La conquista de la independencia europea, y concretamente alemana, del gas ruso todavía no se vislumbra en el horizonte. Los expertos coinciden en que el verdadero reto en este sentido se encuentra en el gas. Y es que la infraestructura gasista todavía no está preparada para un reto de esas magnitudes, algo que no ocurre con el petróleo.
"Sustituir esta materia prima va a implicar el desarrollo de nuevos gasoductos o bien la construcción de más barcos de GNL. No existe suficiente infraestructura tan específica porque no nos planteábamos un problema así", explica a elEconomista el estratega de inversiones Víctor Alvargonzález, estratega de inversiones y socio fundador de NextepFinance.
Para el economista Javier Santacruz, en el caso concreto de Alemania, la desconexión del gas ruso es especialmente complicada. El sistema gasista no está preparado para la llegada de gas por vía marítima. "No tienen infraestructura necesaria para canalizar el gas licuado hacia industrias y familias".
Aunque el canciller alemán, Olaf Scholz, ya ha decidido acelerar las obras de construcción de dos terminales de regasificación, Alemania todavía no cuenta con ninguna. Los dos proyectos en desarrollo son la terminal de 8 Bcm/año de Brunsbuttel y una instalación de 12 Bcm/año en Stade.
En el año 2020, Uniper abandonó sus planes de construir una terminal flotante de GNL de 10.000 millones de metros cúbicos al año en Wilhelmshaven, para dedicarla a la importación de hidrógeno. Este proyecto podría también ahora recuperar impulso.
Asimismo, el proyecto de Brunsbuttel se ralentizó tras la salida de Vopak, una de las tres empresas que formaban la sociedad promotora junto con el operador holandés Gasunie y la alemana Oiltanking. Y Hanseatic Energy Hub -promotor de la instalación de Stade- ha retrasado el proceso de capacidad vinculante para el emplazamiento hasta más adelante en 2022 debido a la actual volatilidad del mercado, tal y como recoge S&P Platts.
En este paradigma de búsqueda de nuevas alternativas, España también podrá desempeñar un papel fundamental para el suministro europeo por sus siete plantas regasificadoras, tal y como afirmó el mes pasado la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
De ahí que se hayan desempolvado las conversaciones sobre el MidCat, un gasoducto ideado hace más de una década que conectaría España y Francia con capacidad de insuflar en el continente cerca del 5% del gas que ahora importa de Rusia, pero cuya construcción fue tumbada por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) y el regulador francés de la energía (CRE). Sin embargo, según apuntan varios expertos, la construcción de un proyecto de esta envergadura podría demorarse 10 años.
"Se puede tardar mas en montar toda la infraestructura europea necesaria que se necesita a lograr el triunfo de una negociación con Rusia", sentencia Víctor Alvargonzalez.
Un 'mix verde'
La crisis en Ucrania también ha reavivado las conversaciones sobre la configuración de un sistema de generación mayoritariamente renovable que favorezca la independencia de suministradores externos como Rusia. Sin embargo, tal y como afirma Daniel Lacalle a este medio, sustituir el gas ruso por la eólica y solar plantearía grandes dificultades. "Además de ser [energías] intermitentes y volátiles, hay que gastar una cantidad absolutamente brutal, que sería dos billones de euros en inversión, más redes que aumentarían mucho más la tarifa de los consumidores", recalca.
En este sentido, para el experto, la manera de diversificar el suministro y evitar la importación masiva de gas ruso es diversificando el suministro -con gas de otros exportadores como EEUU, Dubai, Noruega o Qatar-, utilizar otras tecnologías y "una política seria por parte de los países europeos de permitir la exploración y explotación de las reservas de gas que tiene Europa que están prohibidas", añade.
El fin del carbón en peligro
Javier Santacruz asegura que si se siguen las vías anteriormente comentadas, Europa logrará la independencia del gas de Putin, pero será un proceso largo. Para el economista, ni siquiera en el horizonte de 2030 la independencia de Alemania sería total, probablemente el suministro de gas procedente de otros países solo alcance el 70-80%.
Precisamente en este horizonte Alemania se había comprometido a adelantar el abandono del carbón. Objetivo que ha dejado aparcado al reactivar sus centrales ante el riesgo de falta de suministro energético, para enfrentarse a la situación actual en la que se enfrenta al riesgo de un corte del gas procedente de Rusia.
Alternativas
Aunque Europa ya ha establecido una lista de sanciones contra Rusia por la invasión de Ucrania, en lo referente a las importaciones de gas todavía no hay una decisión firme y unánime. En este sentido, en una entrevista al diario El País, Josep Borrell, alto representante de Asuntos Exteriores y Seguridad, aseguró que los países europeos podrán cortar el gas ruso sin necesidad de alcanzar esa unanimidad.
Los países europeos podrán cortar el gas ruso sin necesidad de alcanzar la unanimidad
"Nos guste o no, no se puede tomar una decisión por unanimidad", sentenció en la entrevista el político, que aseguró que no es necesaria una actuación conjunta para actuar de forma voluntaria y siguiendo un plan. "Es lo que está ocurriendo ahora y está funcionando. No tendrá efectos mañana, es una senda de reducción. Alemania ha asegurado que se librará del petróleo ruso a finales de año. Y recuerde que Rusia recibe mucho más dinero del petróleo que del gas. Ya está ocurriendo", explicó.
Muchos países europeos ya están buscando diferentes alternativas. Italia tiene una línea de actuación muy clara y comprará una unidad flotante de regasificación y alquilará una segunda como parte de su estrategia para no depender del gas sobre el que el Kremlin tiene el poder. Así pues, el ministro Cingolani ilustró su estrategia para reducir la fuerte dependencia de Italia del gas natural importado del extranjero, que supone el 95% del total que consume, pero sobre todo de Rusia, de donde llegaron casi 29.000 millones de metros cúbicos en 2021, un 38% del total. Una dependencia que con el tiempo ha ido al alza si se tiene en cuenta que, por ejemplo, Italia utilizaba en 2011 unos 20.000 millones de metros cúbicos del gas ruso, lo que representaba un 25% del consumo total.
Además, la producción nacional de Italia se ha visto reducida, pasando de los 15.000 millones de metros cúbicos extraídos en 2011 a los 3.000 millones del pasado año, debido a tal y como indicó el ministro italiano, la ausencia de inversiones y al agotamiento de los yacimientos.
El Gobierno italiano ha movido ficha también en Angola, República del Congo y Argelia. El primer acuerdo, entre la energética italiana ENI y la República del Congo prevé la "aceleración y el aumento de la producción del gas" en el país africano. Con ello, Italia recibirá, a partir de 2023, 3 millones de toneladas al año de Gas Natural Licuado (GNL), aumentando la partida del Congo a más de 4.500 millones de metros cúbicos al año. Con este mismo objetivo, Italia ha firmado también una Declaración de Intenciones con Angola que reafirma la voluntad de "desarrollar nuevas actividades en el sector del gas natural" que aumenten las exportaciones a Italia, explicó el Ministerio de Asuntos Exteriores italiano en un comunicado.
Pero sin duda alguna, el movimiento estrella de Draghi ha sido proclamarse como nuevo socio preferente de Argelia en lo que respeta al mercado del gas tan solo un día después de que Toufik Hakar, de Sonatrach, descartase revisar los precios del gas a España. "Nuestros gobiernos han firmado un acuerdo sobre la cooperación bilateral en el sector de la energía además del acuerdo entre (la empresa italiana de hidrocarburos) Eni y (la argelina) Sonatrach para aumentar la exportación de gas hacia Italia", declaró el primer ministro italiano tras su audiencia con el presidente argelino, Abdelmadjid Tebboun, en la que fue recibido con todos los honores. Argelia es hoy el segundo vendedor de gas a Italia, por detrás de Rusia, y suministra el 30 % del consumo nacional del país europeo a través de a través del tubo Transmed, que tiene una capacidad de hasta 27.000 millones de metros cúbicos.
España tampoco se queda atrás y es que, a pesar de recibir principalmente gas desde el continente africano, el Gobierno de las Islas Canarias ya ha pedido, por ejemplo, ubicar una regasificadora flotante en Tenerife, junto al puerto industrial de Granadilla, en el contexto de tratar de mitigar el golpe económico de la invasión rusa, para "reducir los costes de la generación de la energía y la contaminación atmosférica a la espera de que se consolide el desarrollo de las energías renovables" y la subida de precios por parte del Gobierno argelino, al contrario de lo decidido para el resto de compradores europeos de este combustible.
Francia por su parte sigue apostando más que nunca por su binomio de nucleares y renovables. Dentro de la Estrategia Energética y Climática para 2030 presentada por Emmanuel Macron, el país galo pretende cerrar las últimas plantas de carbón a lo largo de este año, duplicar la capacidad instalada de renovable en el año 2028 con el objetivo de alcanzar el 45% de renovables para 2035 y fijar para 2035 una cuota de la energía nuclear del 50%, a pesar de que hoy está en aproximadamente un 70%.