
"Creo que la Fed se ha vuelto loca", decía el presidente estadounidense Donald Trump en la tarde del miércoles, un ataque que ha reiterado en una entrevista este jueves para presionar a la Reserva Federal de EEUU para que relaje el ritmo de las subidas de los tipos de interés. Pero el actual presidente debería recordar los efectos nefastos que tuvo a inicios de los 70 que la Casa Blanca lograra influir en la política monetaria.
Si bien la coyuntura económica es muy distinta, el mero hecho de que la Reserva Federal sea un organismo - relativamente - independiente de los otros poderes del Estado deja bien a las claras que la política monetaria debe ser programada con la vista puesta en el largo plazo, mientras que los políticos no suelen mirar más allá de las próximas elecciones.
Esto es precisamente lo que hace Trump en la actualidad: pensar en las elecciones presidenciales de 2020. Con una economía con los mejores datos de empleo en medio siglo, con unos indicadores bursátiles que encadenaron récord tras récord en 2017, con una reforma impositiva que animó la economía real y la financiera, Trump no quiere que las subidas de tipos de interés agüen la fiesta. La economía - que ya avanzaba a buen ritmo con Obama en el Despacho Oval - es la gran baza electoral del magnate de cara a mantenerse en el cargo e intenta que las decisiones de Powell no se la estropee, pero este no se muestra dispuesto a dar su brazo a torcer.
Sin embargo, la historia no sienta buenos precedentes sobre los efectos de las influencias políticas en la Reserva Federal. El ejemplo paradigmático es el de Richard Nixon sobre el gobernador Arthur Burns.
La historia podría repetirse
En plena recesión económica provocada en parte por la participación en la guerra de Vietnam, y en medio de un periodo de estanflación, Nixon presionó para que la Fed mantuviera bajos los tipos de interés, que el predecesor de Burns había llevado por encima del 9% a finales de 1969.
Burns claudicó ante las presiones de la Casa Blanca y, en una rebaja casi constante, llevó los tipos a un mínimo del 3,3% en febrero de 1972, apenas nueve meses antes de las presidenciales. Casi seis puntos porcentuales de caída en apenas dos años.
Pero la medida se topó de bruces con la Crisis del Petróleo de inicios de los años 70, tirando al alza de la inflación y, sobre todo, del desempleo. El fin del intercambio de dólares por oro ejecutado por Nixon devaluó el dólar, y una congelación artificial de los precios en 1971 sólo supusieron un parche ante lo que estaba por venir. La fuerte inversión del gobierno en la economía en 1972 al amparo de las medidas keynesianas también dio frutos a corto plazo, pero se desinfló en cuestión de meses.
Así, un desempleo del 6% y una inflación del 3,3% en 1971 pasaron al 4,9% de paro en 1973 con una inflación casi triplicada hasta el 8,7%, con los tipos de interés aumentándose hasta el 6%. Para cuando Nixon se vio obligado a dimitir en Agosto de 1974, los tipos de interés estaban en el 13%, la inflación había subido por encima del 12% y el desempleo superaba el 7%. Por el camino, EEUU se había metido en una recesión que duraría desde noviembre de 1973 a marzo de 1975, ya con Gerald Ford al mando del Ejecutivo.
Pero los efectos económicos de una bajada de tipos a destiempo llegaron aún más allá: los coletazos de la estanflación y la llegada de una nueva Crisis del Petróleo hizo que la década concluyó con una inflación en el entorno del 13% y desempleo hacia el 6,5%. Para entonces, Burns había sido sustituido en 1978 por William Miller, quien apenas duró año y medio en el cargo antes de que Paul Volcker asumiera la presidencia de la Fed. Su gestión, junto con las políticas económicas de Reagan, lograron estabilizar la economía estadounidense durante la década de los 80.
Un posible despido
En teoría, Trump podría despedir a Jerome Powell - o a cualquiera de los gobernadores de la Fed -, aunque la legislación es muy ambigua y no ha sido aplicada recientemente.
Pero al actual presidente no parece importarle ni los precedentes históricos ni las críticas que le tildan de autócrata o populista. La Fed es un organismo independiente, pero también lo es el FBI y Trump despidió a su director James Comey al inicio de su mandato. No parece que Powell pueda estar tranquilo por el momento.