El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, está de viaje esta semana en China y Vietnam en un intento de encontrar acuerdos de inversión china en España en materia de automoción, en concreto, del vehículo eléctrico.
Unos acuerdos que podrían ir en contra de la política comercial de la Unión Europea, que a finales del año pasado impuso aranceles fijos a los vehículos eléctricos chinos tras una investigación realizada por Bruselas que concluía que las subvenciones del gobierno chino a sus fabricantes de vehículos eléctricos distorsionaban el mercado y perjudicaban a los productores europeos.
Por el momento, desde Bruselas no se han pronunciado al respecto de los posibles intereses de España en este tipo de inversiones. Desde Moncloa aseguraban que el presidente iría a estos dos países de viaje para hablar en nombre de la UE, para ver qué se puede hacer en medio de esta vorágine arancelaria.
El Ejecutivo comunitario no emitió ninguna confirmación ni desmentido al respecto, pero sí que aseguran que ha habido cierto intercambio de mensajes entre los líderes de los 27 con respecto a esta visita del presidente aPekín.
Así todo, por mucho que Pedro Sánchez consiguiese algún acuerdo de inversión directa desde China en materia de automoción y vehículos eléctricos, el Ejecutivo español tendrá que pasar por el despacho de Von der Leyen para que la Comisión dé su beneplácito a dicha inversión. Desde el tratado de Lisboa, firmado en 2009,la inversión extranjera directa (IED) es parte de la política comercial común, lo que indica que los Estados miembros no pueden firmar tratados independientes con terceros países que afecten al ámbito de la IED sin la previa aprobación de la Comisión Europea.
Desde Moncloa confirmaron que esta visita de Pedro Sánchez a China cuenta "con todos los beneplácitos" de la Comisión Europea. Asimismo, fuentes de Presidencia reiteran a este periódico que es un viaje oficial que "ya estaba planeado" antes de que estallase toda la guerra arancelaria de Trump, aunque ahora "cobra más sentido que nunca" porque es una demostración de que España y Europa no se van a quedar parados ante esto.
Esta es la tercera visita que el presidente del Gobierno hace a China. El primero se produjo en marzo de 2023, en un momento en el que la geopolítica estaba marcada por la guerra de Ucrania y los intentos de China por presentarse como un pilar mediador entre el conflicto. Este encuentro estuvo marcado, también, por reuniones con empresas.
La segunda visita fue en septiembre de 2024, cuando la presión arancelaria por parte de la UEse cernía sobre el vehículo eléctrico chino. En este punto, Madrid se dispuso como puente entre Bruselas y Pekín, para aliviar las tensiones. De hecho, España se abstuvo en la votación para apoyar los aranceles sancionadores al vehículo eléctrico chino.
Esta tercera visita se desarrolla en un contexto económico mucho más complejo. Trump acaba de imponer aranceles del 20% a la Unión Europea a, donde también está España. Este es un momento en el que los Veintisiete están bastante desnortados y tienen que empezar a trabajar en dos líneas clave que están entre las dos aguas: o intentar negociar con EEUU para que ablande los gravámenes con la UE o, por otro lado, mejorar sus relaciones comerciales con el gigante asiático. Y, según lo que dijo Von der Leyen en Davos, creo que se va a optar antes por lo segundo.
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