La reforma laboral ha rebajado en tiempo récord las tasas de temporalidad del mercado de trabajo, pero el Banco de España señala que el nuevo marco regulatorio está teniendo un impacto en varias dimensiones. Los economistas de la institución han puesto el acento en los efectos sobre la contratación y en cómo se ha disparado los despidos entre los puestos de trabajo con contrato indefinidos. No solo tiene que ver en que los fijos discontinuos han ganado peso dentro de la contratación indefinida, los puestos de trabajo con un contrato ordinario tradicional también han quedado más expuestos a un despido.
En un mercado de trabajo marcado por la volatilidad, firmar un contrato indefinido se ha considerado históricamente el sinónimo por excelencia de la estabilidad laboral y económica. Por ello, el objetivo de la reforma laboral aprobada a finales de 2021 era impulsar su firma y reducir la de los temporales. Aunque ambos objetivos se han cumplido, más de un año cada vez más expertos llaman la atención sobre los indicios que demuestran que la calidad de los empleos, supuestamente de mayor calidad, está empeorado.
En su Informe Anual el Banco de España recalca que la disminución de la tasa de temporalidad, por sí sola, "no es suficiente para valorar de manera global los efectos" de la nueva norma, y se debe tomar en consideración su impacto "en múltiples dimensiones", es decir, sobre el empleo, el paro, los salarios, la productividad y otros agregados macroeconómicos clave, como el consumo y el ahorro de los hogares.
Por ejemplo, el supervisor incide en que, ante una mayor percepción de estabilidad en el empleo, los nuevos trabajadores con contratos indefinidos en 2022 podrían haber reducido su ahorro por motivo de precaución, lo que habría dado como resultado una "aceleración transitoria en el ritmo de avance del consumo agregado" durante el año pasado. Sin embargo, otros efectos no son tan positivos.
Aunque considera que con los datos disponibles "no es posible realizar todavía una evaluación global y rigurosa de la reforma laboral", también incide en que se pueden haber producido otros efectos indeseados en la contratación. Así, recoge que, aunque la tasa de temporalidad se ha reducido en más de 8 puntos porcentuales, en 2022 se ha producido un "aumento significativo de las salidas al desempleo desde empleos indefinidos". Una tendencia que se ha prolongado en el primer trimestre del año.
El organismo que dirige Pablo Hernández de Cos se suma de esta forma a las advertencias formuladas por servicios de estudios como Fedea y BBVA Research, que han advertido que se está produciendo un "retroceso en la supervivencia de los empleos fijos" respecto a la situación previa a la norma. En otras palabras, los expertos temen que las nuevas reglas del juego a medio y largo plazo suponga una caída en la contratación indefinida y a tiempo completo. La gran crítica a la reforma laboral es que ha propiciado el auge de una tipología de contrato indefinido, que anda a mitad de camino entre los contratos temporales e indefinidos, al ser lo suficientemente flexible para aceptar ceses temporales en la actividad del trabajador, pero sin contar en las estadísticas de paro registrado.
¿Qué datos avalan esta afirmación?
El Banco de España realiza una comparativa basada en la tasa de bajas de afiliación, la relación entre afiliados medios por tipo de contrato. Y revela que, aunque esta relación es lógicamente más alta en el caso de los temporales, las cifras de 2022 han mejorado levemente en la media de 2022 frente al promedio entre 2015 y 2019. Una situación que se puede explicar por el trasvase de trabajadores temporales a fijos discontinuos. Sin embargo, en el caso de los contratos indefinidos ha empeorado, especialmente entre los fijos discontinuos, lo que indica que esta modalidad tampoco frena los despidos. De hecho, lo hace menos que antes de la reforma.
La metodología que utiliza este cálculo elude uno de los argumentos utilizados habitualmente por el Gobierno cuando se le cuestiona por el repunte de despidos de indefinidos tras la reforma laboral: hay más trabajadores con contratos estables, lo cual explica que haya más ceses. Pero lo cierto es que la tasa de bajas por afiliado no debería verse afectada por el aumento de afiliados. Tradicionalmente, la tasa de baja de los contratos indefinidos se ha mantenido baja y constante hasta la entrada de la reforma laboral.
Para apreciar esto no hay más que ver la evolución anual de las tasas. Si realizamos el ejercicio de construir un índice que tome como referencia el primer año de la serie, 2009, y observamos su crecimiento desde entonces se aprecia que entre 2015 y 2019 se produce una reducción sostenida de la tasa en los indefinidos ordinarios y los fijos discontinuos, mientras que se eleva en los temporales.
Esto responde en buena medida al contexto económico: la crisis tuvo como consecuencia un incremento de la temporalidad del mercado laboral, mientras que los fijos, aunque perdieron peso en el total del mercado laboral se hicieron cada vez menos volátiles. Con la recuperación a partir de 2015, se reactiva la contratación indefinida ordinaria, y con ello las tasas vuelven a niveles previos a la crisis económica de 2008, mientras las de los fijos discontinuos siguieron bajando.
Entre 2020 y 2021, la pandemia y su impacto en el mercado laboral recortan las salidas de los trabajadores a desempleo, pero sobre todo se produce entre los temporales. La explicación es sencilla. La destrucción de empleo fue de tal envergadura que en los meses siguientes solo había posibilidad de crecimiento en los puestos de trabajo, apenas había posibilidad de que aumentara el desempleo. Entre los indefinidos, la pauta también se registra, pero con una intensidad mucho menor. Sobre todo, si la comparamos con lo que ocurre tras la aprobación de la reforma laboral.
En el primer año en vigor de la norma, las salidas del mercado laboral, tomando como referencia el nivel de 2019 se disparan con una intensidad inusitada, mayor entre los indefinidos ordinarios que entre los fijos discontinuos. Mientras que entre los temporales se mantienen por debajo de los niveles previos a la pandemia. En los cuatro primeros meses de 2023 se sigue manteniendo la tendencia.
Hay que recordar que los indefinidos son la categoría de afiliados al Régimen General más numerosa: con más de 12 millones en abril, suponen el 77,7% del total. En este sentido, que también sean los que más han visto incrementarse, relativamente, sus posibilidades de perder su empleo respecto a los tiempos de la crisis financiera resultan, cuanto menos, llamativo.
Aunque al modelo utilizado por el Banco de España se le pueden hacer una objeción: los datos de bajas de afiliación en las que basa sus cálculos engloban el total de causas, no solo las asociadas con una pérdida de empleo o un despido. Es decir, aunque lo señale como un indicador de "salidas al desempleo desde empleos indefinidos", también incluye otras, como dimisiones, que por lo general se vinculan a un cambio de trabajo, y que es el componente de mayor peso dentro de las causas para formalizar una baja. De hecho, el Banco de España suma también las causas de jubilación, excedencia y fallecimiento dentro de la estadística que elabora para poner en entredicho los efectos positivos de la reforma laboral.
Pero basta con analizar la evaluación de bajas que llevan a la situación de despido para llegar a la misma conclusión que el Banco de España. Es decir, solo hay que tener en cuenta las causas que la Seguridad Social cataloga como despido, junto a las extinciones por no superar el periodo de prueba o el pase a la inactividad de los fijos discontinuos. Aunque estos últimos trabajadores no son despidos n cuentan como parados, sí se inscriben como demandantes de empleo. De hecho, este es el caso que más se ha incrementado tras la pandemia, seguido de las extinciones por no supera el periodo de prueba.
Aunque estos últimos trabajadores no son despidos tenidos en cuenta como parados, pero sí se inscriben como demandantes de empleo. De hecho, este es el caso que más se ha incrementado tras la reforma, un 221% seguido de las extinciones por no supera el periodo de prueba, que crecen un 141%. Por su parte, los despidos propiamente dichos crecen un 68% interanual.
En su conjunto, las bajas de afiliación por estos ceses crecen un 162%. Como explicábamos más arriba, el Gobierno sostiene que esta evolución se debe al incremento del número de afiliados, y no a una mayor posibilidad de quedarse sin un trabajo entre los indefinidos. Pero aquí los datos revelan que estos supuestos han pasado de suponer un 39% en 2021 a un 57% en 2022, el dato más alto desde 2013, cuando comienza la serie comparable de los datos de Seguridad Social. En los primeros tres meses de 2013 el nivel se ha situado en el 56,4%.