
Durante este 2019 se ha producido una avalancha de instalaciones renovables, como resultado de las subastas celebradas en 2017, pero en 2020 puede suceder algo muy distinto, porque el Gobierno no ha promulgado un nuevo sistema de subastas para las plantas verdes y los promotores no confían en que vayan a recuperar la inversión sólo con los ingresos que les proporcionará el mercado de la electricidad.
Durante el pasado fin de semana, en plena borrasca, la hidráulica y la eólica produjeron tanta electricidad que las renovables llegaron a cubrir el 60% de la demanda del país, con puntas superiores al 70%. Durante unas 50 horas, el carbón no produjo un solo kWh -algo insólito- y las centrales nucleares tuvieron que reducir su potencia para dejar paso a la generación verde, algo también extraordinario.
Esta tremenda penetración de las renovables, por otro lado, hundió el precio de la electricidad, alcanzando los niveles más bajos desde 2014 -el precio medio el domingo fue de 1,94 euros por MWh-, con tres horas de la madrugada en que apenas alcanzo los 0,1 euros por MWh. Normalmente, el precio oscila entre los 45 y los 55 euros por MWh.
¿Por qué? Pues porque la mayoría de las renovables no tienen costes operativos -o son muy pequeños- y ofertan su electricidad a precios muy bajos al mercado mayorista de la electricidad -también conocido como pool-, en el que todas las ofertas cobran el precio de la oferta más cara que es necesaria para cubrir la demanda. De este modo, cuantas más renovables con bajos costes operativos entran en el mercado, más bajo resulta el precio final.
Este mecanismo, que favorece al consumidor, plantea un problema para los generadores, puesto que cuanta más energía renovable entre en el sistema eléctrico, menos cobran por su producción eléctrica. Y es particularmente grave en el caso de la solar y la eólica, porque producen todos a la vez, amenazando que las instalaciones reciban los ingresos suficientes para amortizar sus costes de inversión, muy elevados.
Ese escenario de gran penetración de renovables y precios bajos es el que temen los promotores de instalaciones verdes. Las subastas de 2017, aunque no gustasen a nadie, garantizaban unos ingresos mínimos en el caso de que el precio del pool se hundiera, permitiendo con ello el retorno de las inversiones.
Pujas de 3.000 MW al año
Para evitarlo, el Ministerio para la Transición Ecológica (Miteco) tiene previsto lanzar más subastas, por unos 3.000 MW al año. En el nuevo diseño de las pujas, el Miteco prevé que parte de la generación sí obtenga los ingresos del pool -para cumplir los requisitos de competencia de Bruselas- e introducir otros elementos, como la participación social, la gestionabilidad de las tecnologías, la incorporación de medidas de transición justa y la madurez tecnológica.
Pero el año arranca, las nuevas subastas no están aprobadas -el Gobierno en funciones no se ha atrevido a ello- y el sector espera otro parón, porque pocos son los que se atreverán a invertir y a confiar en que el precio del pool sea suficiente para amortizar sus inversiones.
Hay dos excepciones, no obstante: las grandes empresas con instalaciones de generación y venta a clientes finales, porque evitan el riesgo del pool, al tener en él posiciones vendedoras y compradoras, y los afortunados que logren firmar contratos de venta de energía a largo plazo.