Economía

Bruselas exilia a España a la 'antípoda glaciar' del calentón del empleo europeo

  • Eurostat confirma a España como el país con peor relación entre paro y vacantes
  • Nuestro país se estanca en la recuperación del mercado laboral
  • La falta de vacantes también amenaza la ejecución de los fondos Next Gen

El sorprendente 'calentamiento' del empleo en las grandes economías de la zona euro, pese a una evolución económica tocada por la inflación y las incertidumbres que genera la guerra en Ucrania, tiene una excepción muy clara: España, el país que combina la mayor tasa de paro de la Unión Europea con la menor proporción de vacantes de la zona euro. Esto nos convierte en el mercado laboral más frío del viejo Continente.

La evolución del mercado laboral en el último año vuelve a dejar muy clara la existencia de una Europa de dos velocidades en la recuperación de la pandemia. Pese a que España, por su situación geográfica alejada del teatro bélico, aún registra un crecimiento del PIB relativamente más vigoroso que sus principales socios europeos, del empleo no se puede decir lo mismo, con un paro estancado por encima del 12% y más de tres millones de desempleados.

Pese a ello, no pocos análisis han advertido de que nuestro país no era ajeno a las tensiones del mercado laboral que se han desatado en el último año y medio. Señalan que, pese a su reducido número, los puestos sin cubrir se sitúan en máximos de una década y su relación con la tasa de paro en niveles propios de una economía tan expansiva que se acerca a los de los años de bonanza previos a la crisis financiera.

De hecho, incluso el Banco de España advierte de que la falta de trabajadores cualificados y las rigideces del mercado de trabajo podrían llegar a reducir hasta un 25% el impacto positivo que los Next Generation podrían tener sobre el Producto Interior Bruto, que pasaría de subir un 1,3% a un 1,75% si resuelve este 'gap'.

En este sentido, un reciente análisis de la Oficina Europea de Estadísticas (Eurostat) arroja un jarro de agua fría a las expectativas de que nuestro país tenga ese margen para aprovechar el escenario que abren las ayudas europeas.

Gran Renuncia a la europea

La relación entre vacantes y desempleo dibuja la conocida como Curva de Beveridge, que refleja la capacidad de una economía para encajar la demanda de mano de obra con la oferta de personas sin empleo, y viceversa. Durante las contracciones de la economía, hay pocas vacantes y un elevado desempleo, mientras que durante las expansiones hay más vacantes y la tasa de desempleo es baja. Pero los cambios estructurales de la economía también pueden generar distorsiones en este comportamiento, como ha ocurrido en la Unión Europea en el último año y medio.

En el segundo trimestre de 2021, las tasas de vacantes y de empleo habían regresado a sus niveles previos a la crisis provocada por el Covid, lo cual implicaba que los mercados laborales lograron recuperarse sin "afectar a la adecuación general entre la oferta y la demanda de mano de obra". Pero a partir de entonces se observa un "nuevo aumento de las tasas de vacantes de empleo. Eso sí, con un peor ajuste" respecto al empleo.

Este es un fenómeno que en Estados Unidos ha recibido un nombre muy llamativo y que ha acaparado infinidad de titulares: la Gran Renuncia. Aunque tras él se encuentra una ecuación que preocupa, y mucho, a los grandes bancos centrales: a mayor dificultad para encontrar y retener trabajadores, más suben los sueldos. Y esto retroalimenta a la inflación.

Aunque los mercados laborales de los países miembros de la UE son muy diferentes de Estados Unidos, el temor a que un fenómeno similar se replicara en la zona euro ha asaltado al Banco Central Europeo, que ha dedicado varios análisis a la cuestión. Sus preocupaciones tenían una justificación clara: según las estimaciones de Eurostat, trece países europeos están en la zona de sobrecalentamiento del mercado laboral, que afecta especialmente a República Checa, Países Bajos, Alemania, Bélgica y Austria, aunque su impacto llega también, en menor media, a Francia e incluso Italia.

Para determinar este umbral, Eurostat recurre a un modelo alternativo dentro de la clásica Curva de Beveridge (que refleja una evolución a lo largo del tiempo) y opta por los denominados 'puntos' Beveridge, que reflejan una foto fija que permite comparar el desajuste entre vacantes y ofertas de los países europeos en un momento concreto. Y al realizar este análisis, el resultado sitúa a España en las antípodas de las principales economías del euro, con el mercado laboral más frío del Viejo Continente.

Oferta de empleo insuficiente

Este enfoque aporta más valor que el de analizar la curva de cada país en solitario. Aunque, como decíamos unos párrafos más arriba España tiene un récord de vacantes de la última década, su comportamiento encaja en las predicciones clásicas del modelo Beveridge: es decir, mucho paro y escasas vacantes. De hecho, la evolución de las vacantes queda muy por debajo de los años del Plan E, cuando las administraciones 'inflaron' la oferta de empleo a base de obras públicas

En el actual repunte de las vacantes juega también un papel destacado el empleo público impulsado por los Fondos Next Gen, aunque el diseño y el control de Bruselas hace que su objetivo y diseño sea muy diferente a la fórmula impulsada por el Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero: no busca 'salvar' un sector como el inmobiliario tras el pinchazo de una burbuja financiera, sino transformar la economía para hacer frente al horizonte postpandemia. El problema es que esto no afecta solo a la economía española, aunque nuestro país sea uno de los principales receptores de fondos.

En este sentido, la comparativa de la situación de España con el resto de Europa apunta a un estancamiento de nuestro mercado laboral frente a otros muchos más 'calientes'. Y en una situación comprometida para competir con el talento que necesita para aprovechar esos fondos: España ha elevado su oferta de trabajadores en sectores críticos para el aprovechamiento de las prioridades diseñadas en el marco del programa europeo, como la digitalización y la rehabilitación y eficiencia energética, pero sigue siendo muy insuficiente para competir con la demanda de mano de obra cualificada (tanto española como de migrantes de otros países) que registran nuestros vecinos.

En este sentido, la falta de trabajadores responde a una deficiente política educativa y de formación profesional, pero también a la falta de expectativas de que el mercado laboral y modelo productivo pueda absorber a una masa de trabajadores especializado en los sectores. Una especie de 'pescadilla que se muerde la cola' que pasa factura a la economía española en un momento crítico para poder convertir en realidad los planes para aprovechar las ayudas europeas y que, como señala el Banco de España, lastrará su beneficio en el PIB.

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