
El mercado solar fotovoltaico español se quedará este año en apenas un tercio del tamaño que adquirió el año pasado, en el que, gracias a las subastas celebradas en 2018, batió su récord de instalación con más de 4.200 MW y proporcionó empleo a cerca de 60.000 personas. La ausencia de pujas, los bajos precios eléctricos y los retrasos provocados por la pandemia tienen la culpa.
La Unión Española Fotovoltaica (Unef), la asociación patronal de esta tecnología solar, ha presentado su informe anual de 2019, El sector fotovoltaico hacia una nueva era, en el que informa de la situación durante el año pasado: se instalaron 4.201 MW en plantas en suelo (un 16.000% más) y unos 459 MW de instalaciones en régimen de autoconsumo (un 95% más), lo que supera con creces el hito de 2.733 MW alcanzado en 2008.
Gracias a estas cifras, de acuerdo con los cálculos de la Universidad de Castilla-La Mancha, durante el año pasado el sector mantuvo 58.699 empleos, entre directos, indirectos e inducidos, y aportó 7.785 millones de euros al PIB, con una contribución a la balanza comercial de 1.603 millones, por las exportaciones y actividades desarrolladas por nuestras empresas en 76 países.
Sin embargo, este año la situación será muy distinta. Los primeros cálculos de la Asociación, según su director general, José Donoso, son que el mercado nacional podría quedarse en unos 1.500 MW. El fuerte descenso se produce por la ausencia de subastas de renovables -que considera "imprescindibles"- y por el retraso en la ejecución de los proyectos provocado por la pandemia.
Los proyectos sin ayudas, frenados
El año pasado ya se instalaron casi 700 MW sin ningún tipo de ayuda, sólo con contratos de compraventa de energía a largo plazo (PPA por sus siglas en inglés) o vendiendo la energía a precio del mercado eléctrico directamente. Este ejercicio ya se ha superado esa cifra -se han conectado unos 780 MW a las redes eléctricas-, pero es muy difícil aventurar cómo reaccionará el mercado en los próximos meses.
Por una parte, aunque las grandes eléctricas, como Endesa o Iberdrola, estén ejecutando grandes plantas, la pandemia ha retrasado las tramitaciones de los proyectos, el mercado de PPA se ha frenado por la caída de precios del mercado eléctrico causado por la Covid-19 -tardarán un par de años en recuperarse- y, además, muchos de los promotores van a esperar a las próximas subastas para las fuentes limpias con la intención de concursar con sus proyectos y minimizar riesgos.
Paralelamente, el mercado de autoconsumo -que aporta notablemente menos volumen que las grandes centrales- ha sufrido un fuerte impacto con las restricciones a la movilidad, sobre todo en los segmentos industriales y de servicios, aunque las exenciones fiscales que aplican los ayuntamientos están impulsando el mercado doméstico, y las expectativas son que lo hagan aún más.
En todo caso, Unef se daría por satisfecha si el mercado de autoconsumo se mantuviera al mismo nivel que el pasado 2019 y pide incentivos, como amortizar aceleradamente las instalaciones, obligar a instalar más paneles en determinados edificios, facilitar los acuerdos en las comunidades de propietarios o reducir aún más el peso del término fijo del recibo eléctrico para aumentar la rentabilidad de la autogeneración.
Las subastas, imprescindibles
Con esta coyuntura, las próximas subastas se revelan como fundamentales para que crezca con fuerza el mercado en los próximos años. En este sentido, Unef plantea que, al menos en las primeras pujas, compitan todas las tecnologías verdes entre sí -la fotovoltaica es la más barata- para maximizar el ahorro a los consumidores; limitar la capacidad obtenida por un único participante al 30%; reservar un 20% para proyectos menores de 10 MW; que sólo puedan participar los proyectos con acceso a la red y permisos ambientales…
El sistema de subastas planteado por el Gobierno, actualmente en tramitación, es muy abierto y los detalles se concretarán en cada uno de los concursos.