El Consejo de Administración de Repsol decidió el martes adoptar el compromiso de convertirse en una empresa neutra en emisiones de carbono en 2050. La medida le obliga a asumir un impacto contable de 4.800 millones de euros durante este 2019 por el cambio de la estimación del valor de sus reservas de petróleo y de gas. No obstante, mantiene intacto el compromiso de abonar un dividendo de un euro por acción y de proponer a su Junta la amortización del 5% del capital social para incrementar aún más la retribución al accionista.
Justo el día en que Madrid se convierte en el epicentro del mundo con la inauguración de la Cumbre del Clima (COP 25), la compañía presidida por Antonio Brufau decide anunciar una suerte de anticipo de su próximo Plan Estratégico para el período 2021-2025, que se presentará en sociedad durante el primer semestre del año que viene.

Y si entre 2018 y 2020 la petrolera tiene asignado el 16% de sus inversiones totales, unos 15.000 millones, a los negocios con bajas emisiones de carbono -desde generación eléctrica con renovables hasta la movilidad sostenible o el ahorro y la eficiencia energética- en el próximo período, la inversión en este tipo de negocios ascenderá a una cuarta parte del total.
Retribución ligada al carbono
Además, para reforzar el compromiso de la empresa con sus nuevas metas climáticas, al menos el 40% de la retribución variable de los principales directivos, incluido el consejero delegado, Josu Jon Imaz, estará ligado a objetivos que dirijan la empresa a cumplir las metas del Acuerdo de París -contener la temperatura del planeta en 2º centígrados- y su progresiva descarbonización.
El propio Imaz considera que "sólo abordando con claridad estratégica los grandes retos que tenemos ante nosotros podemos convertirlos en oportunidades; estamos convencidos de que ello añade fuerza a nuestro proyecto, atrayente, sostenible y rentable para todos nuestros stakeholders".
De momento, a corto plazo, la petrolera -cada vez menos petrolera- ha anunciado un incremento de su parque de renovables y tecnologías bajas en carbono, con la construcción de dos proyectos fotovoltaicos y uno eólico -con 1.600 MW entre los tres-, que le permitirán alcanzar los 7.500 MW en 2025, una potencia un 55% más elevada de lo previsto en la actualidad.
Además, para el año 2030, espera duplicar su producción de biocombustibles procedentes de aceites vegetales, hasta las 600.000 toneladas anuales, de las que la mitad procederán de residuos a partir de 2025. Igualmente, profundizará en el vehículo eléctrico y la infraestructura de recarga, el uso del hidrógeno...
Para guiarse en el tránsito hacia la descarbonización, la empresa ha actualizado sus metas de reducción de emisiones de CO2 y el precio que asigna a la tonelada de este gas de efecto invernadero durante las próximas décadas. Sobre la base del año 2016, ahora plantea reducirlas un 10% en 2025, un 20% en 2030, un 40% en 2040 y alcanzar las emisiones cero en 2050.
Compensación de emisiones
Este objetivo de 2050 se conseguirá aplicando tecnologías aún en estado de demostración, como la captura, utilización y almacenamiento de CO2 (CCUS por sus siglas en inglés). La firma cree que los adelantos científicos permitirán reducir al menos un 70% las emisiones actuales, pero, en caso de necesitarlo, la empresa se compromete a compensar sus emisiones con reforestación y otras soluciones climáticas.
Ahora bien, asumir unos compromisos climáticos tan ambiciosos -es la primera empresa de su sector que lo hace- conlleva un coste; concretamente, Repsol se anotará este ejercicio pérdidas contables por 4.800 millones por el cambio en el valor de sus reservas de gas y de petróleo.
Parte de este cambio se deriva del incremento que prevé en el precio de la tonelada de CO2, que penaliza los hidrocarburos: considera unos 25 dólares por tonelada en 2018 y estima un progresivo encarecimiento hasta los 40 dólares en 2025 y los 70 dólares en 2040. Otra parte resulta de su estimación de la cotización del barril de crudo en los mercados internacionales, si bien la empresa no facilita estos datos.
Impacto en las reservas
De acuerdo con la compañía, el impacto contable se produce exclusivamente en sus negocios de exploración y producción -upstream en inglés-, donde espera profundizar en su estrategia actual de priorizar la creación de valor sobre el incremento de producción, y aumentar la extracción y comercialización de gas -principal combustible fósil del proceso de transición energética-, junto con más rotación de activos.
El resto de negocios -downstream en inglés- no sufrirá deterioro; subirá el consumo de los insumos reciclados en el negocio químico -llegará al 20% en 2030-, donde espera un crecimiento de la demanda del 40% hasta mediados de siglo, por las necesidades de la propia descarbonización, como el mayor aislamiento de los edificios o el menor peso de los vehículos.
Todas y cada una de sus inversiones recibirán un informe de su área de Sostenibilidad para asegurar que son compatibles con el Acuerdo de París.