
España tiene un serio problema con las vacantes de empleo:nadie parece tener claro cuántas hay ni en qué sectores se concentran, pero las empresas denuncian cada vez más problemas para cubrirlas, lo cual en un país que ronda los 2,6 millones de parados revela un grave desencaje entre oferta y demanda de mano de obra que golpea especialmente a las pymes, que suponen el 99,8% del tejido productivo. Aunque el hecho de que no encuentren candidato puede deberse a que en su búsqueda cierran la puerta a los profesionales con experiencia, que son también más numerosos entre los desempleados.
El análisis de la cuestión en los últimos años pivota sobre una disyuntiva: si los trabajadores no se presentan a las ofertas porque no se consideran suficientemente cualificados, o bien, a pesar de cumplir los requisitos, no están dispuestos a trabajar en las condiciones ofrecidas. A pesar de la subida del SMI ha mejorado los salarios considerados peores y cuando, según las patronales, la gran mayoría de los contratos ofertados son indefinidos y a jornada completa. En este misterio, un factor que puede tener efecto es la edad y la experiencia de la mano de obra disponible.
Según revela un estudio elaborado por PIMEC y la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), menos del 10% de las vacantes ofrecidas por las pymes solicitan más de 5 años de experiencia: casi el 20% de las vacantes no exigen experiencia previa, el 17,5% han solicitado hasta un año de experiencia y el 51,83% han requerido entre 1 y 4 años de experiencia. Según los autores, estos datos revelan "el rol fundamental" que ejercen las pymes en la incorporación de las personas jóvenes y de aquellas que están iniciando su trayectoria laboral. El problema es que se genera un "cuello de botella" para todos los demás.
Aunque las empresas no rechacen explícitamente contratar a mayores de determinada edad (esto sería ilegal), el requisito de la experiencia actúa como un filtro que tiene el mismo efecto. Sobre todo, cuando el 57% de los parados registrados superan los 45 años. Esto apunta claramente a que la mayoría de esta mano de obra disponible supera el umbral de los cinco años de experiencia laboral.
Esto genera una falta de candidatos que puede explicar que seis de cada diez de estas empresas tarden más de tres meses en cubrir una vacante, aunque quizá esto responde a que muchas de ellas no han sabido adaptar sus estrategias de contratación a la situación del mercado laboral tras la Gran Recesión y la pandemia. Algo que ya habían revelado investigaciones anteriores.
Una brecha con Europa en 'valor añadido'
En 2023, Cepyme publicó una radiografía sobre esta cuestión en la que también señalaba claramente a factores como el envejecimiento de la población (incluyendo los inmigrantes), la falta de relevo generacional, así como la despoblación que hace que en muchos territorios no haya trabajadores. Pero también hablanda del desencaje entre la formación de los trabajadores y la que requieren los trabajos ofertados (lo que dispara tanto la sobrecualificación como la infracualificación).
El nuevo estudio impulsado por la patronal catalana confirma que las empresas demandan "principalmente un nivel de ESO, bachillerato o formación profesional de grado medio y superior", mientras que las vacantes que demandan un nivel superior representan solo un 17,53% del total. "En Cataluña y España se necesitan más perfiles profesionales de nivel competencial medio y menos de nivel competencial alto", incide el estudio. Esto es algo que nos aleja de Europa más que el papel que juegan las pequeñas y medianas empresas.
Se suele decir que España tienen un tejido productivo en el que el peso de las pymes está sobrerrepresentado, si bien lo cierto es que sus datos, tanto a nivel nacional como en Cataluña, están en línea con la media de la UE, que también registra un porcentaje del 99,8% sobre el total de empresas, y en torno al 64% sobre el empleo (aunque Cataluña llega al 68%).
La verdadera diferencia con nuestros vecinos está en "la aportación de las distintas clases de pymes al empleo y al valor añadido", como recordaba hace unos meses un estudio de Funcas. Así, si comparamos a España con Países Bajos (que cuenta con un porcentaje de pymes muy similar al nuestro) aprecia un papel mayor de las medianas empresas (entre 50 y 249 empleados).
Además, las pymes de sectores "intensivos en conocimiento o de alta o media tecnología" duplica la de España (52,7% frente al 25,8%). Esas diferencias influyen en que Países Bajos tenga una tasa de paro del 3,8%, frente al 10,6% español y el porcentaje de puestos por cubrir supera el 4%, frente al 0,9%. Es decir, que sus problemas de falta de mano de obra se deben a que aprovecha el talento disponible mucho mejor que nuestra economía porque pivotan sobre actividades más adaptadas a factores como el aumento de la edad.
Sesgo 'digital' en las ofertas
El nuevo estudio de PIME y la UOC da algunas claves sobre la manera en la que estas discrepancias se trasladan a las vacantes. Así, los empleos más demandados por las pymes en los procesos de contratación muestreados son aquellos relacionados con el 'soporte administrativo' (10,19% de la muestra) y la representación comercial (4,62% de la muestra).
Los perfiles de oficial, operario y artesanía, así como los de peonaje de la industria manufacturera, también se destacan "como empleos con una elevada demanda" (3,65% y 3,08% de la muestra, respectivamente). Por su parte, los desarrolladores de software y los técnicos en operaciones de tecnologías de la información y la comunicación apenas suponen el 1,15% en el estudio, pese a que encabezan las listas de profesionales demandados según las ofertas publicadas en internet.
Ello se debe, según el estudio, a que estas vacantes "infrarrepresentan" los procesos de selección realizados a través de otros canales de reclutamiento, como redes sociales, referencias directas "o redes informales de contactos personales". Y es que el boca a boca constituye el método más utilizado por las pymes para encontrar trabajadores, lo que implica que muchos pasen por debajo del radar de los análisis de datos digitales.
A aclarar las cosas, tampoco ayuda que las estadísticas oficiales de vacantes (las que incluyen la Encuesta Trimestral de Costes Laborales) sean muy reducidas, a pesar de estar en máximos históricos: 149.975 de media en 2024, lo que apenas supone 57 puestos disponibles por cada 1.000 parados o 17 potenciales candidatos (léase desempleados) por cada oferta. Se mire como se mire, es la peor ratio de toda la Unión Europea.
Estos datos contrastan con el volumen de ofertas publicadas en plataformas de búsqueda de empleo, pero también con las que registran los portales públicos de empleo, que oscilan entre las 40.000 y las 50.000. Estas contradicciones han provocado un debate académico y político sobre el registro de las ofertas en España, en el que las organizaciones patronales han puesto sobre la mesa sus propios estudios, cuestionando directamente a los propios empleadores para entender mejor sus decisiones. Y, en consecuencia, diseñar políticas económicas y de empleo que funcionen.