En medio del caos vivido en la última semana en la capital estadounidense, el ocaso del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, culminó el viernes en un tuit donde el mandatario confirmó que no acudirá a la toma de posesión del presidente electo, Joe Biden, el próximo 20 de enero. Sin embargo, la decadencia de su gobierno días antes comenzó a manifestarse en múltiples frentes económicos.
Su instigación en el asedio al Capitolio provocó que influyentes organismos empresariales, como la Asociación Nacional de Fabricantes (NAM, por sus siglas en inglés), que representa a más de 14.000 compañías manufactureras en el país, pidieran la invocación de la Enmienda 25 para retirar al mandatario del Despacho Oval.
Precisamente, su presidente, Jay Timmons, ha vocalizado durante buena parte del periplo del republicano en la Casa Blanca su frustración con el azote arancelario instigado por la Administración saliente, en particular su asalto a Pekín. Si bien los fabricantes del país son conscientes de las polémicas tácticas chinas y condenan que el gigante asiático no se atenga a las normas comerciales vigentes, también han reiterado el impacto negativo de los aranceles sobre los consumidores y trabajadores patrios, así como su competitividad.
Un coste de 80.000 millones
Desde la Tax Foundation, un think tank con sede en Washington, calculan que la Administración Trump dejará su puesto habiendo provocado que los consumidores estadounidenses hayan tenido que digerir un cargo de hasta 80.000 millones de dólares por la activación de aranceles a miles de productos, lo que esta institución equipara a uno de los mayores aumentos de impuestos en décadas. El decimoséptimo como proporción del PIB desde 1940, para ser exactos.
Las consecuencias de su política proteccionista abanderada bajo el lema, América Primero, reducirán el PIB a largo plazo en un 0,23%, los salarios en un 0,15% y el empleo en 179.800 puestos de trabajo.
De hecho, los efectos económicos negativos de los aranceles impuestos, amenazas y represalias de otros países podrían borrar casi un tercio de los beneficios económicos proyectados a largo plazo a raiz de la reforma tributaria y los recortes de impuestos aprobados en diciembre de 2017. Uno de los principales logros que marcarán su legado junto a la masiva desregulación, que ha desmantelado casi un centenar de iniciativas solo dentro del área medioambiental.
Una arisca dinámica que Trump no ha dudado en aplicar también a aliados como Canadá, México o la Unión Europea, que han sufrido ataques y amenazas arancelarias, bien en el ámbito de acero y el aluminio, o la renegociación de acuerdos como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) ahora rebautizado como Acuerdo EEUU, México y Canadá (T-MEC).
Del lado europeo, la resolución de la Organización Mundial de Comercio (OMC) sobre los subsidios a Airbus abrieron la veda para imponer gravámenes de entre el 15% y el 25% a productos por valor de 7.500 millones de dólares. Aranceles que impactan directamente al aceite de oliva envasado y a la aceituna verde de origen español así como al vino entre otros productos. Tampoco hay que olvidar el continuo acecho de aranceles a la industria automotriz.
"Un obstáculo"
"Trump ha sido considerado por muchos como un obstáculo para tratar con el resto del mundo. El presidente electo, Joe Biden, probablemente lo será menos", señala Rob Subbaraman, economista jefe global de Nomura, quien reconoce que el republicano ha sido el principal responsable de lastrar aún más la actitud de EEUU a la globalización.
Ahora, el sucesor demócrata ya ha dejado claro que el progreso en la revitalización de la economía del país y en la lucha contra la desigualdad debe preceder a cualquier iniciativa para deshacer las barreras comerciales. No obstante, el enfoque general de Biden en materia de política exterior consistirá en reconstruir las relaciones con los principales aliados y las instituciones multilaterales.
Una hazaña complicada especialmente si tenemos en cuenta que hereda retos significativos, como los derivados de las tensiones suscitadas por Trump con China y la evolución política del gigante asiático bajo la presidencia de Xi Jinping. "Se están desafiando algunas de las reglas de juego vigentes en el comercio y la inversión mundial", aclara Subbaraman en un análisis.
Una recuperación sostenible en EEUU es particularmente importante ya que beneficiará a los países europeos
En Oxford Economics indican que la marcha de Trump y la llegada de Biden podría tener ramificaciones geopolíticas positivas a la plazo para Europa, incluyendo la cooperación en cuestiones de defensa y seguridad, la política energética, la regulación medioambiental y los impuestos a los servicios digitales.
Desde una perspectiva macroeconómica, la relación comercial entre Washington y Bruselas así como el rendimiento de la propia economía estadounidense son dos factores importantes. Al fin y al cabo, una recuperación sostenible a este lado del Atlántico es particularmente importante ya que beneficiará a los países europeos, que destinan una media de alrededor del 10% del total de sus exportaciones a EEUU.
Ahora, con el control de la Cámara de Representantes, el Senado y la Casa Blanca, esta firma de análisis sugiere que el impulso fiscal inicialmente previsto en EEUU, con más estímulos e inversiones públicas, podría tener un efecto multiplicador en la eurozona de hasta 0,7 puntos porcentuales hasta finales de 2023.