
El poder de las estrellas contenido en un dónut. Aunque pueda sonar a una metáfora, es la esencia de lo que quiere hacer Commonwealth Fusion Systems (CFS) en Japón. La firma energética, que ha sido financiada en sucesivas rondas por inversores de la talla de Microsoft, Google o Nvidia, ha conversado con las autoridades tokiotas para construir una central de fusión nuclear que funcione "a finales de la década de 2030 o comienzos de la de 2040". Para ello, pretende aliarse con un conglomerado nipón liderado por Mitsui y Mitsubishi, según han explicado las firmas en un comunicado. El objetivo es proveer de una nueva fuente de electricidad que sea limpia y asequible.
Las grandes tecnológicas de Wall Street necesitan energía. La digitalización, la expansión de centros de datos y la entrada de la inteligencia artificial está demandando cantidades ingentes de electricidad. Las ansias por un suministro mayor es tan grande que compañías como Amazon, Google y Microsoft anunciaron a finales del año pasado planes para levantar centrales nucleares convencionales y la Administración Trump ha declarado en diversas ocasiones su intención de promocionar la energía atómica.
Para las niñas bonitas de Wall Street, sin embargo, la fisión nuclear no basta y llevan varios años financiando a empresas innovadoras que prometen traer la mayor revolución energética de la humanidad desde la industrialización: la fusión atómica.
El alimento de la luz
Esta tecnología pretende revolucionar la energía consumida por la humanidad realizando el proceso inverso a las plantas nucleares convencionales. Mientras que las centrales de fisión separan átomos de elementos pesados como uranio o plutonio, las de fusión unen átomos de hidrógeno, el elemento más común del universo, para producir todavía más energía que una central actual.
¿Es un imposible? Es el método que utilizan las estrellas como el Sol para producir luz y calor. El problema para la humanidad es que la tecnología y conocimientos necesarios para generar este alimento del universo son inmensos. A finales de 2022, la Casa Blanca anunció al mundo que por primera vez habían conseguido generar energía neta con un proceso de fusión nuclear en un laboratorio. El reto es trasladarlo a gran escala y convertirlo en una alternativa comercial que complemente las tecnologías energéticas actuales.
La búsqueda de la fusión del átomo tiene detrás a multitud de países y corporaciones que saben lo que se pueden jugar. De desarrollarse una tecnología viable, una central atómica de estas características apenas produce desechos problemáticos y muy poca radiactividad. El resultado principal de la fusión de núcleos de hidrógeno es helio, un gas noble presente en la naturaleza.
Rosquillas, plasma y dinero
El peso potencial que tiene la fusión atómica ha llevado a Japón a replantearse su estrategia nuclear. El país del Sol Naciente está resucitando su parque atómico y ha adelantado el objetivo de contar con una central de fusión a 2030. El escenario original planteaba construir una planta a mediados de siglo.
Consiga o no dicha meta, el interés de Tokio por la fusión del hidrógeno ha sido visto como una oportunidad por Wall Street. La central que quiere impulsar CFS, una compañía fundada al amparo de un centro de investigación del MIT, está basada en la tecnología de tokamak e imanes superconductores de alta temperatura. Un tokamak es una cámara con forma de rosquilla rodeada de bobinas magnéticas.
Ideados por científicos soviéticos, la tokamak es una de las estrategias que ha conseguido mejores resultados hasta ahora. Conforme se calienta un material a millones de grados —la temperatura del interior de las estrellas—, este va cambiando de estado hasta convertirse en una especie de mejunje llamado plasma. Los imanes retienen el plasma en suspensión y permiten que la temperatura y la fuerza magnética permitan producirse la unión de los átomos de hidrógeno.
La apuesta de las grandes tecnológicas por la fusión nuclear no se queda solo en las rosquillas del MIT. Otras compañías que han acaparado la atención de tecnológicas, firmas de inversión o incluso petroleras son TAE Technologies y Helion Energy.
La primera, que ya ha recaudado más de 1.200 millones de dólares en sucesivas rondas de financiación, está revolucionando al sector con un enfoque novedoso. A diferencia de la competencia, TAE pretende que sea el propio plasma de hidrógeno el que genere el campo magnético en vez de con bobinas externas mediante un choque controlado. De esta manera, la producción genera menos radiación y las instalaciones son más pequeñas. La contrapartida es que necesita temperaturas más altas para generar energía. El objetivo de la compañía, que lleva años trabajando con Google y Chevron, es tener una central lista en 2030.
Helion ha recibido fondos de empresas como SoftBank, OpenAI o Microsoft para levantar su primera central en 2028. De hecho, tiene un acuerdo de suministro de energía con el gigante de Windows para alcanzarlo. Helion quiere producir energía mediante un proceso conocido como fusión magnetoinercial, que combina el confinamiento de los imanes con el movimiento del plasma en la cámara. La compañía ya ha recibido más de 1.000 millones de dólares de financiación para lograrlo. Junto a TAE y CFS, son las favoritas de la élite tecnológica de Wall Street para lograr la revolución atómica.
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