Empresas y finanzas

Cerrar Madrid: la decisión que nadie quiere ejecutar

  • Actuar cuanto antes aliviará la dureza de las medidas

La Comunidad de Madrid y el Gobierno de España juegan al gato y al ratón. Ambos ejecutivos disponen de los mismos datos y si se escucha a los portavoces sanitarios de cada uno, parece que los dos saben cuál va a ser el final de todo el proceso. Pero nadie quiere dar el primer paso. Uno pide celeridad para que se lleven a cabo sus decisiones, el otro pide que las justifique. Y en medio, la pandemia sigue ganando terreno.

Más de 13.000 casos entre el viernes y el lunes. 233 fallecidos durante la última semana. Una tasa de positividad que dobla la media española (21% frente a 11%) y Madrid representa el 40% de los casos que se notifican en España. Esa es la situación que dibuja el Ministerio de Sanidad, a la que habría que sumarle una atención primaria colapsada y unos hospitales que ya empiezan a reducir su actividad ordinaria.

Desde Madrid se rebaja el pesimismo. Aseguran que Illa traslada criterios como la preocupación o la singularidad de la capital, sin acompañarla de datos epidemiológicos. Y en relación a los 500 casos por 100.000 habitantes, la Comunidad pide una explicación técnica de la elección del número y su extrapolación a toda España. Además exhibe una reducción de las camas de UCI (es decir, una menor presión asistencial) y un fortalecimiento de la red hospitalaria. 

Ni unos ni otros desmienten los datos del contrario. Los reconocen a regañadientes y los relativizan. Las posiciones son más dicotómicas: "cierre Madrid; no lo pienso hacer, hazlo tú". Por eso parece que la decisión está tomada y que las reuniones solo sirven para justificarse los unos a los otros el relato posterior.

Los expertos en salud pública y los epidemiólogos explican que la segunda ola en Madrid es un tsunami. "Hay una presión asistencial, un número de casos muy alto y, sin embargo, el de brotes muy pequeño", dicen en un resumen claro de que lo que se vive hoy en Madrid es una situación de transmisión comunitaria sostenida. Por eso hay que tomar una decisión ya, sea quien sea, para evitar volver a una situación de confinamiento total. Hoy todavía se podría salvar la actividad escolar, los movimientos por cuestiones laborales y algo de ocio y comercio, aunque con aforos muy reducidos. Los expertos apuntan a una especie de Fase 1, habría reducción de aforos al 50% (incluso el 33%) para algunas actividades de ocio, tiendas de más de 400 metros cerradas y reuniones de seis personas.   

El problema de fondo es que cerrar Madrid es un fracaso, y nadie quiere cargar con él. El Ministerio insta a la Comunidad que asuma la decisión y ésta regatea la decisión para que el coste lo asuma el Gobierno con una intervención. El asunto es que cuando más se tarde en tomar la decisión, más duras serán las restricciones, o bien habrá que mantenerlas por más tiempo. Solo hay que recordar lo que ocurrió el 14 de marzo y hasta cuando duró. Y ahí es donde radica el sinsentido político para los ciudadanos, que no se merecen volver a quebrar sus vidas por segunda vez. Sobre todo porque, como puede comprobarse en otras zonas (españolas o europeas), la pandemia, o al menos su virulencia, es controlable.

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