.

Si Scholz puso fin se jactó a finales de 2022, pese a los episodios como los de los Puma, de que Alemania pronto tendría "el mayor ejército convencional" de todos los estados miembros europeos en la OTAN", Pistorius ha ido aún más lejos, diciendo en una entrevista en noviembre pasado que Alemania debe convertirse en kriegstüchtig, palabra que significa "listo para la guerra". Declaraciones de este tipo han provocado una amplia protesta en el ala pacifista de los socialdemócratas en un país muy sensible al debate bélico con el recuerdo aún de la II Guerra Mundial. Sin embargo, el tono de Pistorius sí parece sintonizar con la opinión pública.

Según una encuesta de la consultora PwC publicada esta semana, el 59% de los alemanes encuestados espera que EEUU reduzca significativamente su ayuda a Ucrania bajo una segunda presidencia de Trump en EEUU y el 68% respalda un mayor gasto en defensa en el país. En total, el 57% de los encuestados respalda el plan del gobierno de invertir el 2% o más del PIB en defensa para cumplir el objetivo fijado por la OTAN y el 58% se muestra receptivo a la constitución del flanco oriental de la Alianza Atlántica, incluido el envío de una brigada alemana a Lituania. "Hace cinco años, la gente habría llamado loco a Pistorius por usar esos términos. Ahora es el político más popular de Alemania", señala al FT Christoph Heusgen, asesor de política exterior de la excanciller Angela Merkel durante mucho tiempo y ahora jefe de la Conferencia de Seguridad de Múnich.

Una estrategia nacional... pero con lagunas

En el marco de este cambio de retórica, el gobierno de coalición alemán (una recurrentemente mal avenida alianza de socialistas, verdes y liberales) presentó el pasado junio su primera Nationale Sicherheitsstrategie (estrategia de seguridad nacional) integral. Scholz calificó el documento como un "cambio importante" que busca integrar la planificación militar con cuestiones de seguridad que van desde el cambio climático hasta las alianzas y que termina de sustanciar su pretendido punto de inflexión histórico con el telón de fondo de la amenaza rusa y los años de excesiva dependencia energética de Moscú.

"La primera estrategia de seguridad nacional de Alemania es un paso para que el país ponga a prueba su seguridad y sus políticas frente a la guerra de Rusia en Ucrania y los cambios sísmicos en la seguridad europea que la guerra ha traído. Los desacuerdos, los retrasos y el prolongado proceso para finalizar la estrategia muestran cuán desafiantes son tanto el Zeitenwende 'mental' que se requiere de los tomadores de decisiones en Berlín como su implementación práctica. Durante demasiado tiempo, los criterios estratégicos y de seguridad parecieron jugar un papel muy pequeño en la toma de decisiones alemana", opina Jörn Fleck es el director senior del Centro Europeo del think tank estadounidense Atlantic Council.

"Alemania se está dando cuenta de que los florecientes lazos comerciales y la diplomacia por sí solos no proporcionan seguridad. La paz se logra a través de la fuerza, y la primera estrategia de seguridad nacional de Alemania enfatiza con razón la importancia de una disuasión creíble y enumera el objetivo de hacer de la Bundeswehr una de las fuerzas armadas convencionales más efectivas de Europa", soslaya, Roderick Kefferputz, estratega también del think tank atlantista.

Por supuesto, el gran cambio no se materializará de la noche a la mañana. "El ritmo es demasiado lento y al producto final le faltan avances en elementos institucionales clave como un consejo de seguridad nacional", señala Fleck. La estrategia no ofrece una idea clara de cómo se podría llegar al 2% anual del PIB en defensa, denuncia Raquel Rizzo, también del Atlantic Council, quien apunta con preocupación a la frase en la que el gobierno dice que se esforzará por implantar esta estrategia sin coste adicional para el presupuesto federal general. "Esto no parece tener sentido", lamenta Rizzo. El fondo especial de 100.000 millones paralelo al presupuesto federal está previsto que se agote en 2027 y la cancillería de momento ha descartado ampliarlo a 300.000 millones, como se ha pedido desde la oposición.

Los expertos creen que el país tendrá que desembolsar entre 25.000 y 30.000 millones de euros adicionales al año del presupuesto general para alcanzar el objetivo del 2%, una suma deslumbrante que podría requerir recortes drásticos en el gasto social. "Necesitamos un debate más amplio sobre de dónde van a venir los 30.000 millones de euros adicionales", dice Heusgen.

"Las brechas de inversión en muchas áreas de seguridad muestran que Alemania, a la luz de los graves desafíos que enfrenta, debería considerar implementar un impuesto especial para la seguridad durante la próxima década. En esos diez años, ese impuesto debería aplicarse a la seguridad en todos los ámbitos de la vida, no sólo en lo que respecta al ejército, sino también a la protección del clima o la ciberseguridad, por ejemplo", aconsejan los expertos del Consejo Alemán de Relaciones Exteriores en un informe en el que alertan de la brecha que puede surgir en los próximos años entre el objetivo del 2% y el gasto real asignado.

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