Cuando se cumple un año de la pandemia del Covid-19, el mismo virus ha generado respuestas sin precedentes a la par que dispares a ambos lados del Atlántico. Si bien es cierto que la idiosincrasia y el tejido productivo de la economía estadounidense y la europea difiere, a Washington no le ha temblado la mano a la hora de activar el mayor desembolso público desde la II Guerra Mundial, que asciende ya al 32% del PIB, según las últimas estimaciones, lo que supone duplicar la inyección fiscal europea, de dos billones de euros en este capítulo. En ambos casos, estadounidense y europeo, existen inyecciones monetarias y/o garantías adicionales al desembolso para apuntalar la demanda.
Tanto la Casa Blanca como los legisladores han recetado un gasto de más de 4,5 billones de euros que no solo ataja la crisis sanitaria, sino que afianza que el consumo garantice la recuperación más rápida desde finales de la década de 1950. En Europa, si bien las ayudas sientan un hito histórico a nivel comunitario, la falta de tino a la hora de anticipar contratiempos, como observamos actualmente con el suministro y distribución de las vacunas, vuelve a dejar a la economía a la cola de la recuperación entre los países avanzados.
En Estados Unidos, la batalla contra el enemigo invisible que ha infectado a más de 29 millones de personas ha instigado lo que múltiples expertos califican de economía de guerra. Y no es para menos: la pandemia se ha cobrado ya 529.469 víctimas en el país, más que todas las muertes estadounidenses en la II Guerra Mundial.
El estímulo fiscal de Washington llega a los 4,5 billones de euros frente a los 2 billones de la UE
Del lado fiscal, el flotador supera ya los 5,6 billones de dólares (unos 4,5 billones de euros), alrededor del 32% del PIB si incluimos el Plan de Recuperación Americana que rubricó este jueves el presidente de EEUU, Joe Biden, según datos de Bank of America. Esta cifra es casi cuatro veces mayor a la aplicada en respuesta a la crisis financiera de 2008 y dobla la inyección actual de la UE. No obstante, las comparaciones concretas son complicadas dado que el estado de bienestar europeo ha servido como amortiguador del gasto.
Esto explica la composición de los tres grandes paquetes de alivio estadounidenses en el último año. El primero, la Ley de Ayuda, Socorro y Seguridad Económica contra el Coronavirus (Cares), con 2,2 billones de dólares (unos 1,8 billones de euros), cimentó la base de las partidas que básicamente emularon tanto la Ley de Asignaciones Consolidadas aprobada en diciembre (900.000 millones de dólares, 750.000 millones de euros) y la Ley de Recuperación Americana de Biden (1,9 billones de dólares, 1,5 billones de euros).

Nexo de unión
El nexo de unión ha virado alrededor de pagos directos a los contribuyentes en forma de cheques, que sumando los tres paquetes acumularían un total de 3.200 dólares por individuo que ingrese hasta 75.000 dólares al año. A ello habría que sumar los subsidios por desempleo adicionales a cuenta del Gobierno federal. La primera ronda ofreció hasta 600 dólares extra a la semana hasta julio y se ha reducido a la mitad desde comienzos de año. El plan de Biden extiende estas ayudas hasta septiembre.
Una inyección del lado de la demanda que ha llevado la tasa de ahorro a alcanzar récords: los estadounidenses han guardado aproximadamente 2,5 billones de dólares y su patrimonio creció un 10% en 2020 hasta un máximo de 130,2 billones de dólares, según la Fed. Se espera que buena parte esta cantidad fluya de nuevo a la economía a través del consumo algo que avivan los temores sobre la inflación.
Todo ello dependerá en buena parte de las vacunaciones. A través de la Operación Warp Speed orquestada por la Administración Trump, Washington invirtió más de 18.000 millones de dólares en el rápido desarrollo y la distribución nacional de las vacunas.
Desde la pandemia se han destinado 950.250 millones de dólares para pymes
Al mismo tiempo, los tres flotadores fiscales han destinado 206.000 millones de dólares a medidas para paliar los efectos sanitarios del Covid. A día de hoy, casi un 20% de la población ha recibido al menos una dosis y el 10,2% estaría ya inmunizado. De hecho, Biden ha pedido ya casi suficientes dosis para vacunar por partida doble a la población.
Desde el comienzo de la pandemia, se han destinado 950.250 millones de dólares al Programa de Protección de Nóminas (PPP) para pymes. Solo este año se han aprobado 2,4 millones de préstamos por un total de casi 165.000 millones de dólares. Ahora se busca extender su duración más allá del próximo 31 de marzo. Por su parte, los gobiernos estatales y locales han recibido casi medio billón de fondos.
Además del estímulo fiscal, la Reserva Federal también ha hecho su tarea. Después de rebajar los tipos de interés en 150 puntos porcentuales hasta llevar de nuevo el precio del dinero a un rango de entre el 0 y el 0,25% ha aumentado su capacidad de imprimir dinero llegando casi a duplicar su balance hasta más de 7,5 billones de dólares.
A pesar de que en EEUU la tasa de desempleo ha caído hasta el 6,2% en febrero, desde máximos del 14,7% en abril de de 2020, todavía hay 9,5 millones de puestos de trabajo menos que hace un año. En general, la economía ha recuperado tres cuartas partes de la fuerte caída de la producción al comienzo y tras la aprobación del plan de Biden se prevé que dicha brecha se cierre por completo en el trimestre en curso.
Se espera que la economía de EEUU crezca incluso por encima del 7%, superando incluso a China
Se espera que la economía de EEUU crezca muy por encima de su potencial en 2021, por encima del 7%, superando incluso a China, según algunas mesas de inversión. Sin embargo, las expectativas de un posible boom económico reflejan el impacto desigual de la pandemia, ya que algunas personas y empresas han prosperado enormemente y otras han visto desaparecer sus ingresos de la noche a la mañana. Ahora la Administración Biden debe evitar que la temida recuperación en forma de K se materialice.
Europa y EEUU, los dos grandes socios comerciales del planeta y potencias económicas, mantienen un pulso en la salida de la crisis causada por el Covid-19. Ambos se miran de reojo, ya sea por el volumen y posibles consecuencias de cada estímulo que aprueban o por los progresos en la accidentada carrera de vacunas. Perviven rivalidades, como en el campo tecnológico y, sobre todo, intentan asegurarse una buena posición en el tablero geopolítico que resultará tras el oscuro túnel de la pandemia.
Europa se está quedando atrás en esta carrera por ser el primero en recuperar la velocidad de crucero económica y normalizar la vida social. Hasta ahora, los recursos fiscales aprobados por los europeos, tanto por los Estados miembros como por las instituciones comunitarias (excluyendo medida de liquidez nacionales), no llegan a la mitad de los tres paquetes aprobados por EEUU. Las compras extraordinarias de bonos del BCE frente a la pandemia también empequeñecen frente a la respuesta de la Fed.
El despegue estadounidense será mayor no solo por contar con un impulso más robusto, sino también por partir de una posición más aventajada. El PIB de la eurozona se hundió el año pasado un 6,8%, frente al 3,5% en EEUU.
La recuperación además se verá torpedeada en Europa por una vuelta a la normalidad probablemente más lenta, dados los problemas con los suministros de vacunas y el ritmo de vacunación. En EEUU, casi el 20% de la población ya ha recibido una dosis, mientras que el 10,2% está completamente inmunizado. En Europa, esas cifras se reducen a 6,9% y 3,1%, respectivamente.

Estímulo europeo
El punto de inflexión llegó con el acuerdo de los líderes europeos el pasado julio, para crear el fondo de recuperación de la UE, que se financiará con la emisión sin precedentes de 800.000 millones de euros de deuda comunitaria. Como reconocen fuentes europeas, representa de facto la creación de los eurobonos, por la enorme cantidad de deuda comunitaria que inundará los mercados. Además, el fondo de recuperación, de momento activo hasta 2026, puede terminar por convertirse en la capacidad fiscal central permanente tanto tiempo ansiada, como ya piden desde el BCE y el FMI.
Los 800.000 millones son la punta de lanza de la respuesta europea. Sin embargo, su impacto no tendrá la misma fuerza que los paquetes estadounidense. Primero porque solo algo menos de la mitad (312.000 millones de euros, con precios de 2018) serán ayudas no reembolsables, mientras que la otra parte serán préstamos en condiciones ventajosas, que aumentarán la deuda nacional. No está claro que todos los países vayan a solicitar estos préstamos. Además, el estímulo se dosificará durante seis años.
El dinero empezará a llegar a las capitales a partir de junio. Para entonces, la Comisión Europea ya habrá aprobado los primeros planes nacionales de inversiones y reformas que darán acceso al primer desembolso de un 13% de los fondos. Esta prefinanciación, antes del cumplimiento de los hitos y objetivos de cada plan nacional, asciende a 10.000 millones de euros en el caso de España, de los 140.000 millones que nos corresponden del fondo, repartidos a partes iguales entre ayudas no reembolsables y préstamos.
Bruselas ya ha adjudicado 90.300 millones en préstamos ventajosos, siendo 21.300 millones para España
Antes del acuerdo de los líderes para crear el fondo el pasado verano, la UE había creado una triple red para inyectar liquidez en los Estados miembros, y las empresas. El Mecanismo Europeo de Estabilidad creó una línea de créditos blandos para la pandemia de hasta 240.000 millones de euros. Sin embargo, ningún país ha solicitado la ayuda por el estigma que carga el mecanismo de rescate tras la pasada crisis.
La Comisión Europea además puso en marcha el instrumento SURE para financiar los Ertes y otros sistemas temporales de ayuda a los trabajadores en los países. Bruselas ofrece 100.000 millones de euros en préstamos ventajosos, de los cuales ya ha adjudicado 90.300 millones, siendo 21.300 millones para España. Por último, el Banco Europeo de Inversiones ofreció garantías por valor de 25.000 millones de euros para ayudar a las empresas, sobre todo a las pymes, con las que prevé movilizar 200.000 millones de euros en inversiones.
Bruselas aprueba medidas de liquidez con garantías de 3 billones para los Estados miembros
La respuesta europea se completó con la reasignación de recursos dentro del presupuesto comunitario y otras partidas por valor de 70.000 millones de euros. Además, Bruselas suspendió por primera vez en su historia el Pacto de Estabilidad y Crecimiento y flexibilizó las normas que controlan las ayudas de Estado, para que los socios pudieran ayudar a su tejido productivo.
Estas decisiones facilitaron el esfuerzo sin precedentes de las capitales. En total, los 27 gastaron el pasado año 575.000 millones de euros en estímulos presupuestarios. Además, aprobaron medidas de liquidez nacionales para sus empresas por algo más de tres billones de euros, incluyendo garantías.
Este estímulo fiscal se suma al empuje decidido del BCE para sacar a la economía europea de la peor recesión de su historia. La institución fue la primera en aprobar medidas excepcionales el pasado marzo con la compra de bonos frente a la pandemia. La cantidad inicial de 750.000 millones de euros fue ampliada en dos ocasiones hasta los 1,85 billones de euros.
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