
La crisis sanitaria está golpeando con fuera la rentabilidad de la banca española. Las entidades que operan en nuestro país han hundido su rentabilidad hasta el -7,46% a cierre del primer semestre del año, frente al 7,69% donde la tenían situada un año antes. Esta caída se explica por los menores beneficios que ha obtenido el sector en los primeros seis meses del año ante al deterioro del fondo de comercio de varias de las filiales de las entidades fuera de España, principalmente del Santander y BBVA, y el incremento de provisiones para hacer frente a los futuros riesgos de la crisis, según el Banco de España. La gran banca española ha realizado dotaciones por 11.900 millones de euros para cubrirse de los impagos que deje la pandemia ante al compleja situación económica para familias y empresas. Sin embargo, está aún por ver si estas provisiones serán suficientes para afrontar la crisis. Todo dependerá de la duración de la crisis y el incremento de la morosidad.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) ya ha señalado a nuestro país. Según el organismo, la economía española es la más golpeada por la pandemia y "la crisis está lejos de terminar". Los datos se emparejan con los ya avanzados por el Banco de España que determinó que el país no saldrá de la crisis, al menos, hasta 2023. Cuanto más lejos esté la recuperación mayor impacto tendrán sobre la situación de la banca. De hecho, el gobernador del organismo supervisor nacional, Pablo Hernández de Cos, ya ha sido claro en sus previsiones: la situación puede empeorar.
A pesar de que hay entidades, como Bankinter, que ya avanzaron que con los 300 millones provisionados hasta junio, daban por cubierta la crisis, la realidad es que la recuperación está lejos de producirse y la recesión se extenderá en nuestro país más allá de lo previsto, a pesar de que haya una vacuna. De un lado, las entidades sufrirán los efectos del desempleo -el FMI ya apunta que no se reducirá la tasa de paro hasta 2022-, ya que ante peor situación de las familias, más dificultades tendrán a la hora de pagar sus préstamos. Además, las empresas españolas, en parte a través de los créditos avalados por el ICO, son las que más se han endeudado en lo que llevamos de año de la zona euro. Concretamente, según el BCE, los avales ya suponen el 11% de la deuda global de las sociedades de nuestro país.
La lejana recuperación, según el Banco de España, podrá influir gravemente en la solvencia de las compañías del país hasta llevarlas a la quiebra, lo que implicaría una mayor morosidad para la banca ante la incapacidad de afrontar sus préstamos. Asimismo, cada banco también asumen sus propios riesgos en función de la exposición que tienen a los sectores más afectados por la pandemia, como la hostelería y el ocio.
Por tanto, el incremento de las provisiones de los bancos se va a ver condicionado por dos variables muy conectadas entre sí; la recuperación de la economía y el incremento de los impagos. La primera, ya se ve lejana según los datos aportados por el FMI y el Banco de España, lo que implicaría que, a medida que se alargue la recesión, las entidades tendrán que seguir incrementando las provisiones para cubrirse de los mayores riesgos. La segunda variable, el incremento de la morosidad, es una incertidumbre que ningún supervisor se atreve aún a adelantar. De un lado, hay que esperar a que terminen los efectos de las moratorias hipotecarias y de crédito al consumo para conocer qué clientes podrán seguir abordando sus deudas. De otro, de nuevo, cuanto mayor sea la crisis y los efectos sobre el empleo, peor será la realidad económica de familias y empresas para afrontar sus préstamos.
A pesar de que la situación económica aún no ha tenido efecto en la solvencia de las entidades financieras, el Banco de España advierte: "no debemos ser complacientes con esta situación". Según sus estimaciones, el deterioro previsible de los activos va a tener el sector augura un un impacto significativo sobre la solvencia de las entidades. Además, este impacto será diferente dependiendo tanto del punto de partida de cada banco como de su distinta exposición a los sectores más afectados por esta crisis.
A más provisiones, como finalmente parece que ocurrirá por la inexistencia de una recuperación completa y su extensión en el tiempo, menores beneficios y más daño en la rentabilidad de la banca. Por ello, tanto desde el Gobierno, como desde el BCE, el Banco de España o la EBA (Autoridad Bancaria Europea, por sus siglas en inglés) apuntan a la necesidad de que el sector se fusione para recortar gastos, ganar masa, elevar la eficiencia e incrementar la rentabilidad. En España, ya han tomado las riendas CaixaBank y Bankia con su fusión ya aprobada, seguidos por Unicaja y Liberbank cuyos consejos negocian una integración que podría hacerse efectiva a inicios de noviembre. Por su parte, el Sabadell, ya estudia operaciones estratégicas, entre las que entra una futura consolidación.