
El mayor mercado laboral del mundo se sume en la oscuridad informativa. Los datos sobre el mercado de trabajo brillan por su ausencia en China en los últimos tiempos. La situación, que sería inadmisible en condiciones normales, se vuelve más inquietante porque convive con unas finanzas aún 'tocadas', las dudas sobre los datos oficiales y una presión arancelaria desde EEUU que pone en riesgo millones de empleos.
Tras más de una década recopilando datos salariales, una de las plataformas de selección de perfiles más grandes de China ha dejado de actualizar sus estadísticas. La empresa en cuestión es Zhaopin y, de momento, debe los informes de los dos últimos trimestres sobre los salarios medios ofrecidos por las empresas en 38 ciudades chinas para contratar a nuevos empleados. Sus estadísticas fueron unas de las pocas que reflejaron cambios salariales generalizados en todo el país. De hecho, en su último informe, de principios de octubre, los datos mostraron una disminución de los salarios respecto al año anterior que reanudaba una tendencia a la baja iniciada a mediados de 2023.
La escasez fuentes de análisis alternativas dificulta el análisis a economistas e inversores, muy críticos con la fiabilidad de los datos oficiales y especialmente preocupados por el rápido aumento del desempleo juvenil -China cambió la metodología para maquillar el golpe-, los recortes salariales generalizados y el auge de los despidos. Según denuncian, las encuestas oficiales -incluidas la tasa de desempleo y las estadísticas de ingreso- no recogen bien el alcance de la presión que la desaceleración económica en la que está sumido el país está ejerciendo sobre el mercado de trabajo.
La ausencia de datos de Zhaopin da continuidad a un patrón cada vez más recurrente en China, donde los proveedores de datos están suspendiendo o pausando la publicación de estadísticas.
El Instituto de Investigación de Empleo de China, un grupo de expertos con sede en Pekín, lleva sin hacer públicos sus informes e índices trimestrales del mercado laboral desde 2022. Mismo guion para China Dissent Monitor, grupo no gubernamental para la defensa de los Derechos Humanos y laborales con sede en Taipei, que tuvo que suspender a principios de este año su monitoreo al Gobierno chino -seguía las protestas laborales en el país- después de que la Administración Trump retirara la financiación de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), de donde salían sus fondos.

Tampoco se actualizan a tiempo los datos de la encuesta trimestral del banco central chino sobre depositantes, que alberga datos sobre ingresos y confianza de los hogares. Sin explicación alguna, los resultados se llevan publicando con retraso desde finales de 2023.
La amenaza para el empleo chino que supone el latigazo arancelario de EEUU ya es una realidad. Aunque China está aguantando el tipo -sus exportaciones, de hecho, siguieron siendo fuertes- y Pekín ha encontrado ingeniosas fórmulas para seguir transportando mercancías hacia EEUU, ser la 'fábrica del mundo' la hace muy sensible a cualquier golpe en la demanda de bienes. Cuando los primeros titulares sobre empresas chinas mandando a trabajadores a casa por los menores pedidos desde EEUU ya empiezan a publicarse, las diferentes casas de análisis ya hacen cálculos de a cuánto puede ascender este agujero en el mercado laboral más allá de los 'trucos' que emplee Pekín para ocultar o maquillar los datos.
Un roto considerable en el empleo (desde despidos hasta reducciones de sueldo) sería un duro mazazo para una China cuya economía se ha mostrado especialmente débil tras la pandemia. Con permiso de la guerra comercial, la actualidad económica del país está predominada por la anemia del consumo interno y la deflación. Las autoridades se ven en la tesitura de inyectar estímulos cada poco tiempo en la medida en la que el ciudadano chino tiene miedo por la incertidumbre imperante y prefiere ahorrar, algo que lastra sobremanera al consumo y que genera una suerte de círculo vicioso, fenómeno sustanciado en la espiral deflacionaria que tanto se teme. Todo esto y la evidencia de que las autoridades han volcado la mayor parte del estímulo a la infraestructura y los grandes proyectos en vez de al ciudadano de a pie han fomentado precisamente que Pekín se haya visto más presionado para explotar su sobrecapacidad a otros países.
Hasta 10 millones de empleos 'dependen' de EEUU
Las estimaciones sobre este agujero en el empleo son muy diversas. El secretario del Tesoro de EEUU, Scott Bessent, declaró la semana pasada que China podría perder 10 millones de empleos como resultado de los aranceles. Las diferentes casas de análisis no se acaban de poner de acuerdo en el número de trabajadores del sector manufacturero chino cuyo sustento depende de la demanda estadounidense (desde los 16 millones que estima Goldman Sachs hasta los 10 millones que calculan en Capital Economics), pero sí coinciden en que no todos ellos irán necesariamente a la calle, como sugiere Bessent.
"No todos estos empleos desaparecerán. Incluso con los aranceles actuales, las fábricas chinas seguirán satisfaciendo parte de la demanda estadounidense, aunque una mayor parte se producirá ahora indirectamente a través de terceros países. Y la depreciación del yuan ponderado por el comercio, en respuesta a los aranceles estadounidenses hará que los productos chinos sean más competitivos en mercados alternativos", explica Julian Evans-Pritchard, analista de Capital Economics, en un informe para clientes.
Eso no quita que la hemorragia pueda ser importante si ambos países no llegan pronto a un entendimiento comercial. "En la práctica, el número de empleos que podrían perderse como consecuencia directa de que los aranceles estadounidenses se mantengan en los niveles actuales probablemente se acerque a los seis millones, aproximadamente el 1,3% de la fuerza laboral urbana de China. Esto puede parecer manejable, pero coincidirá con un mayor lastre para el empleo en el sector manufacturero", plantea Evans-Pritchard.
Aunque hay esperanza en que las incipientes conservaciones con EEUU lleven a Washington a bajar los aranceles del 145% al 50-60%, esto no impediría que las exportaciones se contrajeran en cierta medida durante los próximos dos años, señalan desde la casa de análisis británica. Algo que se junta a la sempiterna amenaza china: la vivienda. "Creemos que la construcción inmobiliaria, una fuente clave de demanda para el sector industrial chino, seguirá contrayéndose. Y la última vez que tanto las exportaciones como el sector inmobiliario estuvieron estancados, entre 2015 y 2016 , el empleo en la industria y la construcción cayó alrededor de un 2% anual. Un impacto similar en esta ocasión resultaría en la pérdida de ocho millones de empleos en los próximos dos años", advierte el informe.

Una década después el mundo es 'otro' y eso trae agravantes. "Es probable que la presión sobre el empleo sea aún mayor esta vez, dada la ola de automatización que arrasa el sector manufacturero chino, impulsada en parte por el programa gubernamental de renovación de equipos, prorrogado este año. Cabe destacar que el empleo en las grandes empresas industriales cayó más del 4% el año pasado, a pesar del auge de las exportaciones y el aumento de la producción general superior al 5%", destaca Evans-Pritchard.
El análisis de Capital Economics alerta también de que el objetivo del gobierno de mantener la tasa de desempleo urbano en torno al 5,5% está en peligro. Bastaría con una pérdida neta de cuatro millones de empleos urbanos para superar el 6%, desde el 5,2% de marzo. Aquí entraría en juego de nuevo la capacidad de las autoridades para maquillar unas cifras que ya de por sí muestran deficiencias (la encuesta no incluye a los trabajadores migrantes, cuyas perspectivas laborales son más sensibles a las condiciones económicas). Además, se corre el riesgo de que la tasa de desempleo se verá distorsionada por incentivos fiscales para disuadir a las empresas de despedir trabajadores. "Los estadísticos gubernamentales podrían enfrentarse a presiones políticas para manipular las cifras y que reflejen un aumento menor. Sin embargo, esto simplemente enmascararía las tensiones en el mercado laboral en lugar de resolverlas", coligen desde Capital.
Ante la referida catarata de pruebas de la mala calidad de los datos, cuando no manipulación u ocultamiento, estos mismos estrategas han elaborado un indicador propio de las condiciones del mercado laboral chino. Atendiendo a su evolución, es cierto que las condiciones han mejorado ligeramente en los últimos meses, gracias al apoyo de las autoridades. Pero el deterioro no tardará en llegar, si sinceran.
El salario medio inicial en los sectores de la llamada "nueva economía" -industrias de alta tecnología- cayó en abril un 8%, hasta los 13.120 yuanes (1.800 dólares) desde su máximo alcanzado en 2022 y todo puede ir a peor. "Un mercado laboral más débil lastrará el crecimiento salarial. Dado lo que prevemos que ocurrirá con el mercado laboral, no nos sorprendería que el crecimiento de la renta se desacelerara más de un 1% este año. Esto frenará los esfuerzos oficiales para impulsar el consumo", sentencia el estudio de Capital.