Economía

A vueltas con el paro oculto: los 'excluidos' por el SEPE aumentan un 6,7% y superan los 1,6 millones

Foto: EP

La fiabilidad de los datos de paro se ha convertido en un caballo de batalla recurrente político y económico cada mes. Como si tener 2,67 millones de desempleados, el nivel más alto de la Unión Europea, no fuera suficientemente malo, muchas voces llaman la atención sobre las personas que esta estadística no refleja. Y, efectivamente, las cifras no dejan de ser llamativas: mientras el paro registrado cae un 4,4% respecto a hace un año, el número de 'excluidos' ha crecido un 6,7% y supera los 1,6 millones de demandantes de empleo. ¿Pero qué hay detrás de este incremento y qué dice realmente sobre el mercado laboral?

El pasado abril cerró con 4.295.526 de demandantes de empleo inscritos en las oficinas de los servicios públicos autonómicos. Suponen un 0,44% menos que hace un año, solo 19.901 personas. La razón es que mientras los clasificados como parados registrados descendieron en 121.870, el resto de los demandantes aumentó en 102.779 inscritos.

La exclusión de estos demandantes del paro registrados no es nueva. De hecho se remonta a 1985. Aunque la presentación de la información estadística que ofrece el antiguo INEM y su sucesor, el SEPE, ha cambiado a lo largo de los años, estos colectivos nunca han sido incluidos en el paro registrado. Lo que no quita que su evolución en los dos últimos años no suscite preguntas que el Ejecutivo debería responder.

Las estadísticas no consideran parados a los demandantes ocupados, el grupo más numeroso, que se divide a su vez en demandantes con relación laboral y el resto de ocupados. Tampoco a los que tienen "disponibilidad limitada" o buscan empleos con especiales con características particulares, así como a los beneficiarios del subsidio para trabajadores agrarios (TEASS) y un colectivo de "otros" que incluye supuestos que no caben en los anteriores.

De entre todos ellos, el incremento se concentra en los demandantes con relación laboral, categoría en la que figuran los fijos discontinuos que se apuntan como demandantes en los periodos de inactividad para cobrar la prestación.

Esta evolución alimenta las sospechas de que las cifras esconden un desempleo real mucho mayor. Como hemos contado en elEconomsita.es, la evolución de estos contratos siembra dudas sobre el alcance efectivo de la reforma laboral para crear empleo de calidad, pero ¿suponen un verdadero maquillaje del empleo?

Pero conviene recordar que esta polémica es incluso anterior a la reforma laboral. Los fijos discontinuos se integran en la categoría de los demandantes ocupados, un gran grupo que, como su propio nombre indica, se centra en las personas que tienen un trabajo pero se apuntan al paro. Alcanza los 1,06 millones de personas, 60.000 más que hace un año.

El misterio de los fijos discontinuos

Técnicamente, son aquellos demandantes que teniendo ya un empleo buscan uno mejor o compatibilizarlo con el que ya realizan. Pero en este grupo se incluyen otros supuestos, como los afectados por una regulación temporal de empleo (ERTE), cuyas cifras se dispararon durante la pandemia.

Aunque el análisis de las cifras de aquellos meses requiere ciertas prevenciones por el casi colapso de las oficinas de empleo ante el aluvión de solicitudes de prestación de estas personas, que afectó al seguimiento estadístico, la crítica recurrente fue que se ocultaba el impacto real de la pandemia en el empleo al excluirles del paro registrado. El fin de la pandemia y el desplome de estas regulaciones ha llevado a que el foco se ponga en los fijos discontinuos.

El hecho es que la cifra de demandantes ocupados de abril es un 32% más alta que la anotada en el mismo mes de 2019, cuando estaba en 804.269 personas. De ellos, 598.629 son demandantes con relación laboral, categoría donde se inscriben los fijos discontinuos inactivos, cuyo número se ha disparado un 198% respecto al mismo mes de 2019, tras sumar 392.386 efectivos. El impacto de la reforma laboral parece fuera de toda duda. Si tomamos como referencia la cifra de hace un año, el incremento es del 14,7%, lo que indica que este efecto aún no ha tocado techo.

El problema es que es imposible estimar este impacto en su totalidad. En primer lugar, no se sabe exactamente cuántos demandantes con relación laboral son fijos discontinuos, afectados por ERTE o entran en otra situación. En segundo lugar, tampoco es posible estimar cuántos de esos fijos discontinuos están trabajando o están a la espera de un llamamiento. Y es que, a diferencia de lo que ocurre con el paro, un fijo discontinuo no deja de ser demandante con relación laboral por volver a ser llamado.

Como indicador, solo hay que comparar la cifra de personas que cobrar el paro por pase a la inactividad de un contrato fijos discontinuo, un dato que sí ofrece el SEPE pero que no encaja con los demandantes con relación laboral: solo había 79.789 beneficiarios en marzo (últimos datos disponibles), aunque la media mensual para lo que va de año asciende a 126.000.

Una diferencia que se explica porque no todos los fijos discontinuos han cotizado para cobrar una prestación, o por la elevada rotación de estos puestos (cuando se produce el llamamiento sí se interrumpe el cobre de la ayuda), pero que no la aclara por completo.

Un sistema con 40 años de vida

El problema de este 'paro efectivo' ha sido profusamente analizado por el investigador de Fedea, Florentino Felgueroso, una de las voces más contundentes a la hora de exigir transparencia sobre las cifras al Gobierno, si bien Trabajo da por amortizado el debate y se niega a publicar los datos

Pero estos no son el único colectivo que ha crecido. También lo han hecho los demandantes con "disponibilidad limitada", un colectivo que engloba desde personas que piden empleos con circunstancias especiales a los que se apuntan porque es imprescindible para optar a ayudas, como el caso de los que quieren para establecerse como autónomos. Han crecido un 14,7%% en el último año.

Sí se ha producido una reducción en los Trabajadores eventuales agrarios subsidiados (TEASS), los beneficiarios del antiguo PER (algo que responde a que muchos de estos empleos se cubren ahora con fijos discontinuos). Por otro lado, los demandantes no ocupados (DENOS) que no entran ni en la categoría de paro ni en ninguna de las anteriores (un grupo heterogénea que incluye casos como los que piden trabajos a media jornada o compatibles con estudio), repuntan un leve 3%, hasta los 156.000.

Estos datos muestran una información sobre el mercado laboral complementaria a la de los datos de paro registrado, que en el caso de los demandantes con relación laboral fijos discontinuos requiere mayor claridad. Pero es difícil sostener que una contabilidad que se mantiene sin cambios desde hace 40 años incluye un "paro oculto" a instancias del actual Gobierno. Sobre todo, cuando hay estadísticas como la EPA o la Encuesta de Fuerza Laboral de Eurostat que analizan mucho mejor este supuesto.

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