
En medio de los temores inflacionistas, la agencia de la ONU para la Alimentación y la Agricultura, la FAO, ha lanzado una seria advertencia sobre el incremento de los precios de los alimentos alrededor del mundo. Su índice de precios se incrementa un 39,7% en mayo en términos anuales hasta alcanzar niveles de 2011. El calentamiento de las materias primas también llega a los precios de la producción de alimentos.
La reapertura de las economía desarrolladas no hace más que añadir presión a los productores de alimentos de todo el mundo. La pandemia solo evitó temporalmente la tormenta perfecta sobre el sector alimentario. La voracidad de China por cereales básicos, como el trigo, o la soja, productos que sirve de base de alimentación para buena parte del mundo y para la industria cárnica, la grave sequía que sufre Brasil, una de las principales despensas del planeta y los precios disparados de los aceites vegetales para responder a la demanda energética del biodiesel están detrás de un incremento histórico de los precios de los alimentos.
El índice de la FAO, que en muchos productos suele marcar el precio de venta en muchos mercados mayoristas, está compuesto por varios subíndices de precios de los aceites, de azúcar, cereales, precios de la carne y productos lácteos. El índice principal se situó en mayo de 2021 en un promedio de 127,1 puntos, es decir, un 4,8% más que en abril y un 39,7% más que en el mismo período del año pasado. Para encontrar el índice tan elevado hay que remontarse a septiembre de 2011.
El miedo a una inflación descontrolada lleva gestándose desde hace meses. Primero llegó a los mercados financieros. La fulgurante recuperación a finales del año pasado de EEUU y el nuevo paquete fiscal disparó las expectativas de inflación a medio plazo. Está teniendo su reflejo en los intereses de la deuda de todo el mundo.
En segundo lugar, las presiones inflacionistas se han trasladado al precio de las materias primas y de la energía. El IPC de gran parte de las potencias económicas ha subido con fuerza, pero no se está produciendo una subida generalizada de los precios. Es la energía la que está tirando de la inflación al alza.
El despliegue de las vacunas junto a la previsión de reapertura de las economías europeas para este verano ha generado una fuerte expectativa de crecimiento de la demanda en los mercados de materias primas. Las commodities son las primeras en responder y adaptarse a los cambios entre oferta y demanda.
Hasta ahora la inflación era solo una amenaza. El verdadero temor viene a que se termine por filtrar a la economía real, con un incremento de los precios sin que termine de acompañar el crecimiento. Los bancos centrales todavía confían en que estas presiones inflacionarias sean temporales.
El informe de hoy de la FAO es todo un aviso para navegantes. Los economistas de la institución advierten que el incremento de los precios lo sufrirán las economías más pobres, que tienen una alta dependencia de las importaciones de materias primas; pero también lo notarán las economías avanzadas. El temido efecto de segunda ronda de la inflación se notará en los supermercados y restaurantes. Al final las empresas terminan trasladando el incremento de costes que le supone.
Los mayores incrementos de precios se dieron en los aceites. La FAO explica que el subíndice refleja la subida de los valores de los aceites de palma, soja y colza. Las cotizaciones internacionales del aceite de palma se mantuvieron en una trayectoria alcista en mayo y alcanzaron su nivel más elevado desde febrero de 2011. En cuanto al aceite de soja, las perspectivas de robustez de la demanda mundial, especialmente del sector del biodiésel, favorecieron la subida de los precios, mientras que los valores internacionales del aceite de colza se vieron sostenidos por la continua escasez de la oferta mundial. El índice de los aceites vegetales se ha disparado prácticamente un 100%, respecto hace un año. Mientras los cereales registraron una subida del 6% más que en abril y un 36,6 % por encima de su nivel de mayo de 2020.
El índice de precios del azúcar de la FAO aumentó un 6,8% respecto de abril, principalmente a causa de los retrasos en las cosechas y la preocupación ante el menor rendimiento de los cultivos en el Brasil, el mayor exportador de azúcar del mundo, si bien los grandes volúmenes de exportaciones procedentes de la India contribuyeron a moderar el aumento repentino de los precios.
El índice de precios de la carne de la FAO se incrementó en un 2,2% respecto de abril, en razón de la subida de las cotizaciones de todos los tipos de carne a raíz de la aceleración del ritmo de las importaciones en China, así como del crecimiento de la demanda interna de las carnes de aves de corral y de cerdo en las principales regiones productoras.
El índice de precios de los productos lácteos de la FAO subió un 1,8% en el mes, situándose en promedio un 28% por encima de su nivel de hace un año. El incremento obedeció a la sólida demanda de importaciones de leches desnatada y entera en polvo, mientras que los precios de la mantequilla descendieron por primera vez en casi un año a causa del aumento de los suministros para la exportación en Nueva Zelanda.