El gobierno de Xi Jinping no da puntada sin hilo y su quirúrgica estrategia a la hora de lidiar con la administración del republicano, Donald Trump, conoce bien las debilidades del presidente de Estados Unidos. Es por ello que entre la farragosa relación entre las dos mayores economías del mundo, últimamente diezmada por sanciones así como la gestión y origen de la pandemia del coronavirus, China templa los ánimos en el ámbito comercial.
A medida que el país asiático se postula cómo la primera gran economía del mundo en volver a la senda del crecimiento, con un avance en el segundo trimestre del 3,2% según los datos publicados esta semana, su compras de algunos productos estadounidenses han tocado nuevos récords.
El Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) informaba esta semana que China compró 1.762 millones de toneladas de maíz para entregar durante el año comercial 2020-21 que comienza en septiembre, su mayor compra diaria de maíz estadounidense y la cuarta venta más grande del país desde que comenzasen a registrar datos en 1977.
Una medida que tiene cómo objetivo cumplir con los requisitos incluidos en la Fase 1 del acuerdo comercial entre ambos países rubricado el pasado enero. En el mismo, China se comprometió a aumentar en 200.000 millones de dólares sus importaciones de productos estadounidenses en los próximos dos años. De dicha cantidad, 80.000 millones de dólares se concentrarán en bienes agrícolas.
A cambio, Washington redujo algunos gravámenes sobre los productos del gigante asiático pero EEUU todavía impone aranceles sobre más de la mitad de productos chinos que llegan al país. El país asiático también compró 1,17 millones de toneladas de soja estadounidense este mes, después de haber comprado la misma cantidad en junio, según datos del USDA.
Adicionalmente, según los datos publicados durante la semana por la Administración General de Aduanas de China, las importaciones de productos procedentes de EEUU repuntaron el pasado mes por primera vez desde que comenzó el brote en un 11,3% tras haber caído un 13,5% en mayo. Las compras agrícolas y otros bienes "Made in the USA" ayudaron a reducir el déficit comercial entre Washington y Pekín.
El apetito repunta
Es importante recordar que durante los primeros cinco meses de 2020, las compras por parte de China de todos los productos cubiertos por el acuerdo alcanzaron solo algo más del 45% de sus objetivos para este año, de acuerdo a los datos que proporciona el Peterson Institute for International Economics (PIIE). Sin embargo, a medida que China sale del atolladero generado por la pandemia, que provocó que su economía se contrajera un 6,8% en el primer trimestre, su apetito repunta.
Las importaciones de materias primas, desde petróleo hasta soja y cobre, alcanzaron un récord el mes pasado, a medida que el país asiático recupera algo de tracción. De hecho, el Fondo Monetario Internacional postula a China como la única economía mundial que registrará un crecimiento positivo este año, de alrededor de un 1% para repuntar hasta un 8,2% en 2021. Por el contrario, la institución revisó el viernes sus expectativas sobre EEUU, que sufrirá una recesión del 6,6% en el conjunto de 2020 y crecerá un 3,9% el próximo año.
Precisamente, el Fondo indicó en el Articulo IV de su mayor donante, el diagnóstico anual al que se someten sus 189 miembros, que debería revertir las restricciones existentes y el incremento de aranceles mientras trabaja con sus socios comerciales a la hora de abordar políticas que distorsionan los flujos comerciales y las decisiones de inversión. Dicho esto, Trump ya ha señalado que no piensa en la posibilidad de avanzar en las negociaciones comerciales con China. Lo que implica que los gravámenes actuales continuarán vigentes.
Todo ello en un momento en que las tensiones en otros ámbitos aumentan. EEUU ha roto oficialmente su relación especial con Hong Kong, impuesto sanciones a funcionarios chinos por el abuso a la minoría uigur y esta misma semana el secretario de Estado, Mike Pompeo, calificó de "ilegales" los reclamos de Pekín sobre el Mar del Sur de China.
"Si bien es prematuro extrapolar estas tensiones al ámbito comercial o sacar conclusiones sobre la Fase 1, que ambas partes han defendido en los últimos meses, la escalada en términos diplomáticos aumenta el riesgo de un mayor margen de error geopolítico", avisa Johanna Chua, economista de Citi para Asia.