La inflación se encuentra disparada. La energía primero y ahora los alimentos están impulsando las tasas del IPC a niveles no vistos en décadas. Por el contrario, los precios de los servicios han permanecido en un segundo plano, adormecidos tras el covid. Entre ellos, los servicios turísticos, que destacan por el desplome que sufrieron los viajes vacacionales durante la pandemia. Sin embargo, como un caballo de Troya, de forma silenciosa, el turismo ha empezado a despertar y podría acabar siendo el sector que dé la puntilla final a la inflación este verano. Los viajeros parecen decididos a disfrutar sus vacaciones cueste lo que cueste (en términos económicos), lo que puede dar rienda suelta a las subidas de unos precios turísticos que ya están avanzando con fuerza en países como España.
El fenómeno comienza a dibujarse claramente con el verano a las puertas. Después de más de dos años de pandemia, los ciudadanos quieren salir y disfrutar pese al elevado coste de la vida que supone una inflación en máximos. El levantamiento ya prácticamente total de las restricciones, coincidente con la llegada del buen tiempo, ha creado un marco ideal para que el turismo acabe de resucitar. La gente está dispuesta a recortar en otros gastos para disfrutar de unos días de asueto. La Semana Santa fue un aperitivo de lo que está por venir.
Ángel Talavera, director Oxford Economics para Europa, reconoce en declaraciones a elEconomista.es que la recuperación del turismo puede ser un arma de doble filo para los países que son receptores netos como España. A la pregunta de si este fenómeno puede ser la 'puntilla' para la inflación, Talavera cree que "sí, efectivamente, ya estamos viendo subidas de precios importantes en el sector turístico y de hoteles como reflejo del apetito que hay por las vacaciones este año. Esto hace que la inflación en los servicios cada vez esté contribuyendo más a la general, y creo que es esperable que esta tendencia se mantenga en los próximo meses, especialmente en un país como España".
Tomas Dvorak, colega de Talavera y economista senior de la misma casa de analistas, argumenta en un informe reciente que "a pesar de la continua reducción de los ingresos reales debido a la inflación, la demanda reprimida de viajes y ocio tras años de restricciones pandémicas se está materializando y los hogares están dispuestos a gastar en vacaciones. De hecho, los indicadores de alta frecuencia sugieren que los hogares pueden estar favoreciendo las vacaciones por encima de otros servicios como la restauración o la cultura".
En condiciones normales, la demanda de servicios turísticos (viajes, ocio, restaurantes...) suele presentar una elasticidad bastante elevada. Esto quiere decir que ante una disminución de la renta de los hogares, su demanda peligra en mayor medida que otros bienes y servicios con una demanda más rígida (comida, sanidad...). Sin embargo, después de dos veranos plagados de restricciones, el turismo y otros servicios relacionados (la hostelería, por ejemplo) han ganado mayor relevancia, al menos de forma temporal. A lo anterior hay que sumarle el ahorro acumulado que permite a los hogares afrontar este mayor gasto en turismo.
"La inflación de los servicios tomará el relevo de los precios de los bienes industriales no energéticos para sostener la inflación subyacente en la zona euro. El turismo contribuye en gran medida a la inflación de los servicios, y aunque otros sectores de servicios probablemente verán disminuir las presiones de la demanda en el segundo semestre, el comportamiento de los hogares sugiere que la demanda de turismo se mantendrá fuerte, al menos durante la temporada alta", avanza Dvorak.
Desde Nomura coinciden, según revelan sus analistas en un informe de junio. "Somos de la opinión de que el próximo shock en la inflación vendrá de la fortaleza de los servicios, lo que impulsará la inflación subyacente en la Eurozona", aseguran los economistas del banco de inversión japonés. "Aunque la inflación energética ya está empezando a moderar, y el tope del precio del gas nos debería proteger ante eventuales nuevas subidas, con esta perspectiva del sector servicios y con unos precios de los alimentos por encima del 10%, creo que es bastante probable que la inflación en los próximos meses siga en torno al 8%", añade Talavera.
La ausencia de restricciones también contribuye a este 'boom' al cambiar las pautas de viaje. "Aunque el turismo tuvo un sólido repunte en 2021, 2022 será aún más fuerte. Esto se debe, en parte, a la normalización de los patrones de viaje. Mientras que el turismo en los puntos calientes de Europa tuvo que depender de las visitas nacionales durante la pandemia, estamos viendo que la proporción de llegadas extranjeras se acerca a los promedios anteriores a la pandemia en la mayoría de las economías europeas orientadas al turismo", señala Dvorak.
España y Portugal, a la cabeza
El economista constata que todas las economías europeas orientadas al turismo están experimentando un sólido repunte: "Nuestro rastreador destaca a España y Portugal como países con mejores resultados, con pernoctaciones que vuelven a los niveles de 2019. Italia se encuentra en el medio, a un 10% de los niveles prepandémicos de mayo, pero con una tendencia positiva. Grecia se sitúa en el otro extremo del pelotón, con un ligero retraso respecto a sus pares". Basándose en la relación histórica entre las pernoctaciones y la contribución del turismo al PIB, los cálculos de Oxford Economics estiman que el repunte del turismo en 2022 contribuiría hasta un punto porcentual en su previsión de crecimiento del PIB del 2,9% en 2022 en la UE. Según indican, Portugal, Italia y España deberían tener una contribución relativa aún mayor.
¿Qué capacidad tiene el turismo?
Uno de los riesgos es que el sector del turismo español no tenga capacidad suficiente para absorber tal cantidad de demanda. De ocurrir esto, la teoría económica dice que este 'exceso' de demanda se transformará en unos precios mayores. Según datos del Instituto Nacional de Estadística, en 2019 el turismo contaba con una población activa (personas trabajando o dispuestas a trabajar en el sector) de 3 millones de personas. Ahora, la población activa dentro de la rama de turismo es de 2,752 millones de personas. El sector se enfrenta a un gran reto: atender una demanda similar a la de 2019 con menos recursos.
Por todo ello, las presiones de la demanda turística darán lugar a una inflación mayor y más persistente. "Hemos destacado la inflación de los servicios como uno de los riesgos al alza de nuestra previsión de inflación subyacente, tanto para este año como para el próximo. El turismo y los viajes organizados son áreas en las que es probable que esto se materialice, y lo reflejamos con un rebasamiento de los precios del turismo por encima de la tendencia anterior a la pandemia en nuestra previsión de inflación ascendente en el segundo semestre de 2022 y el primero de 2023", avisa Dvorak.
Los precios del turismo han recuperado la mayor parte de la caída observada durante la pandemia, con los precios del alojamiento cerrando la brecha con la tendencia anterior a la pandemia en Italia, España y la zona del euro en su conjunto, y los precios de los restaurantes superándola en general. Según los últimos datos publicados por Eurostat, los precios de los servicios de alojamiento general en España ya están subiendo un 30% anual, frente al 11% de media de la Eurozona. Pero afinando más el tiro, el subcomponente dentro del IPC de hoteles, moteles, posadas se ha disparado un 50% interanual en España (en Portugal y Croacia también aumentan más de un 30%) frente al 13% en la zona euro.
"Las empresas del sector de la hostelería han vivido dos años débiles y la tentación podría ser aprovechar la recuperación. Sin embargo, con una inflación que exprime los ingresos reales hasta un grado que sólo se ve en las recesiones este 2022, existe el riesgo de exagerar las subidas de precios", alertan también desde Oxford Economics. Los salarios del sector son otra variable a tener en cuenta. "Una temporada fuerte es un buen augurio para el empleo en el sector turístico, y reforzará el crecimiento de los salarios. Las intenciones de contratación de las empresas son fuertes, y hemos destacado el riesgo de que los trabajadores negocien mayores aumentos salariales dada la escasez de mano de obra existente", plantea Dvorak.
Desde S&P Global creen que la situación para el sector está mejorando, pero los riesgos siguen siendo elevados: "Es cierto que las reservas y los hoteles se están llenando, pero un verano rentable puede no ser suficiente para compensar los desafíos actuales que agobian al sector hotelero europeo. Las empresas de alojamiento se enfrentan a continuos problemas en la cadena de suministro y presiones inflacionarias debido a la incertidumbre macroeconómica y al contexto geopolítico actual... Como resultado, S&P Global Ratings cree que muchas empresas hoteleras europeas podrían no recuperarse hasta 2023".