
Se suele considerar que trabajar tiempo parcial es una consecuencia de las dificultades para conciliar el empleo con las situaciones personales y familiares de los trabajadores. Una idea que proviene, quizá, del hecho de que el 73% de estos ocupados son mujeres. Sin embargo, los datos los rebaten: 1,35 millones de ocupados, el 46% del total de personas que trabajan con jornada reducida lo hacen por no haber podido encontrar un empleo a tiempo completo. Un porcentaje que se repite para ambos géneros y que, pese a la mejoría de los últimos años,aún supera en 12 puntos el registrado antes de la Gran Recesión.
En el segundo trimestre del año, 2,94 millones de personas trabajaban a tiempo parcial en España, la segunda cifra más elevada de la serie histórica desde 2019, justo antes del estallido de la pandemia. Aunque hay que tener en cuenta algunos matices. El incremento general de la ocupación hace que ahora su peso porcentual sea menor que entonces, bajando del 14,9% al 13,56%. Por su parte, el porcentaje de trabajadores que se conforman con esta jornada por no encontrar otra cosa ha descendido del 52,9% al citado 46%. Aun así, este dato sigue muy lejos de sus mínimos.
El análisis de la serie histórica, que se remonta a 2005 muestra una evolución de los motivos para trabajar a tiempo parcial. En ese año, la cifra de los que lo hacen obligados por no encontrar un puesto a tiempo completo se tocó mínimos en los 740.000 y solo afectan al 30,5% de los teletrabajadores. En 2014, se había disparado hasta los 1,8 millones y explicaba el 63,3% de los casos.
Desde entonces, la reducción ha sido continua pero insuficiente: en 2024 llegan a 1,35 millones, y provocaba el 46% del empleo a tiempo parcial. Por el contrario, otras causas, como cuidado de hijos y familiares o seguir cursos de formación, sí se han elevado y está en su máximo histórica, pero solo explican un 13,2% y un 13,1% respetivamente, de los empleos a media jornada.
Huelga decir, que existe una elevada brecha de género en el empleo a tiempo parcial: solo un 27% de los hombres lo hace. Si lo analizamos causa por causa vemos que solo en los supuestos en los que el motivo es seguir cursos de formación se aproxima a algo parecido a la paridad: el 45% son varones y un 55% mujeres.
Esta desproporción puede llevar a una confusión estadística a la hora de interpretar los datos: como las personas que trabajan a tiempo parcial por cuidar de familiares o hijos son, en una abrumadora mayoría, mujeres, se suele concluir que esta es su causa principal para elegir una jornada a tiempo parcial. No es así. Lo cierto es que la principal es no encontrar un trabajo a jornadas completa: afecta a un 45% de sus empleos a tiempo parcial, frente al 46% entre los hombres.
Estos datos desmontan la tesis de que las mujeres recurren al tiempo parcial por motivos diferentes a los hombres, más desligados de la precariedad laboral. Les afecta en una proporción similar, aunque como concentran la mayoría del trabajo a tiempo parcial el número de afectadas es mucho mayor tanto en términos porcentuales (explican el 76,4%) como en cifras absolutas.
Esta situación es aprecia también los datos de ocupados que desean modificar su jornada de trabajo: en el caso de las mujeres, un 11,7% desean trabajar más horas, frente al 4,9% que estarían disputas a reducirla. En caso de los hombres, estos porcentajes se sitúan en el 7,5% y el 5,2% respectivamente.
¿Cómo se vincula con el subempleo?
Trabajar a tiempo parcial obligado por la falta de de mejores trabajos se considera como un sinónimo de subempleo. Pero la Encuesta de Población Activa define este indicador como el conjunto de ocupados que desea trabajar más horas, que está disponible para hacerlo y cuyas horas efectivas de trabajo en la semana de referencia son inferiores a las horas semanales que "habitualmente trabajan los ocupados a tiempo completo en su misma rama de actividad". Es decir, no se limita necesariamente a los trabajadores a tiempo parcial que quieren trabajar a tiempo completo, sino que engloba a todos aquellas cuya actividad efectiva es menor.
De ahí la diferencia en cifras: los ocupados a jornada parcial por no haber encontrado un empleo a tiempo completo son 1,35 millones, los subempleados son 1,65 millones. Además, la serie histórica de estos últimos solo llega a 2014, en un momento marcado por la crisis financiera y cuando su número alcanzó los 2,43 millones. Entonces, los ocupados forzosos a tiempo parcial eran 1,7 millones, lo que implica que entonces tenían mucho mayor peso otros factores en el subempleo que la imposibilidad de encontrar un empleo a tiempo completo, como la inestabilidad de la actividad en un contexto de crisis.
Con la recuperación económica, las cosas cambian: el subempleo cae un 32% y el trabajo parcial obligado por falta de oportunidades un 20,9%. Y el peso relativo del segundo sobre el primero pasa del 64% al 82%, si bien esta correlación se complica al segmentarla por género. Así, mientras el porcentaje del 55% en el caso de los hombres en el de las mujeres lega el 104%. Es decir, hay más mujeres con empleos a tiempo parcial por causa de la precariedad que subempleadas.
Lo que implica que ambas métricas no son comparables ni coherentes. De hecho, el peso de las mujeres en el subempleo es menor que en el empleo a tiempo parcial forzosos. del 60%. Estas discrepancias justifican un análisis más en profundidad de las situaciones que obligan a trabajadoras y trabajadores a conformarse con una jornada reducida.