Economía

El peligro de llamar 'Renuncia Silenciosa' a no querer quemarse en el trabajo

  • La proliferación de nuevas 'tendencias' laborales distorsionan la agenda política
  • La reacción al síndrome del burnout cobra fuerza en la City
  • No hay datos que avalen un desapego de trabajadores españoles tras la pandemia

La realidad es tozuda, pero la retórica lo es aún más. Una vez que los análisis del mercado laboral español rebaten la tesis de que una 'Gran Renuncia' como la de Estados Unidos ha llegado a nuestro país, el concepto que pugna por sustituirla es el de la 'Renuncia Silenciosa', en el que los trabajadores no dejan su empleo, sino que 'desconectan' emocional y productivamente de él.

Mientras la 'Great Resignation' se refiere a una elevada tensión entre oferta y demanda en el mercado laboral que está teniendo repercusiones incluso a nivel de política monetaria, la 'Quiet Quitting' parece acotada al terreno de las 'nuevas tendencias laborales'.

Aunque su impacto parece ser evidente en el sector financiero estadounidense y, especialmente, de Reino Unido. Las principales cabeceras económicas  y organismos como el Foro Económico Mundial se han referido a ella como una reacción contra el "síndrome del burnout" que sufrían los profesionales, especialmente los más jóvenes, ya no tan dispuestos a quemarse en maratonianas jornadas. Ello se  ve acentuado por un cambio de valores y prioridades tras la pandemia.

Pero la cuestión de la salud mental y el estrés en el trabajo son objeto de estudio desde mucho antes, así como de una legislación cada vez más estricta en lo que se refiere a la conciliación laboral. 

Hasta el punto de que se ha situado en la agenda pública de las mismas empresas que critican el desapego de sus trabajadores.

Esta aparente contradicción no ha impedido que el discurso se generalice a todos los sectores e incluso países cuya regulación está más avanzada en este aspecto, como es el caso de España.

Un mercado laboral  conocido como uno de los más improductivos de Europa, aunque la cuestión responde más a cuestiones estructurales de nuestro modelo económico.

El blanqueamiento de las responsabilidades

El riesgo de utilizar diagnósticos simplistas a problemas complejos es amplio. Frivolizar con temas como el derecho a la desconexión, permite el 'blanqueamiento' de las responsabilidades de las empresas en esta cuestión

No olvidemos que la misma City que hace cinco años protagonizaba escándalos por las draconianas condiciones de sus trabajadores ahora auspicia el lanzamiento de programas piloto para la implantación de la jornada de cuatro horas.

Pero además, coloca entre las prioridades políticas cuestiones que, aunque resulten llamativas, son menos urgentes que otros problemas del mercado laboral.

Algo de lo que la jornada de cuatro días brinda otro buen ejemplo, en este caso en España, donde partidos como Mas País o Compromís la han tomado como emblema de sus propuestas de reformas económica.

¿Cómo medir la 'Renuncia Silenciosa'?

Solo en los últimos dos años se han publicado miles de estudios que avalan esta tesis. El problema que en buena parte son encuestas de consultoras de recursos humanos que se dedican a diseñar programas de incentivos para sus clientes, que no son los trabajadores sino las empresas.

Organismos de prestigio como la Reserva Federal, el Banco Central Europeo o el Banco de España, han tratado la Gran Renuncia porque hay datos objetivos que les permiten hacerlo. Pero con la otra renuncia, la silente, no hay tanta suerte.

Aunque este descontento en el trabajo no se traslada a una dimisión, sí puede detectarse en la búsqueda de otro empleo o en el deseo de cambio en las condiciones laborales.

En parte ha sido por los cambios estadísticos en la Encuesta de Población Activa. Hasta el cuarto trimestre de 2020, el Instituto Nacional de Estadística contabilizaba a los ocupados que buscaban otro empleo, una serie que se remonta a 2005.

Lo que se aprecia es que inmediatamente antes de la pandemia una media del 5,6% de los ocupados buscaban otro empleo, nivel que se recuperó a cierre de 2020. En cualquier caso son niveles muy inferiores a los de la crisis financiera.

Lo que permite concluir que este factor responde a la situación económica: son la expectativas de buscar empleo o la necesidad los que determinan el deseo de cambiar.

Otra variables par entender la Renuncia Silenciosa seria la de los trabajadores que desean trabajar menos horas, aunque esto suponga perder sueldo. En este caso, las estadísticas sí llegan hasta 2022 y revelan que han alcanzado un 5,1% de los trabajadores.

El porcentaje es casi la mitad de los que quieren trabajar más horas. Aun así supone el más elevado desde 2008.

Pero frente a lo que se afirma sobre la 'Renuncia Silenciosa', una tendencia que se asocia con redes sociales como Tik Tok, el porcentaje de los jóvenes que quieren trabajar menos horas es más bajo que el de sus compañeros de mayor edad.

En cualquier caso, el que no se pueda detectar síntomas en las estadísticas oficiales que permitan inferir una eclosión de estos 'zombis' profesionales, no significa que no haya personas que no se sienten vinculadas al proyecto en el que trabajan.

Lo cual sitúa la sobra de la sospecha sobre la profesionalidad de los trabajadores, especialmente, como en este caso, los jóvenes.

Pero en el caso de otras modas laborales como el 'salario emocional' o el 'job hopping'. Esta última aludía a la supuesta tendencia entre ols jóvenes a cambiar de empleo cada pocos meses. Algo que en España, el país con mayor tasa de paro y temporalidad juvenil puede sonar, cuando menos, ofensivo.

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