Economía

¿Sin miedo a despedir? España rompe el umbral del millón de ceses en 2024

Foto: Dreamstime

A falta de conocer los datos de diciembre, los registros de Seguridad Social permiten dar por hecho que España batirá, por primera vez al menos desde la crisis financiera, el umbral del millón de bajas de afiliación por despido, tras crecer a un ritmo del 8% en los 11 primeros meses de año y superar los 970.000 ceses, el 93% de ellos trabajadores con contrato indefinido. Ello a pesar de un contexto de crecimiento del PIB pero también de creciente judicialización de las extinciones de empleo y la presión por parte del propio Gobierno. ¿Por qué las empresas optan por despedir cada vez más?

Entre los analistas existe consenso a la hora de señalar a la elevada dependencia del empleo eventual de la economía español, que no se ha reducido simplemente porque la reforma laboral haya restringido hacer contratos temporales. Hay empresas que se ven obligadas ahora a hacer fijos a estos trabajadores por imperativo legal, pero sin ser capaces de encajarlos en su actividad. Esto lleva a que una parte de los indefinidos, al menos los de nueva firma, se hayan vuelto más 'precarios'.

¿Hasta qué punto es grave el problema? El despido no es la primera causa de baja de afiliación a la Seguridad Social (le superan con creces la finalización de un contrato temporal, el pase a la inactividad de un fijo discontinuo y las dimisiones), pero su evolución en los últimos años suscita importantes preguntas sobre la discrepancia entra la contratación y la demanda del tejido productivo en España.

En concreto, la Tesorería General de la Seguridad Social registró 970.921 bajas de afiliación por una causa clasificada como despido en los once primeros meses del año, un 7% más que hace un año y un 99% más que en el mismo periodo de 2021, mientras se negociaba la reforma. Los despidos de indefinidos se han disparado un 145% en ese periodo (y un 8% en el último año).

En los dos años anteriores, la media mensual de despidos en diciembre no ha bajado de 80.000, con lo cual podemos dar por hecho que diciembre llevará el acumulado por encima del millón. La buena noticia, quizá la única, es que en los últimos meses se aprecia una muy leve desaceleración en la tendencia que parece apuntar a que las relaciones laborales se adaptan, por fin, a la nueva realidad laboral. El problema es que dicha realidad apuesta más que nunca por los despidos, incluso en un contexto de crecimiento del PIB

Los datos de Seguridad Social no son los únicos que miden el despido en España, aunque sí los más actualizados. La otra métrica es la Estadística de Despidos y su Coste, que publica el Ministerio de Trabajo y, como su propi nombre indica, se centra en los ceses que han recibido una indemnización y arroja unas cifras menores que las extraídas directamente de las bajas de afiliación. Aun así, la tendencia es también claramente alcista. El problema es que se publican con un año de decalaje: acabamos de conocer los correspondientes a 2023.

Indefinidos por obra y servicio

El Gobierno asume que el auge de los ceses de debe a la reforma laboral: al haber más indefinidos ocupando puestos que antes eran temporales, los despidos aumentan. Y las indemnizaciones caen se centran en los nuevos asalariados, que llevan menos tiempo en el puesto, tal y como como ya hemos explicado en elEconomista.es. Un indicio claro de que muchas empresas los utilizan como reemplazo de los antiguos eventuales por obra y servicio, desaparecidos con la reforma laboral.

En otras palabras: por primera vez en la historia, el auge de los despidos no responde a una situación de crisis económica, sino que se debe a una 'temporalidad' estructural del empleo y la actividad que los cambios legales en la contratación no han logrado atajar. Ello explica que España mantenga la mayor rotación laboral de la Unión Europea, así como la tasa de paro más elevada.

Volviendo a las cifras de Seguridad Social, estas confirman, que al igual que los despidos, también han se incrementado las extinciones de contrato por no superar el periodo de prueba. Su cifra se disparó un 84% desde la reforma laboral y se acerca, aunque no supera, la de los despidos propiamente dichos.

El auge se explica únicamente por los indefinidos. Estas bajas se han disparado un 883% entre ellos, algo que ha llevado lleva a los expertos a señalar esta como la fórmula que usan las empresas para cubrir empleos temporales con indefinidos. Pero en el último año solo se han incrementado un 1%, mientras que los despidos de estos trabajadores aún suben un 8%. Es más: desde que España superó la crisis financiera, y descontando 2020, nunca había habido más despidos de bajas por no superar el periodo de prueba.

Lo que no deja de ser sorprendente: el recurso al periodo de prueba indica un trabajador no 'encaja' en la empresa y esta decide finalizar cuanto antes la relación laboral, ahorrándose la indemnización. Algo que abre la puerta a posibles abusos usando esta excusa. Pero un despido se produce cuando el periodo se ha superado, se supone que responde a otras causas más complejas, es más complejo legalmente y debe justificarse suele conllevar una compensación, incluso cuando inicialmente se registra como disciplinario.

¿Por qué los despidos presentan más vigor si son más caros y complicados? Una explicación sería que el periodo de prueba tiene una duración de pocos meses, mientras el despido permite ampliar más ese plazo. Además, aunque se abone la indemnización máxima, de 33 días por año, si el trabajador lleva menos de un año el coste no supera el de una mensualidad. Con ello se puede decir que la última reforma ha logrado un objetivo histórico de las políticas laborales: que las empresas pierdan el miedo a contratar de manera indefinida. Eso sí, a cambio de perderlo también a despedir.

Despido fácil y no tan caro

El 54% de los despidos registrados por Seguridad Social son individuales disciplinarios, que, como decíamso no conllevan, frente al 32% que también son de particulares pero por causas objetivas o el 3,7% que se debe a despidos colectivos, los antiguos ERE. Estos dos supuestos establecen indemnizaciones de 20 días por años (si bien los colectivos, al ser pactados, casi siempre ofrecen una cuantía superior).

Pero las cifras de afiliación no recogen lo que ocurre luego con esos despidos disciplinarios supuestamente 'gratuitos'. La mayoría de ellos pacta algún tipo de indemnización en el proceso de conciliación, cuando no llega a juicio y se declara improcedente, en un proceso que, paradójicamente, resulta mucho más sencilla para las empresas que justificar 'correctamente' las causas del despido.

Aunque superan pagar la indemnización máxima, de 33 días por año trabajado, en el caso de los trabajadores que llevan poco tiempo el acumulado es menor, lo cual explica también el descenso en las indemnizaciones detectado por las estadísticas de Trabajo. Las de Seguridad Social apenas contempla despidos disciplinarios precisamente por la complejidad de estos procesos, que concluyen después de haberse registrado la baja del trabajador.

Pero lo que hay que recalcar es que esta práctica no es nueva. Las cifras de despidos han aumentado tras la reforma laboral, sí, pero la manera de ejecutarlos no ha cambiado: el porcentaje del 54% de despidos disciplinarios es similar a los años anteriores a la reforma del 2021 y responden más bien a los cambios legales introducidos por la anterior, la de 2012, que eliminó el despido exprés. Viendo la evolución desde entonces, era fácil prever lo que iba a ocurrir. Para garantizarse un acuerdo que incluyera a sindicatos y patronal hace tres años, el Gobierno no tocó ni la indemnización ni las condiciones del despido.

Pero sí incluyó a posteriori cambios en otras normativas, ampliando los supuestos de nulidad del despido. A ello se suman las prohibiciones de despedir ligadas a las ayudas a los ERTEs y otras ayudas establecidas durante la pandemia y con motivo de la invasión rusa de Ucrania. A la luz de los datos, su eficacia ha sido, cuando menos, limitada.

Ello a pesar de que la inseguridad jurídica provocada por las redacciones, a veces contradictorias, de las normas, que ha convertido el despido en un 'vía crucis' judicial, según denuncian muchos abogados. Por no hablar de las sentencias sobre indemnizaciones adicionales que han centrado el debate judicial hasta que el Supremos parece haber cerrado la vía judicial y abierto la política. Pero esta incertidumbre sigue sin hacer mella en los despidos. Lo que confirma que el problema no es de legislación laboral, sino de un modelo productivo que no puede crear más empelo estable.

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