
Malos vientos desde América. La coyuntura norteamericana ha entrado en una espiral que amenaza con extenderse al resto de economías desarrolladas. El mantenimiento de las políticas expansivas, el shock en la oferta, la inflación y la pérdida de tracción en la recuperación son las cuatro amenazas que preocupan ya a los analistas en Washington, que cada vez ven más cerca un escenario de estanflación. Una situación de la que muchos ya alertaron debido a la coyuntura de subida de precios mientras se produce un estancamiento de la economía y el ritmo de la inflación no cede.
Es el cóctel que todos temen. La situación ha provocado ya reacciones en el seno del Banco Central Europeo (BCE) y en la Reserva Federal americana (Fed), que están ahora divididos sobre la conveniencia de comenzar a replegar sus estímulos monetarios antes de que sea demasiado tarde. Pese a las voces de los halcones de ambos bancos centrales, que piden comenzar con la retirada, la incertidumbre sobre la recuperación mantiene el miedo a replegar los estímulos. Todo ello en un momento en el que hay un fuerte shock por parte de la oferta. Este cúmulo de estímulos -monetarios y fiscales-, de recuperación vigorosa y de oferta limitada amenaza con derivar en una inflación muy superior al crecimiento real del PIB, un fenómeno del que varios analistas alertaron de su posibilidad en el medio plazo. Sin embargo, el célebre economista Nouriel Roubini, profesor de la Universidad de Nueva York, cree que ya está adelantándose en Estados Unidos. Éstas son las cuatro amenazas que acercan la temida estanflación:
Precios en máximos
La inflación está en máximos de la década. La eurozona firma un 3%, el conjunto de la OCDE un 4,2%, y en Estados Unidos, de donde proceden las mayores señales de alarma, llega al 5,4%. El debate entre los analistas está ahora en si estas cifras continuarán en el tiempo y si el crecimiento del PIB podrá absorber este alza de precios.
La inflación podría mantenerse por un tiempo por encima del 5%, mientras que el crecimiento de la economía podría haber tocado techo. Ese es el principal temor. Hasta hace poco, los economistas habían puesto el foco más en los riesgos a medio plazo. Ahora ya se atreven a argumentar que la estanflación -aunque leve- ya está en marcha. Los precios aumentan en las economías avanzadas, y el crecimiento desacelera drásticamente, a pesar de los estímulos monetarios, crediticios y fiscales masivos.
Mantenimiento del estímulo
Esta coyuntura ha hecho hablar ya también a banqueros norteamericanos sobre la conveniencia de comenzar a replegar el estímulo monetario. El presidente de la Reserva Federal de Nueva York, John Williams, aseguró que en estos momentos "está claro que hemos hecho nuevos progresos sustanciales en la consecución de nuestro objetivo de inflación". Al mismo tiempo dijo que se ha avanzado mucho hacia el máximo empleo, pero quiere "ver más mejoras antes de estar preparado para declarar que se ha cumplido la prueba del progreso sustancial adicional".
Williams apuntó "suponiendo que la economía siga mejorando como preveo, podría ser apropiado empezar a reducir el ritmo de las compras de activos este año. Evaluaré cuidadosamente los datos entrantes sobre el mercado laboral y lo que significan para las perspectivas económicas, así como los riesgos como los efectos de la variante Delta", apuntó. Por su parte, el presidente de la Fed de San Luís, James Bullard, reiteró en declaraciones al Financial Times que el Comité Federal de Mercados Abiertos (FOMC, por sus siglas en inglés) "debería seguir adelante con un plan para reducir su enorme estímulo". Según explicó, "hay mucha demanda de trabajadores y hay más ofertas de empleo que trabajadores en paro". "Si conseguimos que los trabajadores se adapten y controlar mejor la pandemia, parece que tendremos un mercado laboral muy fuerte de cara al próximo año", añadió.
Desaceleración económica
El alza de precios sigue imparable pese a la pérdida de tracción de la recuperación en Estados Unidos. Las principales mesas de inversión en Wall Street parecen tenerlo claro. La economía de Estados Unidos desacelera su recuperación a medida que el efecto de los estímulos se disipa y las presiones tanto de la variante Delta como de la inflación hacen mella en el consumo. Goldman Sachs ha sido la última entidad en sumarse a otras, como Morgan Stanley o Deutsche Bank, que han revisado a la baja sus perspectivas para el PIB del país.
En el caso de Goldman, su economista Ronnie Walker, recortó su proyección de crecimiento del PIB al 5,5% en el cuarto trimestre, por debajo del 6,5% previamente estimado. El banco espera que el crecimiento anual sea del 5,7% en 2021, por debajo del 6,2% de media previsto por otras entidades. "El obstáculo para un fuerte crecimiento del consumo en el futuro parece mucho más alto: la variante del Delta ya está pesando en el crecimiento del tercer trimestre, y el desvanecimiento del estímulo fiscal y una recuperación más lenta del sector de los servicios serán vientos en contra a medio plazo", justificó Walker en una nota a sus clientes. Por su parte, Morgan Stanley también anticipa "una fuerte desaceleración" del crecimiento en la segunda mitad del año. Sus economistas han rebajado sus expectativas de crecimiento en el trimestre en curso desde el 6,5% al 2,9%. En los últimos tres meses del año esperan que la economía de EEUU retome algo más de impulso y crezca a un ritmo del 6,7%.
El indicador GDPNow de la Reserva Federal de Atlanta indica que el PIB de Estados Unidos crece en el trimestre en curso a un ritmo del 3,7%, una rebaja desde el 5,3% previsto a comienzos de este mes.
'Shocks' en la oferta
Por último, aún hay cuellos de botella en la oferta en los mercados laborales y de bienes. La escasez de insumos clave, como los semiconductores, obstaculiza aún más la producción de automóviles, productos electrónicos y otros bienes de consumo duraderos, lo que impulsa la inflación. La variante Delta interrumpe la reapertura de muchos sectores y lanza un nuevo torpedo a las cadenas de suministro, puertos y sistemas logísticos globales.
La clave de todo esto este conjunto de situaciones mantendrá presión inflacionaria durante mucho tiempo. La mayoría de analistas creen que no durará mucho. Sin embargo, las visiones más negativas predicen que los shocks en la oferta van a persistir a medio y largo plazo. La tendencia hacia la desglobalización y el aumento del proteccionismo, la balcanización y reubicación de cadenas de suministro lejanas, junto con el envejecimiento demográfico de las economías avanzadas y los mercados emergentes clave, asusta a los expertos. Además, la reacción política contra la desigualdad de ingresos dirige a un escenario con un crecimiento fuerte de los salarios.
Si esta predicción se cumple, la espiral de precios y salarios amenaza con un entorno estanflacionario peor que en la década de 1970. Este año es clave. ¿Quién acertará?
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