El pasado 13 de septiembre, la Comisión Europea anunció una investigación para decidir si se establecen tarifas a los coches eléctricos chinos, con el objetivo proteger a los productores continentales, ya que muchos de estos vehículos se fabrican con subvenciones estatales, permitiendo así mantener los precios a la baja. Sobre esta posible competencia desleal, Von der Leyen afirmó que "Europa está abierta a la competición, no a una carrera hasta el final".
Sin embargo, esta carrera ya ha comenzado, y el trazado de su circuito pasa por Hungría. Según informa Bloomberg, en la ciudad húngara Debrecen ya se observan trabajadores que están colocando los cimientos para la que pretende ser la mayor fábrica de baterías para coches eléctricos de Europa. El proyecto, valorado en 20.000 millones de euros, pertenece a la empresa china Contemporary Amperex Technology Limited (CATL) y, según el primer ministro Viktor Orbán, permitirá a Hungría prosperar a partir de la transición verde de Europa.
En este sentido, la planta que CATL está construyendo, en colaboración con Mercedes-Benz, -cuyo coste es de 7.800 millones de euros- constituye su segunda planta de fabricación de baterías de la firma asiática en suelo europeo tras la que levantó en la ciudad alemana de Turingia. Por otro lado, la empresa china EVE Energy también está construyendo otra planta similar en Debrecen, cerca de la nueva instalación de BMW.
De esta forma, Hungría acumula actualmente seis plantas de fabricación de baterías para coches eléctricos que se encuentran o bien en proceso de construcción o en plena actividad. Adicionalmente, Bloomberg señala que existen un total de veinticuatro compañías que forman parte de la cadena de producción de toda esta industria en el país de Europa del este. La primera, propiedad de Samsung SDI, comenzó a operar en 2017 y se encuentra en Göd, ciudad ubicada al norte de Budapest.
Así las cosas, las proyecciones de Bloomberg indican que, en unos años, Hungría será el cuarto mayor productor de este tipo de baterías a escala global, tras China, Estados Unidos y Alemania. Por ello, no es casualidad la retórica que emplea el gobierno de Orbán a la hora de hablar de estos proyectos. En este sentido, el pasado mes de marzo, Peter Szijjarto, ministro de relaciones exteriores, afirmó que estos movimientos permitirían al país obtener un rol clave en la industria automovilística europea, lo cual sería parecido a un seguro de vida económico.
Sin embargo, no todo el mundo coincide con este diagnóstico. Zoltan Timar alcalde de Mikpercs, ubicado a menos de 12 km al sur de Debrecen, afirmó que "nadie nos había preguntado si queríamos esta planta", asegurando que esto podría formar parte de la transición verde, pero que a nivel local "vemos que tendremos que trabajar con sustancias peligrosas". Esta denuncia respecto al impacto medioambiental del proyecto es relevante, pues Timar pertenece a Fidesz, el partido político de Viktor Orbán.
En definitiva, la decisión de Bruselas de prohibir la venta de coches de gasolina y diésel para 2035 ha forzado a las firmas a volcarse en la producción de vehículos eléctricos. Ello ha generado una carrera que nadie quiere perder, y Hungría está dispuesta a apoyarse en China para alcanzar los primeros puestos.