
El año 2022 ha marcado un récord de dimisiones de trabajadores con contratos indefinidos: un total de casi 1,7 millones, una cifra que más que duplica la de despidos y que supone un 127% más que la anotada en el año anterior. Sin embargo, estos datos, que se extraen de las estadísticas de la Tesorería General de la Seguridad Social, constatan que nuestro país se encuentra muy lejos de un fenómeno como la 'Gran Renuncia' que ha afectado a mercados laborales como el estadounidense.
Es difícil analizar un fenómeno con un nombre tan llamativo como este sin contar con datos adecuados. Ni la Encuesta de Población Activa española ni la Labor Force Survey (LFS) de Eurostat recogen esta variable, que sin embargo si aparece detallada en los datos que elabora cada mes la Oficina de Estadísticas Laborales (Bureau of Labor Statistics) de Estados Unidos. Lo cual no ha impedido una proliferación de muchos estudios privados, en su mayoría encuestas, que intentaban demostrar el auge de este fenómeno también en nuestro país.
En este contexto, España tiene suerte, porque nuestro país cuenta con una base de datos que sí recoge las dimisiones: la que registra las causas de baja de afiliación a la Seguridad Social. Aunque la estadística ha generado bastante confusión en su interpretación porque que se expresa como una media sobre días laborables del mes, no un total mensual.
Se hace así para modular la elevada volatilidad de altas y bajas de afiliación (cada mes se registran millones de ambas), pero complica levemente los cálculos. Así, en el último mes del año se registraron 7.206,58 dimisiones diarias: para obtener una estimación del total basta multiplicar esta cifra por 22 días laborables: esto nos da unas 158.000 dimisiones.
Este ejercicio nos permite, al menos, visualizar unas cifras más acordes a la realidad de las renuncias mensuales en España. Algo que también podemos ampliar a los meses anteriores, lo que nos da una imagen que cuenta la historia de la supuesta Gran Renuncia en España.
Así, se aprecia que, hasta la reforma laboral, las dimisiones de trabajadores indefinidos quedaban por detrás de las de los temporales. Algo lógico por los menores desincentivos (como la antigüedad o perder la indemnización por despido) para dejar un trabajo que un fijo. Sin embargo, esto cambia radicalmente tras la reforma laboral y lleva a que a partir de mayo la evolución se invierta.
Así, de los 2,7 millones de renuncias anotadas en el conjunto del año, 1,68 millones corresponden a indefinidos, que crecen un 127% respecto a 2022, y 1,01 millones a temporales, un 18% menos que hace un año. Por el recorte de estas renuncias, el total de dimisiones solo crece un 39% respecto a 2021.
Desmontando la 'Gran Renuncia' española
Este giro sorprendió al propio Gobierno, que hasta entonces había negado por activa y por pasiva cualquier atisbo de Gran Renuncia en nuestro país. Aunque, teniendo en cuenta la realidad de nuestro mercado laboral, la preocupación era que esta tendencia fuera síntoma de una 'precarización' del empleo indefinido que hacía que a estos trabajadores perdieran los reparos a la hora de cambiar de empleo.
Estas cifras tienen otra ventaja para el análisis: comparar la Gran Renuncia estadounidense con la situación española. Para ello hay que sumar dimisiones de indefinidos y temporales, ya que la estadística estadounidense no los desagrega. Esto nos da un total de 215.000 en diciembre.
Un número que no es comparable con las que publica el Bureau para diciembre: 4,1 millones, por la obvia diferencia de tamaño de población y mercado laboral.
Pero la clave del análisis no es el número de dimisiones sino su peso sobre el total de separaciones (tal y como e las denomina en Estados Unidos) o bajas de afiliación (en España) que se registran cada mes. Así, en Estados Unidos, las renuncias suponen un 69,4% del total de abandonos de un empleo. En España, apenas superan el 10% de las bajas.
Aún teniendo en cuanta las diferencias de metodología entre ambas estadísticas, la diferencia es los suficientemente concluyente para dejar claro que el problema del mercado laboral español no es una Gran Renuncia. Algo que confirman los análisis que revisan la otra variable que se suele tener en cuenta a la hora de analizar este fenómeno: las vacantes por cubrir.
A la cola de las oportunidades
España es el país con la peor relación entre puestos disponibles y paro de toda la Unión Europea, como ha certificado Eurostat en un reciente análisis, que sitúa a nuestro país del sobrecalentamiento del empleo que se perciben en otras economías europeas, como la alemana.
Aunque esto no impide que un 34% de las empresas, según el Banco de España, detecten problemas de falta de mano de obra. ¿Cómo es posible en un país con más de tres millones de parados y apenas 140.000 vacantes, según los datos del Instituto Nacional de Estadísticas? La razón es la cualificación de esos desempleados no coincide con la demanda de las empresas, que en muchos casos se embarcan en proyectos críticos para la recepción de los fondos europeos en sectores como la digitalización y la rehabilitación.
A esto se añaden factores demográficos, como el cada vez mayor porcentaje de parados mayores de 45 años, y el cambio de los patrones laborales migratorios, que afectan a sectores como la hostelería, la construcción o la agricultura.
Una evolución que apunta a que la brecha entre personas que buscan empleo y las oportunidades que le ofrece la economía española no hace sino ampliarse, aunque, al contrario de lo que sucede en Estados Unidos, el desajuste es claramente en perjuicio de los primeros. Algo que también se aprecia en los salarios que se ofertan, con España a la cola de la zona euro.