
Como está ocurriendo en el resto de Europa, las vacantes de empleo están registrando cifras récord en España. Pero la lectura de este fenómeno en nuestro país es compleja tanto por el escaso número de ofertas que suponen en realidad, como por su reducido peso sobre el total del empleo.
La tasa de vacantes española se sitúa a la cola de la UE junto a Bulgaria y Rumanía y nos aleja de economías más comparables por tamaño como Italia, que anota un 2,3%; por no hablar de países como Alemania, donde se alcanza el 4,5% y ya hay más puestos disponibles que desempleados. Algo que parece imposible que ocurra dentro de nuestras fronteras.
Y, sin embargo, los expertos advierten de que esta comparación con Europa no debe llevarnos a minimizar lo que ocurre en España. Si los datos de España se contextualizan dentro de su propia evolución histórica sí arrojan síntomas de 'sobrecalentamiento' de la demanda de empleados sobre la oferta.
Así lo estima el responsable de Análisis Económico de BBVA Research, Rafael Doménech, que señala que el porcentaje de vacantes sobre el total de la población activa "se sitúa por encima de su promedio de las últimas tres décadas", lo que deriva en una "brecha productiva positiva" en el mercado laboral que sorprende especialmente cuando el PIB aún no ha recuperado su nivel de 2019.
El análisis de Doménech amplía la serie histórica de vacantes del INE, que solo llega a 2013, para remontarse hasta 1980, algo que permite contextualizar el incremento de las vacantes en una escala temporal más extensa. Así, lo primero que se aprecia es que los datos de 2022 siguen por debajo de los anotados en 2010, cuando el paro alcanzaba los 4,7 millones de personas, una tasa del 20%.
Pero para comparar ambos momentos con el actual hay que tener en cuenta que hace doce años la economía y el empleo se encontraban en una senda de caída tras el estallido de la crisis financiera y de deuda. De hecho, las vacantes acumulaban un descenso de años desde el récord de cerca de 200.000 alcanzado en el cuarto trimestre de 2006, cuando el número de parados quedaba en el nivel de los 1,8 millones, el 8% de la población activa.
Que pese a la crisis se mantuviera un alto porcentaje de vacantes se puede explicar por varios factores, como un impacto desigual en los primeros años de la crisis o que la mayor parte de la primera fase de la destrucción de empleo se centró en los temporales, pero lo que revela es un desajuste profundo del mercado laboral. Algo que no dejó de confirmarse en los años siguientes.
Por el contrario, la situación en los años de bonanza económica responde a una situación más positiva: con un alto crecimiento económico y un auge de la demanda de trabajadores mayor que el escaso nivel de paro dificultaba poder cubrir.
El empleo después de la pandemia
¿En cuál de los dos escenarios se sitúa la España de 2022? Aquí es cuando el análisis sorprende, ya que la correlación entre la tasa de vacantes (sobre población activa) y la de paro que dibuja la conocida como curva de Beveridge se integra en una línea de tendencia alcista, pero que supera al de épocas con un paro menor que el 12,4% actual y mejor comportamiento de la economía.
Doménech considera que la reactivación del "ciclo expansivo" de la economía española, interrumpido durante la pandemia, "explicaría la existencia de dificultades de emparejamiento en algunos sectores". Los más afectados, según análisis como el del Banco de España serían el sector TIC, la construcción y la hostelería, si bien las condiciones y razones son diferentes para cada uno de ellos.
Se trataría de una situación muy similar a la experimentada en el resto de grandes economías españolas en las que se puede hablar sin duda de 'sobrecalentamiento' del mercado laboral. Pero la abultada diferencia entre España y sus vecinos arroja dudas incluso sobre la fiabilidad de este diagnóstico.
Y aquí entramos de lleno en el problema de las estadísticas. Expertos como Doménech son plenamente conscientes de que las cifras de vacantes no parecen corresponder a un mercado laboral del tamaño del español, aunque el análisis de las tendencias reveladas en las curvas de Beveridge no pierde validez porque se hace sobre una serie histórica coherente y general.
Por expresarlo de una forma más visual, si se comparan las curvas de Beveridge de España con las de otros países, el dibujo es muy similar, aunque no se superpone porque refleja distorsiones propias de nuestra economía.
Es decir, a la pregunta de si hay sobrecalentamiento en el mercado laboral, la respuesta es afirmativa, pero modulada por la menor capacidad de la economía para crear empleo, el peso del empleo precario y, por supuesto, la alta tasa de paro y rotación laboral que impide que podamos compararnos con países como Alemania o siquiera Italia.
La oscuridad de los datos
Para los expertos, el problema de que las estadísticas oficiales no recojan el total de vacantes es diferente y plantea un riesgo mayor: que los datos no reflejen las necesidades reales del mercado laboral.
Hay confianza en que la Ley de Empleo, que recogerá la obligación de publicar todas las vacantes clarifique este diagnóstico aunque también dudas de que el desarrollo reglamentario de la Ley, actualmente en tramitación parlamentario, rebaje este compromiso.
Justifican algunos ese temor en el hecho de que ya hay un claro precedente en el que el Gobierno, y concretamente la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, ha utilizado políticamente esta opacidad.
Hace unos meses, Díaz se reunió con patronal y sindicatos para analizar el auge de las vacantes, cuando aún contaba solo con los datos del primer trimestre, inferiores a los del segundo. Su respuesta fue esgrimir esos mismos datos para señalar su escaso volumen negaba la mayor, Incluso aprovechó para llevar el debate a otro ámbito respondiendo a los empresarios que la solución era pagar más.