
Rusia ha dejado de pagar su deuda soberana en moneda extranjera por primera vez en más de un siglo (la famosa crisis de 1998 fue un impago en deuda doméstica). Esta es una de las consecuencias visibles de las sanciones que ha impuesto Occidente de forma masiva sobre Rusia tras el inicio de la guerra contra Ucrania. Moscú ha sido incapaz de realizar el abono de los intereses de dos cupones en dólares pese a tener suficientes reservas de divisas para ello. Los inversores corroboran esta versión y aseguran que no han recibido el pago tras el mes de gracia.
Durante meses, el país ha logrado encontrar caminos y atajos para vadear las sanciones que intentaban aislar al Gobierno de Vladimir Putin y hacer caer al país en default técnico. Pero al final, Occidente ha conseguido su objetivo, aunque algo más tarde de lo esperado.
Aunque Rusia tenía capacidad para hacer frente a este pago, los indicadores económicos adelantados (el PMI compuesto se hundió en marzo y sigue por debajo de 50, lo que indica que la economía se está contrayendo) revelan que el país se enfrenta a una de las crisis económicas más importantes de las últimas décadas. Con una inflación de doble dígito y la fuga de varias empresas punteras, Rusia tendrá que hacer frente a una recesión profunda y, quizá, a años de estancamiento económico.
Este domingo expiró el período de gracia (un mes) de alrededor de 100 millones de dólares de pagos de intereses atrapados con vencimiento el 27 de mayo, una fecha límite que se considera un evento de incumplimiento si no se abona en la divisa correcta, según informan desde Bloomberg. Los datos del FMI revelan que el Gobierno de Rusia tenía a finales de 2021 una deuda de alrededor de 40.000 millones de dólares denominada en divisa fuerte (dólares, euros...), una cantidad relativamente pequeña. Aunque la deuda exterior total (empresas, familias y gobierno) supera los 470.000 millones, solo una parte de ese monto está en divisa extranjera y una parte inferior todavía es pasivo del Gobierno de Rusia (esos 40.000 millones).
Este es un síntoma claro de la rápida transformación a la que se tiene que enfrentar el país, tanto en lo financiero como en lo económico. Rusia tendrá que seguir adelante sin los flujos de capital extranjeros que históricamente han ayudado a financiar las inversiones en los países emergentes.
Los eurobonos de la nación llevan negociándose en el mercado secundario a niveles muy bajos desde principios de marzo, mientras que las reservas de divisas del banco central siguen congeladas y los bancos más grandes están apartados del sistema financiero mundial, lo que está dejando a Rusia en una suerte de aislamiento que no tiene parangón en el mundo dado el tamaño de Rusia y de su economía.
El último impago en deuda extranjera
Rusia no había impagado sus deudas internacionales desde la Revolución Bolchevique, hace ya más de un siglo, cuando el Imperio Ruso se derrumbó y se creó la Unión Soviética. Desde entonces, Moscú ha cumplido con los acreedores internacionales. No obstante, el país sufrió una crisis de deuda que estalló en 1998 en la que impago parte de sus pasivos denominados en rublos, por lo que no se considera como impago en divisa en extranjera.
Los inversores internacionales esperaban y sabían que Rusia iba a entrar default desde que se anunciaron las sanciones que impedían a los bancos rusos y al gobierno operar en las redes financieras internacionales, era cuestión de tiempo. Los contratos de seguros que cubren la deuda rusa han valorado una probabilidad de incumplimiento en más de un 80% durante semanas, y las agencias de rating como Standard & Poor's y Moody's, aunque han dejado de evaluarla oficialmente, habían colocado la deuda del país en territorio basura.
Un impago forzado
Rusia ha criticado que este es un impago forzado por Occidente, puesto que la intención de Moscú era seguir atendiendo de forma religiosa al servicio de su deuda extranjera. Mientras que Moscú trataba de abrirse camino para realizar los pagos sin incurrir en default, las autoridades reconocieron la semana pasada que tendrían que hacer los pagos de esta deuda en rublos en lugar de en dólares y otras divisas duras (pagar en otra divisa supone entrar en default). Moscú ha anunciado esta mañana que se ha procedido al envío de los cupones en rublos ante la imposibilidad de hacerlo en dólares.
El Ministerio de Finanzas ha informado en su cuenta de Telegram de que ha ingresado 12.510 millones de rublos, equivalente a 234,9 millones de dólares, a la depositaria nacional que actúa como agente de pago de los eurobonos. Pese a todo, esto se considera un impago puesto que se considera como una redenominación monetaria respecto a la promesa original, que era el pago del cupón en dólares.
Desde el Gobierno de Rusia han alegado una situación de "fuerza mayor" que, según las propias autoridades, ha sido creada artificialmente por Occidente a través del levantamiento de obstáculos financieros para impedir el pago en dólares de una economía que sí tiene reservas de divisas suficientes para hacerlo.
"Es algo muy, muy raro, que uno o varios gobiernos extranjeros obliguen a otros gobierno que tiene los medios a incumplir en el pago de la deuda", asegura Hassan Malik, analista soberano sénior de Loomis Sayles & Company. "Va a ser uno de los grandes incumplimientos de la historia".
En una situación normal, la declaración formal de default tendría que venir de las agencias de calificación (S&P, Fitch...), pero las sanciones europeas han llevado a estas agencias a retirar las calificaciones de las entidades rusas. No obstante, de acuerdo con los documentos de las notas de estas agencias, a los que ha tenido acceso Bloombeg, el período de gracia expiró el domingo. De modo que los inversores pueden denominar por cuenta propia a este evento como default o impago de Rusia en deuda extranjera.