Economía

El 11% de los ocupados españoles son víctimas de la rotación laboral, el mayor porcentaje de la UE

Foto: Alamy

El lado oscuro de la creación de empleo en España tras la pandemia es la volatilidad de los puestos de trabajo, es decir, la disparada rotación entre personas que encuentran y pierden un empleo cada trimestre. Afecta a un total del 11% de los ocupados, frente a la media del 6,2% de la Unión Europea. El 5,9% fueron personas que se incorporaron a su último empleo hace menos de tres meses, el porcentaje más alto después del 6,4% de Dinamarca y que empata con Finlandia. Pero este dato se ve contrarrestado por el 5,1% que aportan las personas que abandonaron su último empleo en el mismo periodo, una tasa que es la más alto entre los Veintisiete. la combinación de ambas métricas convierte a nuestro mercado en el más ineficiente de Unión, una debilidad estructural que la reforma laboral sigue lejos de corregir.

Hablamos de un total de 2,4 millones de personas, de los que 1,29 son nuevos empleados y 1,11 son nuevos parados. En el cuarto trimestre la cifra era de 2,44 millones (1,27 recién ocupados y 1,12 recién desempleados).. Una mejora de 40.000 personas pero que no parece haber mejorado demasiado en los últimos años. Eso sí, hay que tener en cuenta el repunte en las cifras de las personas trabajando, que explica que, en términos de tasas, la mejora sea algo más notoria: hace tres años, un 5,5% de los ocupados perdían su empleo mientras un 6% acababan de emepzar en un nuevo empleo. Es decir, la destrucción trimestral de empleo se modera, pero la creación no aumenta.

Con ello, la rotación laboral sigue siendo la más elevada, aunque se ha reducido del 12,2 al 11%. La pregunta es, ¿es esto negativo si los nuevos empleados superan a los recién despedidos? Para entender esto hay que analizar el comportamiento en el resto de Europa.

Nuestro país presenta la paradoja de tener un porcentaje de nuevos ocupados propio de un país nórdico (además de Dinamarca y Finlandia, solo se nos acerca Suecia) pero su tasa de nuevos desempleados no se parece a nadie. El país con el porcentaje más próximo, Finlandia, anota un 4,1%, seguido del 3,9% de Francia.

Hablamos de mercados laborales con una relación diferente con la instabilidad de los puestos de trabajo. En el país nórdico, por ejemplo, se debe a sus problemas para integrar la mano de obra inmigrante, mientras en Francia, un país con más similitudes con el nuestro, la inestabilidad política y presupuestaria ha hecho mella en el empleo, aunque su tasa de paro es más de tres puntos inferior a la española.

Para ver mejor la situación relativa de nuestro país, podemos trazar un gráfico de abscisas con la tasa de nuevos empleos en el eje horizontal y la de nuevos desempleados en el eje vertical, ambas expresados como un porcentaje sobre el total del empleo. El resultado no deja lugar a dudas entre la distancia que separa a nuestro país de nuestros vecinos, no solo en volumen de desempleo sino de rotación laboral.

El dato es relevante poque España mantiene posiciones similares a las de antes de la reforma laboral, pese a que, otras variables de la rotación laboral, como el porcentaje de empleo temporales, se ha reducido y ha pasado de encabezar el ránking europeo a situarse por debajo de Países Bajos y Portugal, que, sin embargo, son menos volátiles.

Un lastre estructural

¿Como es posible? Porque sus empleos eventuales están fijados a actividades más estables, lo que reduce el flujo de entrada y salida de trabajadores. Esta menor volatilidad hace que creen empleo con menor intensidad en los momentos intensos del ciclo, pero también lo destruyan con mucha mayor intensidad. Una evolución con la que España está muy familiarizada.

De hecho, si analizamos la serie histórica de los datos que publica Eurostat, que se remonta a 2009, se aprecia que tras la Gran Recesión los nuevos ocupados han ganado terreno a los nuevos desempleados, pero en la pandemia la tendencia se invirtió con rapidez. La reforma laboral de 2021 debería haber tenido un efecto de freno en ese comportamiento, pero el hecho es que la 'brecha' entre entradas y salidas se mantiene.

Es más, el porcentaje de recién ocupados se ha reducido de una forma similar al de las nuevas salidas. Algo, en principio lógico por la firma de más contratos, pero cuando se produce en el país con la mayor tasa de paro de la UE supone una pérdida del dinamismo que lastra la reducción del paro.

La culpa no es de la reforma laboral: a fin de cuentas, hablamos de un cambio en las condiciones legales de los contratos que no se ha visto acompañada de un impulso equivalente de reformas para incentivar las actividades de más valor añadido y que generan empleos más estables. En este escenario, incluso una apuesta tan clara por el empleo indefinido tendrá mucho menos impacto del que tendría en otras economías con menor dependencia de la rotación laboral.

Así las cosas, la rotación laboral sigue siendo la gran asignatura pendiente del mercado de trabajo en España. Una cuestión que exige un análisis en profundidad de las características troncales del tejido productivo y las empresas, sin el que la batalla contra la volatilidad del empleo está condenada al fracaso.

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