
Durante la salida de la pandemia, un acusado fenómeno dentro del mercado laboral británico llamó la atención de los analistas. La alta tasa de británicos fuera del mercado de trabajo por una enfermedad de larga duración sorprendía al tiempo que alteraba las estadísticas: el paro llegaba a registrar tras el verano de 2022 un mínimo no visto desde 1974 (esas personas se clasificaban como inactivas, es decir, salían de la población activa). En ese momento, la explicación residía en las secuelas del coronavirus (trabajadores con lo que se denominó covid persistente) y las crecientes presiones de un Servicio Nacional de Salud (NHS) cada vez más saturado y con menos recursos. Se dijo entonces que el mercado de trabajo estaba literalmente enfermo. Tres años después, con la pandemia notablemente más lejos, la 'enfermedad' ha ido a peor y la causa no parece estar ya en el covid. Hay otra 'epidemia' silenciosa que amenaza con corroer a una economía británica escasa de titulares positivos.
"La economía del Reino Unido está enferma. No solo en sentido figurado, sino literalmente", glosa el equipo de analistas de BCA Research encabezado por el estratega jefe Dhaval Joshi en un informe reciente en el que abordan esta dinámica. El dato del que parten es demoledor: una cifra récord de casi tres millones de británicos -uno de cada 20 de la población en edad de trabajar- afirman padecer una enfermedad de larga duración que les impide trabajar. Esto significa que no tienen trabajo ni lo buscan. Sorprendentemente, por primera vez en casi dos décadas, remarcan desde BCA, el número de británicos que están económicamente inactivos debido a una enfermedad de larga duración supera al número de los que están inactivos por ser estudiantes.
Pese al impacto de estas cifras, se apresuran a aclarar desde la casa de análisis, la inactividad debida a una enfermedad de larga duración es solo una parte de la historia. Refleja el creciente número de británicos que están fuera del mercado laboral debido a una enfermedad, pero no a los que están dentro del mercado laboral. El número de trabajadores que trabajan a tiempo parcial debido a una enfermedad o incapacidad de larga duración se ha duplicado en los últimos diez años hasta alcanzar casi el medio millón. Asimismo, el número de trabajadores a tiempo completo teóricamente activos que, en realidad, están 'inactivos' por estar de baja por enfermedad de larga duración también se ha disparado.
Un informe reciente del Gobierno británico titulado Ausencia por enfermedad en la función pública, 2024 revela que, desde el inicio de la pandemia, el número de empleados públicos británicos de baja por enfermedad de larga duración ha aumentado en una quinta parte. El incremento se concentra en los trabajadores más jóvenes. Mientras que la pérdida de actividad de los empleados sénior de baja por enfermedad de larga duración es solo del 0,7%, la pérdida de actividad de los empleados más jóvenes asciende hasta el 2,8%. La causa principal son las enfermedades mentales.

Corroborando esto, otro informe de la Autoridad del Gran Londres (GLA) titulado 'Baja por enfermedad de larga duración y el mercado laboral londinense - London Datastore' revela que 460.000 londinenses empleados, uno de cada diez trabajadores de Londres, padecen actualmente una enfermedad que limita su capacidad laboral (WLHC, por sus siglas en inglés). Esto supone unos 160.000 trabajadores londinenses más con una WLHC en 10 años. "El dato más llamativo es el aumento del número de londinenses afectados por una condición de salud mental que limita su capacidad laboral, que ha aumentado en un 60%. Y este aumento de las WLHC ha sido impulsado por los adultos jóvenes", resaltan Joshi y los suyos.
Esta realidad permite a los analistas resolver el enigma que ha estado desconcertando a los economistas del Reino Unido. En el último año, la tasa de puestos vacantes en el Reino Unido se ha desplomado por debajo de los niveles previos a la pandemia, mientras que la tasa de desempleo ha aumentado un 1%. Por lo tanto, a primera vista, existe una considerable holgura en el mercado laboral británico. Entonces, ¿por qué la inflación salarial en el Reino Unido sigue siendo tan elevada?
La respuesta es que el mercado laboral británico está mucho más ajustado de lo que parece debido al aumento de los empleados con bajas por enfermedad de larga duración o con problemas de salud que limitan su capacidad laboral, resuelven los estrategas de BCA. A través de sus modelos económicos, desde la firma estiman que, aunque la tasa de puestos vacantes se ha desplomado, el aumento de las bajas por enfermedad de larga duración y las WLHC significa que la tasa de escasez de trabajadores sigue estando un 1% por encima de la media anterior a la pandemia.
Esto tiene unas implicaciones a gran escala para la economía británica. A falta de una disminución de las bajas por enfermedad de larga duración, esto significa que la tasa de puestos vacantes debe reducirse otro 1% para enfriar la inflación salarial hasta un nivel acorde con el objetivo de inflación del 2% del Banco de Inglaterra (BoE), elucida Joshi. Sin embargo, esto tendría un alto coste, advierte. Dada la estrecha relación inversa entre la tasa de puestos vacantes y la tasa de desempleo, el coste sería una tasa de desempleo superior al 5,5%, calcula. O, dicho de forma más directa, una recesión o una situación cercana a la recesión.
"Al no ser médico ni sociólogo, no puedo explicar por qué el Reino Unido ha sufrido recientemente una epidemia de enfermedades de larga duración y, en concreto, de enfermedades mentales de larga duración entre los adultos jóvenes. Tampoco puedo explicar si se trata de un problema estructural. Pero si es estructural, entonces el Banco de Inglaterra se enfrenta a una serie de difíciles decisiones por delante", apuntan desde la firma de estrategia. Hablando en plata: el BoE debe arriesgarse a llevar a la economía británica a la recesión para cumplir su mandato de alcanzar una inflación del 2%. O, alternativamente, para evitar una recesión, debe renunciar a su mandato de garantizar la estabilidad de los precios.
Más 'fuego' para la crisis fiscal
El brete no es solo para el BoE, sino también para un gobierno laborista al que no dejan de crecerle los problemas pese a llevar solo un año en el poder. Si este primer año de andanza se ha caracterizado por las crecientes presiones fiscales (necesidad de recaudar más, impopulares subidas de impuestos y continuas amenazas del mercado a la deuda del país), un nivel estructuralmente más alto de enfermedades e incapacidades de larga duración implica unos costes estructuralmente más elevados en concepto de prestaciones por enfermedad y discapacidad.
La canciller Rachel Reeves intentó reducir estos costes en su reciente proyecto de ley sobre bienestar social. Pero su legislación tuvo que suavizarse porque demasiados diputados de su partido se oponen ideológicamente a cualquier recorte de las prestaciones por enfermedad y discapacidad. La revuelta se saldó con Reeves llorando en sede parlamentaria y el gabinete de Keir Starmer envainando los recortes.
De cara al 'mini-presupuesto' de otoño, una peculiaridad británica, en la que se adelantan las intenciones presupuestarias, y que este año saldrá muy tarde (finales de noviembre), todo son especulaciones. Se barajan subidas de impuestos en materias como la vivienda mientras el sector empresarial mantiene las quejas por la subida de las cotizaciones sociales los últimos meses. La encrucijada es clara y así lo sintetizan los expertos de BCA: "El resultado es que el Gobierno se enfrenta a una disyuntiva: o bien recortar otros gastos, lo que significa aumentar la austeridad; o bien aumentar los impuestos; o bien pedir más préstamos, arriesgándose a la ira del mercado de bonos".
"Dadas las promesas del Gobierno británico de no aumentar la austeridad y mantener sus cuentas fiscales en orden, el 'mini-presupuesto' de otoño traerá inevitablemente un aumento de los impuestos. Aunque esto hundirá aún más la ya de por sí bajísima popularidad del gobierno laborista, el Gobierno tomará esta decisión porque es la única opción. Además, cuenta con el lujo de una amplia mayoría parlamentaria y con la certeza de que las próximas elecciones generales no se celebrarán hasta 2029", se mojan estos analistas.
El panorama que dibujan otras casa de análisis es igual de desalentador. "Si Reeves pretende seguir cumpliendo su regla fiscal con un colchón de 9.900 millones de libras, probablemente tendrá que recaudar entre 18.000 y 28.000 millones de libras en el presupuesto de otoño, principalmente mediante el aumento de impuestos. Sospechamos que los hogares y los bancos sufrirán las consecuencias de la subida de impuestos, y el impacto en la economía durante el próximo año se traducirá en un menor gasto del consumidor, una mayor inflación y un dilema estanflacionario aún más grave para el BoE", cierra el círculo Ruth Gregory en un informe de Capital Economics.