
La economía española muestra el mejor comportamiento de los países occidentales. Los recientes datos de la OCDE muestran una mejora de un punto en el crecimiento del país, hasta el 2,8%, por encima del 2,7% de la revisión oficial del Gobierno. Este, y otros datos, parecen indicar, tal y como dijo en su momento el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que la economía española "va como un cohete". Pero, a pesar de todo esto, España no es atractiva para la inversión extranjera.
Los recientes números de GlobalInvex, la herramienta interactiva del Ministerio de Economía que recoge los resultados de las encuestas a las que se someten las sociedades foráneas que operan en nuestro país, muestran que la inversión extranjera bruta, cayó un 18,7% interanual en el primer semestre del año, en su rúbrica más importante y de mayor cuantía, aquella que se refiere específicamente al desembolso destinado a capital y patrimonio. En términos netos el descenso es también abultado: 15,7%.
Como resultado, el volumen total de recursos que recibió nuestro país de inversores foráneos quedó en los 11.762,83 millones de euros brutos hasta junio el pasado, por debajo del nivel inmediatamente previo a la pandemia que marcan los 12.452 millones de 2019.
La inversión extranjera bruta es una variable muy difícil de calcular en perspectiva anual porque, tal y como explicó el economista José Carlos Díez a elEconomista.es, un año se puede marcar récord "porque se ha hecho una operación grande de adquisición o una inversión poco usual de una empresa..." y al siguiente parecer que se desploma. Pero lo cierto es que, si se ven los datos históricos, esta variable en España, tras alcanzar un máximo en 2018, se ha situado muy por detrás en todos los ejercicios posteriores.
El experto resalta que hay varios factores que hacen que el capital foráneo prefiera otros países en los que invertir. Entre ellos, ahondó en la "inestabilidad política", referido a la falta de consenso y Presupuestos. "La fragmentación parlamentaria ha llegado a las autonomías, lo que hace que la política sea menos estable", explicó.
Al mismo tiempo, habla de "interlocutores muy limitados", sobre todo a nivel regional. "El ICEX funciona razonablemente bien y es bastante neutral a la hora de proporcionar un marco inversor en España, pero luego todo depende del nivel de apertura que haya en los gobiernos de las Comunidades Autónomas", dijo.
En esta misma línea habló el profesor de Economía de Comillas (ICADE), Emilio González. El profesor recalca que "hay razones económicas, relacionadas con los altos niveles de deuda pública española y la falta de una política de ajuste presupuestario para reducirla, lo que supone un riesgo económico para los inversores".
Al mismo tiempo, también habla de incertidumbre política y "las políticas laborales y fiscales del Gobierno, contrarias a las empresas", aseveró.
En este sentido, Diez hizo referencia a Portugal: "Invirtieron mucho en bienes de equipo, además el gobierno de Costa era fuerte y estaba enfocado en la gestión, en cambio, el nuestro no tira bien", aseveró el economista. Es cierto que estas son muchas de las demandas que expresan la mayoría de las empresas que acuden como ponentes las jornadas que organiza elEconomista.es a lo largo del año. Todas se mueven bajo el mismo mantra: "El exceso de burocracia y un marco regulatorio muy rígido", algo que desincentiva mucho la inversión, tanto en España como a nivel europeo.
Los datos hablan
Los datos del Ministerio muestran que en el primer semestre de 2017, la inversión bruta en España era de 14.126 millones de euros, en 2018 pasó a los 28.175 millones en los seis primeros meses del año y en 2019 volvió a corregirse el dato hasta los 12.452 millones anteriormente mencionados. Quitando 2020 y 2021, años de pandemia donde la variablecerró en mínimos con 9.629 y 7.778 millones respectivamente, la recuperación no se hizo notar en el capital que las multinacionales con sede allende nuestras fronteras invierten en nuestro país.
En un informe publicado por el ICEX sobre la inversión extranjera en 2023 confirman que la IEDsigue cayendo, en concreto el año pasado un 18,5% interanual y se sitúa en un promedio de los últimos cinco años de 29.002 millones de euros. Eso sí, aclaran que la reducción de la inversión se produjo en el capítulo de "Otras ampliaciones", es decir, ampliaciones de capital para reducir deuda o recapitalización para sanear balances, "sin afectar a las nuevas inversiones ni a las adquisiciones", remarcan en el documento.
De hecho, la inversión nueva y las ampliaciones dirigidas a aumentar la capacidad productiva (greenfield/brownfield) crecieron casi un 12% en 2023, hasta los 5.680 millones de euros. Las adquisiciones se situaron en el entorno de los 12.000 millones, creciendo ligeramente respecto de la media de los últimos cinco años.
Pero, atendiendo a los datos del antiguo Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, desde su pico máximo en el año 2018, la inversión ha caído notablemente, con una baja del 45% en los primeros trimestres de 2023 en comparación con el mismo período del año anterior.
Históricamente, España siempre ha sido un destino atractivo para la inversión extranjera. Su situación estratégica entre Europa y África y la proximidad cultural con los mercados tanto europeos como latinoamericanos, hacen que sea un país bisagra entre continentes y un eje estratégico. Al mismo tiempo, el país cuenta con infraestructuras clave. Es el segundo del mundo con más kilómetros de líneas férreas de alta velocidad, cuenta puertos clave de mercancías como el de Barcelona, Valencia o Algeciras, y el hub del aeropuerto Adolfo Suárez-Madrid Barajas, que es el principal punto de unión entre Latinoamérica y Europa, aportan bastante valor añadido al país para que las empresas lo elijan para internacionalizarse.
Según los datos más recientes del Ministerio de Industria y del Banco de España, el mayor stock de inversión que hay en el país procede de Países Bajos, que acumula aproximadamente 70.000 millones de euros. En líneas generales, la gran mayoría de las inversiones que provienen de este país son realizadas por multinacionales que eligen Ámsterdam como base para instalar sus sedes por razones fiscales.
Tras ellos se encuentran los Estados Unidos, siendo el primer inversor bruto, en stock se encuentra en el segundo puesto con 50.000 millones de euros. El país americano presenta una amplia diversificación de inversiones en sectores que van desde las tecnologías, pasando por las farmacéuticas, renovables y servicios financieros, entre otros.
El tercer país con mayor volumen de stock de inversión es Luxemburgo (35.000 millones), seguido de Alemania y Francia (30.000 millones ambos) y luego les siguen Italia, Suiza, México y China, este último con un stock de 4.500 millones de euros. En el caso del gigante asiático ha aumentado su presencia en España en los últimos años, aunque su stock es menor en comparación con los de otros países europeos y americanos. Sus principales inversiones están centradas en las infraestructuras y las energías renovables, aunque se están intentando abrir a otros sectores como el automovilístico y el tecnológico.
La coyuntura y el contagio
La situación de la economía mundial, aunque se muestra bastante resiliente, está entrando en un proceso de desaceleración. La escalada en la tensión en Oriente Próximo, la guerra comercial entre China y Estados Unidos, con la Unión Europea de por medio, así como dos conflictos bélicos actualmente abiertos (las invasiones de Israel a Gaza y de Rusia a Ucrania), están haciendo, también, que los inversores estén actuando todavía con más cautela.
Recientemente, el instituto alemán Ifo publicaba que la confianza de las empresas de Alemania, seguramente la economía más observada de la Eurozona en estos momentos por su mal desempeño, volvía a sorprender negativamente en septiembre, situándose la confianza del sector manufacturero en su nivel más bajo desde 2020 –año de pandemia–, y esto recae directamente en la inversión, ya que, ante la incertidumbre, las empresas se vuelven más cautas a la hora de manejar su capital.
No hay que olvidar que, aunque Países Bajos o Reino Unido sean los países europeos con más stock de inversión en nuestro país, en el caso del primero es por circunstancias de un marco fiscal más favorable y el segundo se centra, sobre todo, en sectores como el inmobiliario, el financiero y el turismo.
En cambio, Alemania y Francia, dos músculos de la Eurozona, son los que más stock presentan en inversión relacionada con el sector manufacturero. Por tanto, si las empresas industriales galas y germanas están "bajas de ánimos", esto repercutirá directamente en la Inversión Extranjera Directa española, puesto que ese "temor" a que la economía empeore está haciendo que la inversión se contraiga, tanto en sus propios países como en las filiales en el extranjero.
Hay que recordar que España no está sola en el mundo, sino que pertenece a la Unión Europea y, por tanto, aunque cada país tenga sus circunstancias únicas, hay ciertos elementos que son patrones comunes dentro de los Veintisiete.
La bajada sostenida de la IED se está dando en gran parte de los países miembros, salvo contadas excepciones, ya que hay mucha normativa comunitaria al respecto. En un informe especial del Tribunal de Cuentas Europeo aseguran que, a pesar de la Comisión ha adoptado "medidas adecuadas" para establecer y aplicar un marco de control de las inversiones extranjeras indirectas en la UE, "siguen existiendo limitaciones significativas que reducen su eficacia".
El propio Mario Draghi, en su informe de 2024, lo dice claramente "hay que profundizar el mercado único europeo, eliminando barreras burocráticas". Al mismo tiempo, también destaca la necesidad de "aumentar la competitividad de la UE en áreas como la tecnología, inteligencia artificial y energía renovable". Todo esto bajo el manto de una reforma de las reglas fiscales de la UE.
En sí, propone una mayor flexibilidad para permitir la inversión pública en sectores clave, pero manteniendo la disciplina fiscal comunitaria.Lo que está claro es que el refrán popular de "EEUU inventa, China copia y Europa legisla" es muy real y eso, precisamente, provoca que el capital se aleje del Viejo Continente.