
Los británicos siguen sufriendo las vicisitudes de un indeseado compañero de viaje que no se quiere bajar del coche: la inflación. Aunque la crisis inflacionaria posterior a la pandemia y a la invasión de Ucrania azotó también con fuerza a la Europa continental, en el archipiélago británico el pico llegó algo más lejos (un estruendoso 11,1% interanual frente al 10,6% de la eurozona) y el proceso de desinflación fue más lento. Los titulares abundaron y algún analista llegó a decir que Reino Unido aunaba "lo peor de ambos mundos" (una crisis energética como la de sus vecinos europeos y un tenso mercado laboral con importantes presiones salariales como en EEUU). Ahora, cuando los precios parecen haber vuelto a la calma en la eurozona con una tasa de IPC del 2% interanual en julio, el objetivo que se suelen marcar los bancos centrales, en Reino Unido esta métrica vuelve a acercarse peligrosamente al 4%.
Los últimos datos, publicados este miércoles, así lo atestiguan. Mientras que la inflación del IPC en la zona euro ha bajado del 2,4% en diciembre al 2% en julio, en el Reino Unido ha repuntado del 2,5% al 3,8% y se prevé que suba hasta alrededor del 4% en septiembre. Aunque en el informe de julio de la Oficina de Estadísticas Nacionales (ONS) existen ciertas distorsiones (el aumento mensual del 30,2% en las tarifas aéreas contribuyó en gran medida a elevar las cifras, como precisa Paul Donovan, economista de UBS), existe una clara brecha en la cifra global que los economistas atribuyen a diversas razones.
En un informe publicado recientemente, los analistas de Capital Economics encuentran tres motivos fundamentales. En primer lugar, señalan, la mayor parte (alrededor del 60% o un punto porcentual) de la diferencia de 1,6 puntos porcentuales entre la inflación del Reino Unido y la de la zona euro (con los datos de junio) puede atribuirse a los precios "regulados". Se trata de los precios de los bienes y servicios que son fijados o influenciados directamente por el Gobierno.
El mejor ejemplo está en los suministros de los hogares. El aumento intermensual del 26% en las facturas de agua del Reino Unido en abril (para financiar un aumento de la inversión en el sector tras la falta de inversión en años anteriores) fue muy superior al aumento intermensual del 2,6% registrado en la zona euro en enero. "En otras palabras, la mayor parte de la fortaleza relativa de la inflación del Reino Unido se debe a los precios fijados por el Gobierno, más que a las presiones subyacentes sobre los precios en la economía", enfatiza Ruth Gregory desde Capital Economics.
En segundo lugar, la inflación de los alquileres ha sido una fuente más significativa de inflación en el Reino Unido. Con un 5,8% en junio, esta inflación fue casi el doble que en la zona euro (3%). Y dado que los alquileres representan una mayor proporción de la cesta de la inflación en el Reino Unido que en la zona euro (8,1% frente a 5,9%), los aumentos de precios han tenido un mayor impacto. Esto explica un 20% adicional (0,3 puntos porcentuales) de la diferencia entre la inflación del Reino Unido y la de la zona euro en junio.
En tercer lugar, los mayores aumentos de la inflación de los alimentos y la ropa han impulsado al alza la inflación del IPC del Reino Unido. A pesar de los mismos factores clave (los precios agrícolas mundiales y los costes energéticos), la inflación del IPC de los alimentos en el Reino Unido ha subido (hasta junio) al 4,4%, casi el doble de la tasa del 2,3% de la zona euro. Esta tasa repuntó aún más en julio -hasta el 4,9% desde el 2% de finales del año pasado- y el Banco de Inglaterra espera que supere el 5% para finales de año. Por su parte, la inflación de la ropa es ahora casi 1,5 puntos porcentuales más alta en el Reino Unido que en la zona euro. Estas categorías explican el 10% (0,2 puntos porcentuales) de la diferencia entre las tasas de inflación del Reino Unido y la zona euro en junio.

"Probablemente, esto tenga mucho que ver con el aumento del 6,7% del salario mínimo en el Reino Unido en abril y con el incremento del umbral mínimo a partir del cual los empleadores pagan ahora la Seguridad Social. Una gran proporción del personal de estos sectores trabaja a tiempo parcial o cobra un salario cercano al mínimo, y es posible que las empresas estén repercutiendo el aumento de los costes en los precios de venta. Esta capacidad de repercutir el aumento de los costes también puede ser un indicio de una mayor demanda en el Reino Unido en comparación con la zona euro", explica Gregory.
Además, resalta, los agentes del Banco de Inglaterra informan de que los proveedores de alimentos están repercutiendo parte del aumento previsto de sus costes debido al nuevo impuesto sobre los envases del Reino Unido (que se introducirá en octubre). El equivalente en la zona euro no entrará en vigor hasta agosto de 2026. Por lo tanto, es posible que la presión alcista se note antes en el Reino Unido. La caída del 4% de la libra frente al euro en lo que va de año probablemente también ha contribuido a la fortaleza relativa, ya que una gran proporción de los alimentos y la ropa (30% y 38%) es importada, apostilla el informe de Capital.
La esperanza para estos analistas es que la convergencia con la eurozona volverá: "Dado que es probable que la contribución de los precios regulados sea menor el próximo año, que los efectos alcistas puntuales de los cambios fiscales se desvanezcan y que la inflación de los alquileres caiga del 5,8% actual al 3% en 2027, esperamos que la inflación del IPC vuelva a situarse en línea con la de la zona del euro en 2027".
"El enfriamiento del mercado laboral debería ejercer una mayor presión a la baja sobre el crecimiento salarial en el segundo semestre de 2025. Y en cuanto al sector servicios, creemos que la inflación será algo más benigna de lo que pronostican las previsiones del Banco de Inglaterra. Esto se debe, en parte, a que la inflación de los alquileres debería desacelerarse considerablemente a medida que avance el año; observamos más indicios de ello en los datos de julio, debido a unas subidas menos agresivas de los alquileres sociales", confía también James Smith, economista de ING.
Con todo, el camino no estará exento de peligros. "El riesgo es que una mayor inflación impulse el crecimiento salarial y provoque un periodo más prolongado de mayor inflación en el Reino Unido en comparación con la zona euro", concluye Gregory. "Con la inflación probablemente al alza en los próximos meses y un crecimiento salarial que se modera de forma gradual, existe la posibilidad de que volvamos a un periodo de crecimiento salarial real negativo y sostenido. Todo ello mantendrá a la economía en una dinámica más cercana a la estanflación que a un entorno confortable", suscribe Luke Bartholomew, economista jefe adjunto de Aberdeen.