
La banca europea acapara buena parte de los titulares de la prensa económica mundial. El centro de la atención se la ha llevado el Deutsche Bank. El DB tiene problemas, problemas comunes a muchas de las entidades del Viejo Continente.
Vaya por delante que en ningún momento pienso que los depósitos de los clientes en DB estén en peligro, al igual que los productos contratados a través de sus oficinas como: seguros, fondos de inversión, de pensiones... Son productos independientes de la situación patrimonial del banco. Los clientes por tanto deberían mantener la calma, salvo los que tengan parte de su patrimonio invertido en activos financieros, acciones y renta fija del gigante alemán que tendrán que acostumbrarse a su volatilidad.
El DB, como muchos otros bancos europeos, se ve lastrado por el bajo precio del petróleo, tipos de interés cero y dudas sobre la fortaleza de la economía. Pero específicamente en el banco alemán hay que añadir importantes escándalos por manipulación de mercados o prácticas dudosas, graves problemas en su unidad de banca de inversión y por último una deficiente y cuestionada expansión internacional. El año pasado el banco cerró sus cuentas con pérdidas de 6.700 millones y, para este año, las previsiones apuntan en el mismo sentido. La puntilla ha sido la posible multa de hasta 14.000 millones de dólares por prácticas en el mercado hipotecario americano, que se añade a otras multas pendientes. Muy preocupantes son las informaciones de ayer mismo de que sus clientes americanos están retirando sus cuentas y activos, desde el banco alemán a otras, de ser ciertas.
El morbo está servido, más después de que Angela Merkel dijera que no iba a apoyar al banco. Sin embargo, rápidamente importantes personalidades como el presidente de la aseguradora Allianz, venían a desmentir a la canciller. Es evidente que DB, por su tamaño el mayor banco de riesgo sistémico del mundo, no puede convertirse en un nuevo Lehman Brothers, más en estos momentos. Yo también pienso que en caso de necesitar una intervención, el dinero público entraría a reflotar al banco. Es más, no creo que nunca se llegue a esa línea mortal de plantearse si dejar caer al banco o no. Su base de clientes es amplia, además de tener acceso a la importante barra de liquidez de el BCE mantiene; pero además creo que, antes de darse su caída, Berlín entraría en el banco con un 25 por ciento de capital, tal y como apuntan los rumores sobre un hipotético programa de rescate. Por supuesto también que no se va a llegar a ese importe de 14.000 millones de dólares en la multa, antes habrá negociación, como con Apple. Por tanto, creo que hay una visión deformada e hipersensible de la situación del banco. Insisto no veo problema con su solvencia, tan sólo en la enorme volatilidad que tienen el precio de las acciones, y más de los bancos en este momento.
Sin embargo, DB ya está haciendo daño; lo hace en las cuentas de aseguradoras, fondos de inversión, de pensiones, soberanos... Estos vehículos tienen activos financieros emitidos por el gigante alemán y el derrumbe del precio de los mismos naturalmente les afecta. El daño puede ser mayor si se convierten activos como los cocos en capital. Si el Gobierno alemán entra en el capital, se producirá con seguridad. Conviene recordar que este tipo de activos, los afro, sirven precisamente para reforzar el capital en estos momentos y están en manos de inversores profesionales. Esto por cierto es una garantía para los depositantes del banco, aunque para los inversores sean pérdidas. Afecta y afectará al mercado interbancario, donde su efecto es menor dado el actual papel del BCE; bienvenida sea en este momento esa liquidez ilimitada. Por cierto, el daño, si se le dejara caer, no puede ser ni valorado. Solamente en derivados DB tiene una cartera de contrapartida enorme, algo que afectaría, y de qué manera, a las finanzas mundiales.
Pero DB es un ejemplo llamativo del problema de la banca alemana y de la europea. Desde hace tiempo la atención sobre los bancos alemanes ha sido intensa por parte de los que seguimos el sector; es más el secretismo impuesto por Berlín no hace más que aumentar la preocupación. Comerzbank ya fue rescatado en su momento y esta misma semana nos anuncia medidas mirando la cuenta de resultados. Las dudas son más intensas y preocupantes si pensamos en las cajas de ahorro.
Mucha de la banca europea tiene problemas. En Portugal o Italia, esos problemas pueden ser de solvencia. En otros países como España, principalmente de rentabilidad; problemas que, de no solucionarse, acaban generando apuros de solvencia. Veremos reestructuraciones, fusiones y un nuevo mapa bancario en Europa. Un buen ejemplo ha sido el acertado movimiento de Economía proponiendo ya la fusión Bankia-BMN. Veremos movimientos intrafronterizos como los que Caixabank está haciendo en Portugal.
Mientras tanto, y en materia bancaria, se sigue legislando en Europa. Esperemos que acaben pronto, pues la situación requiere una legislación completa, no parcial como es en estos momentos. Bruselas debe tener prisa en completar el marco reglamentario, así como definir perfectamente el Mecanismo Único de Supervisión y el de Resolución, MUS y MUR.