
Por primera vez desde la crisis financiera, España no es el país que peor aprovecha su capital humano de toda la Unión Europea. Aunque seguimos siendo, eso sí, campeones en tasa de paro, ya no lideramos la 'holgura laboral', una métrica que suma a los desempleados en sentido 'estricto', la cifra de personas sin trabajo que no se clasifican como parados, y los ocupados subempleados. Suman 4,8 millones de personas entre 15 y 74 años, el 18,7% de lo que Eurostat denomina la "fuerza laboral ampliada". Es el menor dato desde 2009, si bien lo más sorprendente es que quien nos ha 'arrebatado' la última posición por una décima, con 18,8% es el considerado "país más feliz del mundo", Finlandia. Y otro 'paraíso nórdico', Suecia, nos pisa los talones.
La holgura laboral es una estadística incómoda para los gobiernos. Está diseñada para ofrecer un análisis más claro de lo que la Oficina Europea de Estadísticas denomina "la demanda insatisfecha de empleo", incluyendo supuestos que no quedan bien reflejados en la Encuestas de Población Activa europeas. Estas consideran parado a quien busca activamente empleo y están disponibles para incorporarse inmediatamente a uno, siguiendo la definición de la Organización Internacional del Trabajo. Quien no cumple alguno de estos dos requisitos pasa a la categoría de 'inactivo'.
La holgura sí tiene en cuenta a personas sin empleo y disponibles para trabajar pero que no lo buscan, y a aquellos que sí buscan, pero tiene limitaciones para aceptarlo. Ambos supuestos, según Eurostat, aportan respectivamente 706.000 y 246.000 personas adicionales a la población activa española, lo que hace que hable de "fuerza laboral ampliada" y que las tasas que arrojan la holgura laboral y la EPA no sean comparables. Por otro lado, esta encuesta desglosa a 1,15 millones de ocupados que están subempleados. Es decir, que trabajan a jornada parcial, pero querrían hacerlo más horas.
Contando a 2,7 millones de parados, arroja un total de 4,79 millones de personas lo que suma una tasa del 18,7% sobre la "fuerza laboral ampliada". se reparte de la siguiente forma: en primer lugar, un 10,5% de parados según la definición de la OIT, el porcentaje más alto de la Unión Europa. Le sigue un 3,7% de personas sin trabajo pero que no se consideran desempleados por estar desanimados o no disponibles, por encima del 3,5% de la media de los Veintisiete, pero muy por debajo del 7% de Italia, el 6,6% de Finlandia o el 5,4% de Suecia. Por último, España anota un 4,5% de subempleados, un porcentaje elevado pero que se ve superado por el 5% de Países Bajos y el 4,6% de Finlandia.
¿Cómo puede ser que, si tenemos más desempleados que nadie, un país como Finlandia nos supere en el acumulado de la holgura laboral? Estadísticamente, la respuesta es sencillísima: tiene el tercer mayor porcentaje de parados después de Grecia (9,4%), con un 8,8%, mientras en el resto de los componentes nos supera. En términos de análisis económico y del mercado laboral, la explicación es algo más compleja.
Felicidad relativa
Finlandia es uno de los países incluidos en el grupo de los "paraísos nórdicos" junto a Dinamarca, Suecia, además de Noruega e Islandia que no forman parte de la UE. Se da por hecho que tienen una renta per cápita elevada, grandes recursos naturales, un excelente sistema educativo y un mercado laboral óptimo. Finlandia lleva ocho años consecutivos liderando el Índice Global de Felicidad (World Happines Report) que actualmente elabora la Universidad de Oxford con colaboración de la ONU y Gallup. Dinamarca, Islandia y Suecia ocupan los siguientes cuatro puestos en 2025.
Pero esto no significa que sean los mejores lugares del mundo para buscar trabajo, sobre todo en los casos finés y sueco, como muestran los datos de holgura laboral. Hay varias claves que explican esta aparente paradoja. La primera, y más clara, es el envejecimiento de la población.
Si limitamos la holgura laboral a la franja entre 20 y 64 años, la tasa española baja del 18,7% al 18,3%, pero la finlandesa cae del 18,8% al 16,2% y la sueca del 18,3% al 13,9%. Esto implica que el peso de la mano de obra disponible en la franja de edad central o prime (de 25 o 55 años) aún es más alta en nuestro país, si bien también queda claro que la aprovechamos peor.
Esta discrepancia no se da solo en el caso de España: los datos Italia y Francia, que registran la cuarta y quinta tasas de holgura más elevadas (14,7% y 14,4% respectivamente), pero con menos paro que España, Finlandia y Suecia, también se ven menos afectadas por un cambio en la referencia de edad que los países nórdicos, con una variación de apenas unas décimas, como ocurre en nuestro país.
En el caso de Suecia, esta brecha se mantiene estable en toda la serie histórica e incluso se incrementa levemente en los últimos años. Pero en Finlandia se incrementa, lo que apunta a un cierto 'rejuvenecimiento' de la mano de obra 'ampliada' que, sin embargo, no ha sido aprovechada por el mercado laboral.
Dificultad para integrar a los extranjeros
Eso nos lleva al segundo factor que explica los datos: la inmigración. La dificultad de integrar la mano de obra extranjera es uno de los factores de mayor tensión en los países nórdicos. Suecia es uno de los estados de la UE que más foráneos recibe, tanto de la UE como de otros países. Pero desde 2014, el mayor porcentaje de flujos migratorios provino de Oriente Media, en especial Siria, Afganistán e Irak: es decir, solicitantes de asilo que huían de las guerras en la región, lo que provocó la conocida como crisis migratoria o de los refugiados de 2015.
Sumado a la situación económica (una crisis que se tratará a continuación), el aumento de la inmigración en lugar de reactivar el mercado laboral provocó un 'agujero' que a partir de 2018 elevó la holgura y la tasa de paro y provocó un giro en el color político de un Gobierno hasta entonces socialdemócrata. Todo ello pese a que hablamos de un país que necesitaba a esos trabajadores.
El caso de Finlandia es algo diferente: el repunte se produce por la crisis en Oriente Medio, pero se agrava con la guerra de Ucrania, que dispar el número de refugiados d se país, pero también rusos. De hecho, aunque la holgura había empezado a repuntar justo antes de la pandemia, se reactiva a partir de 2022, con el inicio de la contienda. Todo ello en un contexto económico bastante desfavorable que ha favorecido los discursos de extrema derecha que busca señalar a los inmigrantes y refugiados.
Los inmigrantes presentan generalmente tasas de empleo inferiores a las de la población nacida en Finlandia. Según la Encuesta de Fuerza Laboral de 2024, un 10% de los empleados de 20–64 años era de origen extranjero, según el instituto de estadísticas de Finlandia. Aun así, las diferencias entre finlandeses e inmigrantes han variado según el género y el tiempo de residencia. Por ejemplo, un estudio (uth survey) encontró que la tasa de empleo global (edad 20–64) era del 64% para personas con origen extranjero, comparado con 74% para personas de origen finlandés. Esta brecha se explicaba en gran medida por las mujeres inmigrantes: solo el 56% de las mujeres de origen extranjero trabajaba (frente al 73% de mujeres finlandesas), mientras que los hombres extranjeros alcanzaron 71% (frente a 74% de hombres finlandeses).
Las tasas de desempleo también difieren notablemente. En 2024 la tasa de desempleo (edad 20–64) fue aproximadamente 16,7% para personas de origen extranjero, más del doble que el 6,6% de la población con origen finlandés. (Antes de la pandemia, en 2022 la tasa de desempleo de inmigrantes cayó hasta 11,5?%, pero rebotó con la crisis económica de 2023–2024.) En resumen, los inmigrantes han experimentado una proporción significativamente mayor de paro que los nativos.
La barrera cultural
A esto se suma la barrera lingüística. El idioma finés es extremadamente complejo y constituye uno de los principales obstáculos para acceder a empleos cualificados, lo que condena a muchos inmigrantes a la inactividad o al subempleo prolongado. A pesar de los esfuerzos institucionales por ofrecer formación y programas de integración, los datos indican que esta parte creciente de la población activa 'ampliada' no está siendo absorbida por el mercado laboral a un ritmo adecuado. Esta desconexión entre oferta y demanda laboral alimenta también la percepción de que el Estado de bienestar está tensionado, lo que ha reforzado en los últimos años el discurso de la extrema derecha finlandesa.
En comparación, la evolución de España sigue el guion de las crisis económicas: se dispara durante la Gran Recesión, pero desde 2024 lleva retrocediendo sin pausa, hasta anotar a inicios de 2025 su dato más bajo de la serie (aunque esta arranca en 2009, con la crisis financiera ya golpeando a nuestro mercado de trabajo).
Uno de los factores clave que distorsiona el mercado laboral finlandés es la inmigración reciente. Aunque el país tiene una de las tasas de natalidad más bajas de Europa y necesita atraer mano de obra para sostener su economía, ha tenido dificultades para integrar a los nuevos trabajadores, en especial a los que llegan desde entornos socioculturales muy distintos. La oleada de refugiados de Oriente Medio tras 2014 (acentuada con la guerra de Siria), y más recientemente la llegada de ucranianos y ciudadanos rusos desde 2022, ha incrementado el número de personas disponibles para trabajar, pero que no logran incorporarse efectivamente al sistema productivo.
La crisis económica finesa
En conjunto, Finlandia se enfrenta a una paradoja: es un país rico y bien gestionado, pero donde el mercado de trabajo no logra integrar eficazmente a todos sus residentes. El resultado es una tasa de holgura que no solo refleja ineficiencias coyunturales, sino problemas estructurales que están afectando también a países con modelos similares, como Suecia. A diferencia de España (donde el descenso de la holgura desde 2024 parece responder a la mejora cíclica tras una larga crisis), en Finlandia esta tasa ha repuntado desde 2022, en parte por motivos geopolíticos, pero también por una arquitectura institucional que, aunque eficaz para sus nacionales, no ha sabido adaptarse con agilidad a una nueva realidad demográfica y multicultural... y también a su propia crisis económica.
No solo eso, Finlandia está vivienda una auténtica odisea económica en los últimos años. El país lleva sumido desde 2022 en una crisis económica (encadenando dos años de recesión) que está lastrando sobremanera la creación de empleo, generando esta curiosa situación que deja al mercado laboral finés en una peor situación que el español. "La confianza de los consumidores en sus propias finanzas y en la economía finlandesa se ha mantenido baja. La débil confianza del consumidor ha frenado el crecimiento del consumo privado, y los pronósticos revelan que la incertidumbre económica frenará el consumo nuevamente en 2025. Los elevados riesgos geopolíticos podrían ralentizar la recuperación de la confianza del consumidor", aseguran desde el Banco de Finlandia.
Precisamente, un informe publicado por el Banco de Finlandia hace una semana, el instituto monetario destacaba que esta situación iba para largo: "Las débiles condiciones cíclicas se han prolongado durante algún tiempo y aún lastran el mercado laboral. El crecimiento económico será lento este 2025, lo que limitará el crecimiento de la demanda de mano de obra. El empleo comenzará a aumentar gradualmente a medida que mejoren las condiciones cíclicas. Sin embargo, la disminución del desempleo será lenta, y en 2027 la tasa de desempleo se mantendrá en el 8,5%, superior a la tasa de desempleo estructural", sostiene el informe. De modo, que la situación actual podría prolongarse por un periodo de tiempo más largo.
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