Economía

Dos bancos centrales, un mismo objetivo: los distintos caminos del BCE y la Fed para resucitar la inflación

Christine Lagarde (BCE) y Jerome Powell (Fed).

Los bancos centrales están perdiendo el miedo a la inflación y afrontan una nueva era deflacionista con cambios en sus objetivos estratégicos. El primero en dar el paso fue la Reserva Federal (Fed) al plasmar negro sobre blanco que adoptará una aproximación más flexible a la meta del 2% de los precios. El BCE en plena revisión de su estrategia ya ha manifestado su intención de seguir su estela. Aunque el objetivo es compartido, cada uno debe todavía redefinir sus objetivos de inflación y los instrumentos para alcanzarlos.

Lo único que está claro es que tanto el BCE como la Fed van a tolerar que los precios se sitúen temporalmente por encima del 2% antes de cualquier cambio en su política monetaria. Quedan meses para que ambos bancos centrales desvelen sus cartas. Aunque el presidente de la Fed, Jerome Powell, ya anunció en verano las novedades estratégicas con una flexibilización en el objetivo de inflación todavía la entidad no ha ofrecido detalles concretos.

Por su parte, el BCE todavía se encuentra en plena elaboración de su revisión estratégica y no se espera que se publique hasta septiembre de 2021, lo que puede ser una eternidad en mitad de la actual crisis. Los dos bancos centrales todavía tienen que contestar a muchas preguntas de cómo van a poner en práctica sus planes. En EEUU está abierto el debate de si la Fed adoptará un rango de inflación (entre un 1,5% y el 2,5%, sin perder de vista el 2%) o cómo calculará el promedio en los precios. Mientras el BCE todavía tiene que escribir su parte.

A pesar de que ambos bancos centrales buscan revivir los precios para estimular el consumo e inversión, los matices y pequeños detalles son importantes. La Fed va siempre un paso por delante. Desde 2003 cuando el BCE introdujo en su objetivo que la inflación debería situarse "por debajo, pero cerca del 2%" ha pesado cuando los precios han tendido a la baja. La falta de concreción ha contrastado con la precisión de la Fed de buscar el 2%.

La presidenta del BCE, Christine Lagarde, admitió que copiará a la Fed, pero no parte del mismo punto de salida. El banco central estadounidense ya ha adelantado que ajustará su meta de inflación a un promedio, compensando los períodos bajos con precios por encima del 2%. El BCE, por su parte, está construyendo un relato en el sentido de apuntar a una "inflación de alrededor del 2%". Esto plantea la duda si los responsables europeos del euro optarán por la vía del promedio o tendrán en cuenta una visión simétrica, como propuso inicialmente el expresidente de la institución Mario Draghi.

Algunos miembros del BCE ya han ofrecido pistas de por donde pueden ir los tiros. "Una naturaleza más simétrica deja claro el grado de aceptación de las desviaciones de la inflación por encima del objetivo", indicó hace poco Pablo Hernández de Cos, Gobernador del Banco de España y miembro del Consejo de Gobierno del BCE. Tras más de una década sin cumplir con el objetivo, el BCE se juega su credibilidad y su capacidad para influir en los agentes económicos. "Todos estamos convencidos de que un objetivo de inflación creíble facilita la estabilización de la inflación porque el objetivo ancla las expectativas de inflación. Tenemos que convencer nuestros conciudadanos de nuestra determinación con un lenguaje sencillo", ha afirmado François Villeroy, otro de los miembros del Consejo.

La clave pasa por controlar las expectativas de inflación. En este sentido la Fed está más avanzada que el resto de los bancos centrales. El BCE podría seguir con un enfoque parecido, como ya hizo con la publicación de las actas de las reuniones sobre tipos de interés. Por ejemplo, podría incluir las votaciones de los miembros y publicar las expectativas de los miembros del BCE sobre los tipos de interés a largo plazo.

Al final, para la Fed y el BCE, se trata de obtener mayor flexibilidad a la hora de desarrollar la política monetaria y reducir el riesgo de precipitarse cuando toque subir tipos. En la memoria de los banqueros europeos perdura el fallo histórico de la subida de tasas en 2008, en pleno estallido de la crisis financiera, del BCE bajo el mandato de Jean Claude Trichet. La rigidez del objetivo de inflación con los precios situados en el 4% obligó a la institución a dar un paso en falso en un momento crítico.

La clave pasa por controlar las expectativas de inflación

Más recientemente, las tres subidas de tipos por parte de la Fed y las tensiones provocadas en los mercados el año pasado también dejaron lecciones importantes sobre la importancia de evitar precipitaciones y de comunicarlo correctamente. Desde que fue anunciada la revisión estratégica del BCE, Lagarde ha insistido en la importancia de mejorar la comunicación de la institución.

Las diferencias en las estrategias se tendrán que plasmar en los próximos meses, pero la propia naturaleza de los bancos ya adelantan que habrá matices que se tendrán que tener en cuenta. Mientras el deber principal del BCE es lograr la estabilidad de precios, la Fed es vigilante de la estabilidad de precios, además de alcanzar el máximo empleo y tipos de interés moderados a largo plazo. Aspectos que hace que la política monetaria en EEUU sea más proclive a estimular la economía.

La posibilidad de copiar el modelo de la Fed pasa por cambios metodológicos a la hora de calcular la inflación. Para generar unas mayores expectativas de inflación, el BCE podría considerar que Eurostat, el instituto de Estadística de la UE, incluya los alquileres imputados en Índice de Precios al Consumo Armonizado (IPCA). Esta medida favorecería que el precio de la vivienda tuviera un mayor peso a la hora de medir la inflación.

El alquiler imputado supondría incluir el coste ficticio que pagarían los propietarios de una vivienda si tuvieran que arrendarlo. Mientras que los alquileres sí ponderan en el IPC, en la Eurozona no lo hacen los alquileres imputados. "El cálculo que hace Eurostat se considera apropiado, pero siempre es posible mejorarlo y estamos valorando esta posibilidad. Por ejemplo, con cómo se tiene en cuenta el precio de los alquileres imputados" explicó Luis de Guindos, vicepresidente del BCE, añadiendo que "en la revisión estratégica vamos a tener muy en cuenta todo esto".

En EEUU, Suecia y Noruega se integran los alquileres imputados dentro de la inflación que analizan sus bancos centrales para tomar sus decisiones sobre política monetaria.  Un estudio del Banco de Francia defiende que desde 2014, la inflación subyacente de EEUU ha sido un punto porcentual superior. Sin embargo, cuando excluimos los alquileres imputados la diferencia se desvanece en 2014 y 2015 y se reduce en dos terceras partes en 2016. Si se excluye los alquileres imputados desde el segundo trimestre 2017 la inflación subyacente ha sido más baja en EEUU que en la zona euro. Un cambio sustancial que podría resucitar la inflación en la economía en Europa.

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