
Quizás ha sido el miedo a las sanciones o al ajuste de 20.000 millones de euros que Bruselas se dispone a pedir en enero. O más probablemente el temor a que la presión de los mercados pase factura a los electores de Liga y Movimiento 5 Estrellas, en términos de un aumento de las hipotecas y del coste de financiación para las pequeñas y medianas empresas. Incluso cabe la posibilidad que solo sea una artimaña para ganar tiempo.
El resultado en todo caso es que el Gobierno populista italiano estudia cambiar la línea dura sobre los Presupuestos para 2019, revisando el objetivo de déficit que hasta ahora ha tensado las relaciones entre Roma y Bruselas.
El más rápido fue como siempre Matteo Salvini, vicepresidente de Gobierno y líder de la ultraderechista Liga, quien el domingo abrió la puerta a una reducción del déficit a la que hasta ahora se había opuesto: "Creo que nadie está aferrado a eso", dijo Salvini a la agencia de noticias Adnkronos cuando se le preguntó si el objetivo del 2,4% del PIB para el déficit público italiano era intocable. "Si hay un plan presupuestario que hace que el país crezca, (el déficit) podría ser 2,2 o 2,6% (...) los decimales no son el problema, el problema es ser serio y concreto", agregó.
El otro vicepresidente, Luigi Di Maio del M5E, no tuvo más remedio que seguirle la corriente al aliado. Ayer en una entrevista en Radio Radicale explicó: "Como hemos dicho, el tema no son los números, sino los ciudadanos. Lo importante son los objetivos que nos hemos dado, la renta de ciudadanía (un subsidio para desempleados en búsqueda activa de empleo), la cuota 100 (la bajada de la edad de jubilación) y reembolsar a los timados por los bancos, que son medidas a las que no podemos prescindir". "Si luego durante las negociaciones tiene que disminuir el déficit, no es importante. Importante es que no desciendan las personas que tienen que beneficiarse de estas medidas", agregó el líder del M5E.
El hecho de que Salvini y Di Maio estén de acuerdo indica que la marcha atrás sobre el déficit es una posibilidad concreta, aunque no es una certeza. Ayer ambos debatieron con el primer ministro, Giuseppe Conte, y con el titular de Economía, Giovanni Tria, para encontrar la manera para reducir el déficit sin que los dos líderes pierdan la cara. Sin embargo, ninguna novedad trascendió tras este encuentro y, pese a la expectación generada, los objetivos de déficit siguen siendo los mismos que antes de la reunión.
La estrategia más probable de Tria es retrasar las medidas de más gasto. Aplazar a abril la introducción de la renta de ciudadanía y la bajada de la edad de jubilación supondría un ahorro de 3.400 millones: una cifra suficiente para reducir del 2,4 al 2,2% el déficit previsto para 2019 y, al mismo tiempo, garantizar que las dos medidas entren en vigor antes de las europeas.
Sin embargo, cuando entren en vigor el coste será constante (16.000 millones de euros anuales) o incluso creciente, según los cálculos de la Seguridad Social sobre la reforma de pensiones. A todo esto en 2020 habrá que añadir otra vez el coste de la cláusula de salvaguardia sobre el IVA. La cuestión es si Bruselas se conformará con un déficit del 2,2% (frente a un objetivo del 1,6) o pedirá más esfuerzos. Tria está intentando restar de la cuenta del déficit entre 1.000 y 5.000 millones.
En todo caso, el nuevo objetivo de déficit tendría que ser aprobado por el Parlamento durante el largo recorrido de la Ley Presupuestaria en ambas Cámaras, que suelen aportar modificaciones sustanciales. Así, no hay que descartar que los anuncios de Di Maio y Salvini sólo sirvan para ganar tiempo. Dar muestras de disponibilidad a Bruselas podría ralentizar el procedimiento de infracción que el Consejo Europeo tenía previsto votar el 22 de enero.
"Señal positiva"
El gesto fue bien recibido en Bruselas. Aun así, no será suficiente para evitar que Europa abra el procedimiento sancionador. Fuentes comunitarias indicaron a elEconomista que la noticia suponía una "señal positiva". Pero recordaron que lo importante no es el objetivo de déficit nominal.
La CE centra su lucha en el esfuerzo estructural, vía subida de impuestos o recorte de gastos que ayuden a reducir el gran endeudamiento del 131% del PIB. Bruselas reclama un ajuste del 0,6%, Italia planteó unas cuentas expansivas de casi el 1%. Mario Draghi se mostró de nuevo confiado en que Roma y Bruselas llegarán a un acuerdo.